
En Argentina parece costumbre que a final de cada año se den dos grandes negociaciones producto de la intervención estatal. Una sobre si el medio aguinaldo pagará el Impuesto a las Ganancias, la segunda es sobre las paritarias. La decisión del Gobierno ha sido que el medio aguinaldo no pague ganancias, medida que es positiva. Lo que no es positivo es que ese impuesto cada vez se lleva un porcentaje mayor de las ganancias, no solo de las empresas, sino que de los salarios de los trabajadores.
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El día lunes en Twitter, el diputado opositor Sergio Massa hizo con el Hashtag #SalarioNoEsGanancia el trending topic del día. Con él trataba que los usuarios de la red del pajarito vieran su propuesta de reforma del Impuesto a las Ganancias.
Lo cierto es que este impuesto no necesita una reforma, necesita ser eliminado, tanto para los trabajadores, como a las empresas. Para que esto suceda se debe bajar el gasto público, se debe ser eficiente en la administración de los ingresos.
Eliminar impuestos no es un sueño utópico ni una idea loca, es sentido común. Argentina esta entre los países que mayor presión impositiva tienen, las empresas apenas respiran y ni hablar de los habitantes del país. Puesto que no solo son los impuestos nacionales, son los provinciales y las tasas municipales. La suma de esta gran cantidad de impuestos hace que en el caso de las empresas los costos suban considerablemente, las ganancias disminuyan y además sean cobradas por el gobierno, como si hubiera tenido algún mérito en la producción. En el caso del consumidor, los impuestos hacen que su vida sea más cara, más ajustada y no puedan disfrutar del fruto de su trabajo.
Parece mentira, pero el ajuste por parte del Estado genera más empleo, en el largo plazo. Esto es así porque mientras menos impuestos tengan las empresas, los emprendimientos -entre otros- mayores posibilidades de crecimiento tienen, conllevando a un aumento de la producción y del consumo. Es importante recalcar que para que el crecimiento sea genuino, tiene que haber ahorro en primer término, producción en segundo y finalmente ambas llevarán al consumo verdadero. Se habla de consumo, ya que es algo que los gobiernos intentan fogonear con medidas como la nombrada al principio -no cobrar impuesto sobre el aguinaldo de fin de año- para fomentar las compras navideñas. Eso no es consumo verdadero, es simplemente un parche, consumo artificial.
Que en el Estado haya más empleo que en el sector privado demuestra que hay un problema. El problema suscita cuando para maquillar el desempleo, el Gobierno comienza a generar puestos de trabajo que no necesita. Esto deriva en varias consecuencias, por un lado, para sostener los puestos hay que tener más ingreso, por tanto más impuestos. Otro problema es el caudillismo en las entidades gubernamentales donde los puestos no van por mérito, sino por conveniencia. Lo triste es que los números de desempleo bajan, pero es una solución maquillada, el sector privado, si no estuviera asfixiado, podría dar empleo genuino y aumentar la producción.
Queda en evidencia, entonces, como la violencia impositiva no ayuda al crecimiento real de un país. Es difícil que una empresa extranjera venga e invierta como espera el gobierno. Esto es así debido a que la espantan con mayor carga impositiva para proteger la industria nacional, sumado que sea vista como una empresa malvada, como muchas personas afectadas por el virus populista-peronista la ven.
El impuesto a las ganancias, en particular, es un impuesto injusto, ya que el gobierno actúa como socio en las buenas, pero en las malas como verdugo. El Estado no solo no ayudo a producir o brindar un servicio, sino que además puso piedras en el camino, y después exige compartir los beneficios de haber superado los obstáculos. Una cosa es pagar impuestos, donde se ve que la retribución por ellos es eficiente; es decir, mayor seguridad, mejores caminos, mejor salud y educación. Sin embargo, se despilfarra y mal administra, logrando que la recaudación nunca sea suficiente.
Para crecer verdaderamente las empresas y los individuos necesitan poder respirar, poder hacer uso de sus ganancias e ingresos; ahorrar, invertir y gastar. Necesitan poder disfrutar de su esfuerzo para motivarse y seguir esforzándose, creando y trabajando. Eso es lo mas importante, tener libertad sobre los propios beneficios e ingresos.
Mientras menos impuestos y menos Estado, más crecimiento, más inversión, ahorro y consumo. Es una ecuación simple, lamentablemente Keynes no la entendió, y por eso en los países populistas el camino es inverso.