EnglishEl 9 de noviembre de 1989 la población de la parte comunista de Berlín derribó al infame Muro que dividía a esa capital y a Europa en dos: una parte democrática-capitalista y la otra bolchevique-totalitaria. En homenaje a tan memorable acontecimiento –y fundamentalmente, a lo que simboliza– es que se ha establecido esa fecha como el Día Mundial de la Libertad.
Ese suceso, del cual este domingo pasado se cumplieron 25 años, marcó el fin de la Guerra Fría y correlativamente el comienzo de una nueva era. Llevados por un optimismo desmesurado, algunos incluso llegaron a proclamar que con la caída del Muro de Berlín se había producido el “fin de la historia”, entendida esta como lucha ideológica.
Entre esos pensadores se encuentra Francis Fukuyama, quien aseguró que el liberalismo se ha impuesto en todo el mundo, por lo menos en el campo de las ideas. Y que es tan solo cuestión de tiempo para que el sistema de democracia liberal sea una realidad palpable por doquier.
En función de esos hechos, es pertinente interrogarnos: ¿La libertad en nuestros tiempos, se ha ampliado en América? ¿Tenemos una democracia de cada vez mejor calidad?
¿La libertad en nuestros tiempos, se ha ampliado en América? ¿Tenemos una democracia de cada vez mejor calidad?
Por su propia naturaleza abstracta, la libertad es algo difícil de medir en forma directa. Sin embargo, es posible hacerlo indirectamente. Consideramos que lo relevante para saber la dirección en que se mueve –aún antes de que sus efectos se muestren en toda su amplitud–, es mediante el análisis de la libertad de prensa y la económica en nuestro continente.
La razón de escoger a la de prensa como termómetro de la libertad estriba en que los que procuran someter a su “soberana” voluntad la vida y las haciendas de sus “súbditos”, lo primero que hacen es cercenarla. Una prensa independiente, en esencia, es la que tutela los derechos de los ciudadanos al denunciar e informar sobre los atropellos y corrupciones de los gobernantes. En consecuencia, es la primera que los autoritarios hacen desaparecer.
Por su parte, la relevancia de la libertad económica reside en que sin ella los derechos políticos son tan solo bellas palabras sin asidero en la realidad. Si uno depende de la buena voluntad de las autoridades para ganarse el pan de cada día exclusivamente, ¿podrá criticarlos o disentir abiertamente, expresar lo que piensa e incluso practicar su religión o ejercer su objeción de conciencia?
Por lo anteriormente dicho, veamos cómo anda la libertad de prensa en América:
En la 70.ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) –asociación que nuclea a más de 1.300 periódicos– realizada en Santiago (Chile) entre el 17 y el 21 de octubre pasados se señaló que la libertad de prensa y expresión en América “enfrentó un marcado deterioro en los últimos seis meses debido a un significativo incremento de la censura directa e indirecta y los ataques físicos a periodistas”.
La SIP denunció que en casi todos los países de la región los periodistas sufrieron agresiones físicas por parte de las autoridades en momentos en que estaban realizando su labor. Fueron mencionados especialmente Venezuela, Ecuador, Bolivia, Brasil y Perú. Asimismo, se censuró la violencia ejercida contra los reporteros y avalada por los gobernantes, cuando estos pretendían informar in situ durante las protestas sociales en las ciudades de Ferguson (EE.UU.), San Pablo (Brasil) y Río de Janeiro (Brasil). También mediante medidas legales y judiciales se afectó la realización de elecciones “justas y limpias” en Brasil, Bolivia y Perú.
En Ecuador, la Ley Orgánica de Comunicación –declarada constitucional por la Suprema Corte de ese país– decretó que la información es un “servicio público”. En consecuencia, los contenidos periodísticos están bajo el control de un organismo estatal que ya sancionó a 25 medios, y cuatro periódicos debieron cerrar sus puertas.
En Venezuela, Nicolás Maduro sigue negando las divisas para la compra de insumos para los medios impresos, razón por la cual, 30 periódicos tienen serios problemas para poder publicar y otros 12 dejaron de funcionar.
Ha empeorado la calidad institucional de América, alejándonos cada vez más del paradigma de la democracia liberal.
Por otra parte, la transparencia en la acción gubernamental sigue brillando por su ausencia. En Argentina, Bolivia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Perú, Venezuela, República Dominicana e incluso en Estados Unidos bajo la administración de Barack Obama, se sigue con la “tendencia de prohibir a funcionarios hablar con la prensa”.
Con respecto a la libertad económica, la situación no es mucho mejor. La inmensa mayoría de los países americanos descendieron en el ranking elaborado por el Fraser Institute. En ese trabajo de investigación se señala que EE.UU. –alguna vez bastión del mundo libre– ha venido empeorando desde que este índice se elaboró por primera vez en 1996. Desde 1980 hasta 2000, esa nación siempre se ubicó alrededor de la tercera posición; en el 2005 cayó al 8.° puesto y en el último informe (con datos del 2011) se desplomó a la 12.ª posición.
Por su parte, Chile, el mejor situado entre los países sudamericanos, también bajó dos posiciones desde el informe anterior, ubicándose en el 10.° lugar.
Entre las peores posiciones del mundo se encuentran Argentina (149.°) y el lamentable último lugar del ranking lo ostenta Venezuela.
Por lo tanto, vemos que hay muy poco para celebrar en América este 9 de noviembre. Ha empeorado la calidad institucional, alejándonos cada vez más del paradigma de la democracia liberal.
La caída del Muro de Berlín es algo digno de conmemoración. Sin embargo, no debemos perder de vista los nuevos “muros” que actualmente se están construyendo, y que también deberán ser derribados. Lo que confirma una vez más, que la lucha por la libertad es una que debe renovarse en forma permanente.