
El Secretario General de la OEA –el uruguayo Luis Almagro- hizo circular un video marcando posición institucional el lunes, tras las fraudulentas elecciones en Venezuela. Inició su alocución con estas palabras: “Ayer fue un día infame para la democracia de las Américas”.
La mayoría de los uruguayos nos sentimos representados por esas palabras y sentimos que esa tacha moral proyecta su sombra sobre nuestro país.
¿Por qué? Porque la reacción de nuestros gobernantes – el presidente Tabaré Vázquez y el canciller Rodolfo Nin Novoa- frente a la tragedia venezolana, nos llena de oprobio.
¿Por qué? Porque quiebra una larga tradición de política exterior nacional, de defensa irrestricta de los derechos humanos y valores democráticos. Si hay algo que históricamente ha distinguido al pequeño Uruguay en el concierto internacional, ha sido su inalterable postura con referencia a esos temas.
Por ejemplo, Uruguay fue uno de los 48 países que en 1948 firmaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU. Además, no sólo fue el primero en reconocer el genocidio armenio sino que incluso lo hizo 20 años antes que ningún otro. Una conducta ética que llevó a la BBC a expresar con admiración: “Cuando la mayoría de las naciones occidentales no se pronunciaban sobre el hecho, Uruguay sentaba un precedente y condenaba el episodio en una resolución de su asamblea fechada en 1965”.
Por tanto, no debe sorprender que la conducta de nuestros actuales gobernantes frente a Venezuela, resulte tan aberrante.
“Indigno”, “vergonzoso”, “una barbaridad”, son los adjetivos con los cuales la oposición calificó al estridente silencio de Vázquez y Nin Novoa, tras la farsa electoral en Venezuela. Por cierto, expresiones ampliamente compartidas por los demócratas uruguayos.
Mientras el mundo democrático in totem reaccionó de inmediato, desconociendo los resultados y llamando a consultas a sus respectivos embajadores, Vázquez se negó por 48 horas a manifestarse. Incluso, cuando fue directamente consultado por la prensa sobre ese tema.
Un silencio por cierto muy diferente al de los demócratas venezolanos y al de los uruguayos en la época de la dictadura militar. Vázquez no fijó postura ex professo, dado que nada se lo impedía. Pero paradójicamente, su mutismo fue muy elocuente….
Los venezolanos por el contrario, están impedidos mediante la fuerza bruta ejercida por el totalitarismo chavista, de manifestar libremente su opinión. Por consiguiente, optaron por “hacerse oír” no votando. Las cámaras mostraron las calles y lugares de votación vacíos y a un ridículo Maduro saludando con gestos de victoria a un espacio… donde no había nadie…
Lo cual nos retrotrae a la época en que los uruguayos también estaban amordazados por una tiranía y se hacían oír mediante las cacerolas….
El no emitir opinión ni reaccionar cuando se es libre de hacerlo, en rigor, es una forma de posicionarse frente a una situación dada. Pero simultáneamente, denota falta de valentía para hacerlo con voz alta y clara. ¿Tal vez por conciencia de estar procediendo indignamente?
De hecho, nuestros gobernantes están situando al Uruguay del lado de los crueles dictadores que en el presente asolan a sus pueblos. Y eso despierta suspicacias.
Desde esa perspectiva, las voces de los senadores opositores resonaron en Twitter:
Luis Lacalle Pou tuiteó: “Lo del Gobierno uruguayo es vergonzoso con respecto a las elecciones en Venezuela. Indigno silencio. Le deben mucho a Chávez y Maduro. Algún día se sabrá la verdad de esta relación compleja”.
Pablo Mieres escribió: ”Gobierno uruguayo queda aislado en un vergonzoso silencio ante las fraudulentas elecciones en Venezuela, mientras todos los países democráticos condenan y llaman a sus embajadores en consulta”.
Por su parte José Amorín expresó: “Silencio del Gobierno ya no sorprende. Es consecuencia del posicionamiento del FA (Frente Amplio). De todo el FA. Todos avalan a Maduro. Se terminó el cuento del ‘astorismo’ crítico. Si hasta el Dictador los elige para ‘veedores’ de la farsa que se montó en Venezuela. Y ellos ven bárbaro todo”.
Amorín hacía referencia a Sebastián Hagobian – perteneciente al grupo de Danilo Astori (supuestamente uno de los más democráticos dentro del FA) y miembro de la Comisión de Relaciones Internacionales del FA- quien participó como “observador” de los comicios. A su regreso declaró que las elecciones en Venezuela “transcurrieron en paz” y que los denominados “puntos rojos” estaban en regla cumpliendo con la reglamentación. También manifestó con admiración, que “el proceso del CNE (Consejo Nacional Electoral) es de avanzada”.
Según la visión de Hagobian, Maduro triunfó limpiamente. Considera que la elección fue “buena y transparente”. El único “detalle”, fue que no se realizó en “las mejores condiciones por los dirigentes y los partidos políticos proscriptos”. No obstante, afirma que “el oficialismo sigue ganando por la heterogeneidad y la división de la oposición que está unida únicamente por un sentimiento antichavista”.
Por tanto, no es exagerado lo que denuncian los senadores mencionados. Es decir, que Maduro acepta como “observadores”, únicamente a personas que reúnan ciertas características: anteojeras ideológicas, poco compromiso democrático y en el peor de los casos, factibles de ser “comprados” por la dictadura.
En España ya se acusa al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero de reunir algunos de esos rasgos, Igual sentir profesan muchos uruguayos hacia sus gobernantes, el Frente Amplio y sus aliados sindicales.
Entre ellos el escritor Diego Fischer, quien en una columna de opinión expresa: “La oposición venezolana la desconoce (la victoria de Maduro), la Iglesia católica, y las democracias occidentales también. Salvo Uruguay, claro está. Todas las cancillerías latinoamericanas han llamado a sus embajadores a consulta. Montevideo no. ¿A qué responde la necedad del gobierno? ¿Hay intereses ocultos, espurios que sustentan esta postura?”
“Hoy, las relaciones internacionales se resuelven en un par de comités de base del Frente Amplio […] Son los becarios de la Venezuela populista, aquellos que recibieron favores y mucha plata del grotesco y corrupto gobierno presidido otrora por el coronel Hugo Chávez y ahora por Maduro”.
Finalmente, y debido a la enorme presión tanto nacional como internacional que recibió, la cancillería emitió un comunicado sobre las elecciones en Venezuela.
La actitud del dúo Vázquez – Nin Novoa se torna aún más patética, cuando la comparamos con la enérgica e inmediata reacción de los 14 países que integran el Grupo de Lima. Esto últimos declararon que:
“no reconocen la legitimidad del proceso electoral desarrollado en la República Bolivariana de Venezuela que concluyó el pasado 20 de mayo, por no cumplir con los estándares internacionales de un proceso democrático, libre, justo y transparente”.
En cambio, la única conclusión que aparentemente sacó el gobierno uruguayo de todo lo que está pasando en Venezuela, es que “la elección del pasado domingo confirma la necesidad de un diálogo nacional amplio, inclusivo y respetuoso entre todos los actores políticos y sociales”.
Parece broma, un chiste de mal gusto, ¿no?
Lo que va quedando cada vez más claro de la actitud del gobernante Frente Amplio y sus aliados sindicales, es que su adhesión a los valores democráticos y derechos humanos, es muy endeble.
Por otra parte, más temprano que tarde –cuando caiga el régimen chavista- se sabrán muchas otras cosas relacionadas con este tema…