Los gobiernos de izquierda en Uruguay -primera bajo la batuta del “Pepe” Mujica y ahora de Tabaré Vázquez- han realizado las contorsiones dialécticas más ridículas, para evitar pronunciarse sobre las persistentes violaciones de los derechos humanos en Venezuela.
El colmo ha sido que han tratado de camuflar su complicidad con un manto de “superioridad moral”. Es decir, no condenan y simultáneamente, pretenden que su posición es más “elevada”..
El estribillo utilizado por Mujica, es el de “no injerencia en los asuntos de otros países”. Falacia insostenible que él mismo se encarga de desmentir, al entrometerse descaradamente en aquellos asuntos que afectan a sus amigos. Por ejemplo, a Lula en Brasil.
La cantinela de Vázquez es la de “apelar al diálogo”. Ha recurrido a esa estratagema en varias ocasiones. La última, fue ante las fraudulentas elecciones venezolanas del 20 de mayo. Tras demorar 48 horas en emitir opinión, finalmente la cancillería a cargo de Rodolfo Nin Novoa, sacó un comunicado expresando que “la elección del pasado domingo confirma la necesidad de un diálogo nacional amplio, inclusivo y respetuoso entre todos los actores políticos y sociales”.
Sin embargo, los referidos gobernantes deberían tener presente la advertencia de Abraham Lincoln: “Se puede mentir a pocos, por mucho tiempo. Se puede mentir a muchos, por poco tiempo”. Pero es imposible “mentir a todos, todo el tiempo”.
En Uruguay, la mencionada posición hipócrita rápidamente fue denunciada. Una gran porción de los uruguayos nos sentimos avergonzados de la actitud de los gobiernos frentistas ante las brutales, constantes y documentadas violaciones de los derechos humanos en Venezuela. Y así lo hemos dicho en voz alta y clara.
Lo han hecho casi todos los partidos de la oposición: Colorado, Blanco e Independiente. Asimismo, la gente de a pie mediante sus comentarios en las redes sociales.
La aberrante actitud de los gobernantes izquierdistas en Uruguay resulta más chocante, si consideramos que tradicionalmente se han llenado la boca con el tema de los “derechos humanos”. Desde el punto de vista ético, lo peor es que hay algunos que rechazan la situación imperante en Venezuela pero callan, para no enfrentarse con sus compañeros. Por consiguiente, ya sea por cobardía, omisión o simplemente por talante autocrático (eso sí, siempre que la dictadura sea de las “buenas” = de izquierda), implícitamente la defienden.
También a nivel internacional están siendo censuradas las falacias mediante las cuales Vázquez y Nin Novoa han pretendido justificar su insostenible actitud. El 17 de julio, el director ejecutivo de Human Rights Watch (HRW) para América, José Miguel Vivanco, le envió una carta al canciller manifestándole su preocupación por cómo el Estado uruguayo se ha posicionado ante la crisis política y social en Venezuela.
Eso nos llenaría de oprobio a todos los uruguayos sino no fuera porque en el exterior –felizmente- tienen claro que una cosa es la ciudadanía y otra muy diferente el partido gobernante.
Vivanco se sintió impulsado a actuar de ese modo, debido a que el 6 de julio el Grupo de Lima emitió una Declaración especial sobre Venezuela. El texto expresa que los países miembros condenan la “ruptura del orden constitucional y el Estado de derecho” en ese país. Señala que la referida situación derivó en “la pérdida de instituciones democráticas y la falta de garantías y libertades políticas para todos los ciudadanos”.
La Declaración menciona a la crisis humanitaria, política y económica que padece esa nación. Se reitera la petición al régimen dictatorial chavista, de permitir que se establezca un canal humanitario para facilitarles alimentos y medicinas a los venezolanos que los necesitan.
En el punto 4, los firmantes “Expresan su profunda consternación y alarma por las graves violaciones a los derechos humanos en Venezuela, denunciadas en los informes y comunicados de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y registradas en el reciente Informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que incluyen ejecuciones extrajudiciales, uso excesivo de la fuerza, arrestos arbitrarios, tortura y malos tratos, y la falta de acceso a la justicia, así como la erosión de los controles y equilibrios institucionales y de la democracia en ese país”.
Asimismo, manifiestan preocupación por el movimiento de tropas, aviones y armamento militar que Nicolás Maduro ordenó en la frontera entre Venezuela y Colombia.
Uruguay se abstuvo de firmar esa declaración –que ya cuenta con el apoyo de 53 países- así como cualquier otra iniciativa internacional que vaya en la misma dirección.
A pesar del tono diplomático de la misiva que Vivanco le envió e Nin Novoa, en la misma se percibe la irritación que le provoca la actitud de las autoridades uruguayas. Eso se refleja en estos fragmentos:
“Estimado Canciller Nin Novoa,
Tengo el honor de dirigirme a V.E. con el propósito de instarlo respetuosamente a adherirse a la declaración conjunta sobre la crisis venezolana emitida por Perú el 6 de julio de 2018 en el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La declaración, una iniciativa regional, ya ha sido suscrita por 53 estados de todo el mundo y se encuentra abierta a adhesiones hasta este viernes, 20 de julio. Es decepcionante que Uruguay, un país que ha sido históricamente un aliado en la protección y promoción de los derechos humanos en la ONU, aún no se haya adherido a esta iniciativa.
Como es de su conocimiento, la situación en Venezuela sigue deteriorándose a niveles alarmantes. El éxodo de alrededor de dos millones de venezolanos —la mayoría, a países vecinos—, así como la crisis humanitaria que impide a muchísimos venezolanos alimentar a sus familias y tener acceso a servicios de salud básicos y la violenta arremetida contra opositores, ameritan una firme respuesta multilateral.
Estas son, precisamente, las conclusiones del devastador informe sobre Venezuela publicado por la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) durante la sesión del Consejo de Derechos Humanos del mes de junio.”
Esta carta ha sido reproducida en diversos medios uruguayos y extranjeros.
La indignación de Vivanco con el gobierno uruguayo es tan grande, que no se limitó a enviarle esa carta sino que también hizo escuchar su voz por otros medios. Por ejemplo, en su cuenta de Twitter (@JMVivancoHRW) escribió:
“El silencio de Uruguay sobre la dictadura de Maduro es desolador.
Hoy le envié una carta al Canciller Nin Novoa para instarlo a adherirse a una declaración conjunta en la ONU de condena al régimen de Maduro .https://bit.ly/2KZlFZr ”
También hizo declaraciones a una radio uruguaya donde afirmó, que el presidente Vázquez está haciendo “la vista gorda a las violaciones de derechos humanos del gobierno de Maduro” y que eso es inentendible. Resaltó, que “Uruguay hoy es la excepción en América Latina por el silencio que guarda sobre Venezuela”. A su juicio, no puede haber una visión ideológica cuando se trata de la defensa de los derechos humanos.
Tan llamativa resulta –tanto dentro como fuera de Uruguay- el posicionamiento del gobierno frentista ante la dictadura chavista, que muchos se preguntan: ¿Qué le debe o teme tanto que delate Maduro? ¿Será sólo por ideología… o habrá algo más que algún día se sabrá?