
Nicolás Dujovne anunció las nuevas metas fiscales para el lapso 2017/2019. En esencia, fiel al espíritu de Cambiemos, las modificaciones son más de forma que de fondo por el momento. No es que esto sea una mala noticia, pero se debe tomar conciencia que para que Argentina vuelva a crecer sostenidamente, se deberán realizar cambios de fondo más que de forma y no a la inversa.
¿Cuáles son los cambios que introduce el Ministro de Hacienda con respecto a las metas fiscales? En primer lugar, Dujovne informó que habrá mayor transparencia en lo que respecta al uso de los recursos públicos. Esto se logrará mediante un informe mensual que se publicará los días 25 de cada mes. Esto es una buena noticia, ya que corresponde al Estado mostrar en qué está utilizando el dinero que aportan sus ciudadanos. Sin duda es un paso más por normalizar el país y ganar calidad institucional. Hasta incluso se podrá seguir la información presupuestaria online (con un día de demora).
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El gobierno de Cambiemos tuvo que modificar (otra vez) las metas de déficit fiscal. Según los pronósticos transmitidos por Dujovne, las nuevas metas de déficit fiscal son de 4.2% del PBI para este año; de 3.2% para el próximo y de 2.2% para el 2019. ¿Cómo se logrará esto? Principalmente por la reducción en los subsidios a la energía y en menor medida de los de transporte. Mientras tanto, el resto del gasto se mantendrá constante. Tal como afirmó el ministro, se espera mejorar el gasto en obras públicas y además adelantó que se mantendrá el número de empleados públicos nacionales. Esto ya no son buenas noticias.
De todos modos, ¿son estas metas cumplibles? La apuesta del gobierno de Mauricio Macri es que la economía crezca en torno al 3/3.5% en los próximos años. De sucederse este escenario (cosa que podría pasar), las metas fiscales tenderían a cumplirse. Esto, que a primera vista puede resultar seductor, no lo es tanto en realidad por dos motivos: En primer lugar, se continúa sin ponerse demasiado foco en el gasto público, que es en realidad el gran problema de Argentina hace años. Por el momento sólo se plantean reducciones a los subsidios económicos. Si bien es cierto que el déficit se reduce, no es lo mismo tener un déficit con un tamaño del Estado enorme, que un déficit en donde el gasto público es menor. En otras palabras, podría ser hasta preferible tener un déficit fiscal con un tamaño pequeño del Estado a tener un superávit fiscal con un tamaño enorme del Estado. ¿Por qué? Porque un déficit con un Estado pequeño es fácilmente reversible. En tanto que, si el superávit fiscal de un Estado elefantiásico se revierte, se vuelve muy difícil combatirlo nuevamente. Es este el punto al que pareciera no ponerle demasiada atención el gobierno de Cambiemos. La génesis del problema, el pecado original, es el elevado gasto público y se requiere un mayor esfuerzo para reducirlo si se pretende que la economía tenga perspectivas de crecimiento sostenido y a tasas más altas en los próximos años. Complementariamente, con la reducción del gasto público, debería disminuirse también la presión tributaria, donde Argentina continúa con sus récords regionales.
En conclusión, ¿es importante transparentar y ordenar las cuentas? Desde luego que sí. Pero dadas las complicadas circunstancias (mayormente heredadas), también es necesario replantearse el elevado nivel de gasto público que continúa teniendo Argentina. Nuevamente, tal vez sea más importante tener un déficit con un Estado pequeño, que un superávit con un Leviatán que puede despertar en cualquier momento.