
Un liberal y un socialista van caminando juntos por la calle. A pesar de sus diferencias, son grandes amigos y se conocen de toda la vida. A poco de andar, ven la imagen siguiente.
Una persona tirada sobre unos colchones y mantas en una esquina. De la mano, una correa que sostiene un perro víctima de incontables pulgas y garrapatas. Bien cerca del mendigo, un vino de mala calidad. Éste, junto al frío y la violencia, son amenazas para la salud del indigente.
A metros de él, sobre la calle, una camioneta 4×4 recién salida del concesionario. El vehículo transporta a un importante empresario y a sus dos hijos, ambos estudiantes de la mejor universidad de los Estados Unidos.
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Al ver la situación, el amigo socialista no hizo más que reflexionar sobre la injusta situación de desigualdad que vive el mundo. A solo metros de distancia conviven la extrema pobreza con la más contundente muestra de bienestar económico y opulencia. La 4×4 y el indigente son el fiel reflejo del capitalismo, donde unos pocos tienen todo, mientras son muchos los que no tienen casi nada.
El liberal reaccionó de manera diferente. Sin dejar de estar apesadumbrado por la delicada situación del indigente, destacó que, a su criterio, lo importante no era la desigualdad entre unos y otros, sino simplemente que su vecino no tenga una buena alimentación y un techo digno.
En general, estas dos posturas suelen enfrentarse en el debate público. El foco del socialista es la igualación de pobres y ricos; el del liberal, la superación de la pobreza.
Esto hace que muchos sostengan que a los socialistas les interesa la desigualdad mientras que los liberales no prestamos atención a ella.
Esta concepción, sin embargo, no puede estar más alejada de la realidad. Es que tanto liberales como socialistas están preocupados por la igualdad entre las personas; pero ambos tienen concepciones radicalmente distintas sobre qué es la igualdad y cómo obtenerla.
El ejemplo de la herencia
El socialista sostiene que las personas deben tener “igualdad de oportunidades” y que para eso los gobiernos deben cobrarles impuestos a los ricos y redistribuir el ingreso.
Si una persona hereda una fortuna de su padre, eso violaría la “igualdad de oportunidades”, porque dicho heredero parte de una situación mejor que la de otro individuo que no tuvo la suerte de tener un padre rico.
Castigar la suerte del heredero cobrándole un impuesto a sucesiones, entonces, es visto como una buena manera de solucionar esta desigualdad.
El liberal ve las cosas distintas. En el sistema capitalista lo importante es que exista la libertad y se defienda la propiedad privada. Así, el rol del estado es mantener una igualdad ante la ley, en donde nadie pueda violentar la libertad de un tercero.
En este contexto, que Juan sea más rico que Pedro de ninguna manera viola la libertad o propiedad de Pedro; y tampoco la “igualdad de oportunidades”. Es que Pedro no está impedido de perseguir sus objetivos, incluso cuando lo hiciera con menos recursos.
Igualdad ante la ley, no mediante ella
Como se ve en el cuadro resumen de aquí abajo, en la concepción liberal la igualdad es un pilar fundamental, pero consiste en que todos seamos iguales ante la ley (no mediante ella, como diría Benegas Lynch (h)).
En el capitalismo | En el socialismo |
La noción principal de igualdad es la igualdad ante la ley. “Nadie puede impedirme tomar una acción” | Se concibe la igualdad de oportunidades como igualdad de punto de partida económico. “Sin recursos no hay libertad” |
El estado debe proteger la propiedad y libertad de todos por igual. | El estado debe cobrarle más impuestos a los ricos para subsidiar a los pobres. |
La desigualdad no es injusta si se respeta la ley. Es resultado de la acción individual. | La desigualdad es injusta. Si alguien tiene más, otro tiene menos. La economía es juego de “suma cero”. |
Existe una igualdad creciente en el consumo. Cada vez más personas pueden acceder a los mismos bienes. | La igualdad es un criterio exclusivamente económico ligado a los ingresos monetarios. |
Libertad, propiedad e igualdad ante la ley conducen a mayor crecimiento económico, que mejora el bienestar de todos. | El sistema de impuestos y subsidios pervierte los incentivos y deteriora el crecimiento. A la larga, pierden todos y hay mayor pobreza. |
A corto plazo, mayor desigualdad patrimonial. A largo plazo, mayor igualdad en el consumo. | A corto plazo, mayor igualdad patrimonial. A largo plazo, mayor igualdad, pero en la pobreza. |
Esa igualdad ante la ley termina dando como resultado una distribución justa de la riqueza. En definitiva, si nadie, para conseguir su patrimonio actual, perjudicó a un tercero, tiene todo derecho de tener lo que tiene.
Distinto sería si el sujeto es rico gracias a que robó u obtuvo un privilegio estatal. Pero si así fuera, ya no estaríamos hablando de liberalismo o capitalismo, sino de estafas, crímenes o socialismo.
Como se observa, incluso cuando la distribución del ingreso pueda ser desigual bajo el sistema capitalista, eso no quiere decir que ésta sea injusta. Si quien está por arriba en la pirámide de ingresos no cometió ningún ilícito, ¿entonces quién es el Estado para asaltarlo por ello? ¿A título de qué?
La igualdad socialista plantea un sistema de premios y castigos patas para arriba. Si usted es exitoso económicamente, entonces ahí estará el Estado para cobrarle impuestos “progresivos”. Si más gana, proporcionalmente pagará más. Si menos gana, entonces no solo pagará menos, sino que eventualmente cobrará uno, dos o más subsidios y asistencia pública.
Obviamente que estas dos concepciones sobre la igualdad tendrán consecuencias diferentes. En el sistema capitalista, la igualdad ante la ley, sumada a la defensa del derecho de propiedad generan incentivos para que los empresarios y trabajadores se lancen a producir. Así, la economía crece más y hay más riqueza para todos.
Igualdad en el consumo
Curiosamente, este mayor crecimiento proporciona una mayor igualdad, que no es de ingresos monetarios, pero sí de consumo.
Siglos atrás, sólo algunos acomodados podían viajar por el mundo. Hoy en día, no hace falta ser rico para tomarse una avión (mucho menos con la irrupción de las “low cost”). Hace unas décadas nomás, pocos podían tener un teléfono móvil o conexión a internet. No obstante, hoy son bienes de uso generalizado entre la población, sin distinción entre pobres y ricos.
Paradójicamente, en el consumo y gracias al capitalismo, cada vez somos más iguales.
La igualdad del socialismo subvierte este sistema. Al castigar a los exitosos, se reducen los incentivos a prosperar y el crecimiento económico. A corto plazo, puede haber mayor igualdad en la riqueza; pero a la larga nos igualamos en la pobreza.
Recuperar las banderas
Tradicionalmente se cree que la bandera de la igualdad es exclusiva de la izquierda. Esto no es cierto. La igualdad es, en realidad, uno de los pilares del liberalismo, solo que desde una perspectiva diferente.
La igualdad del liberalismo es ante la ley y promueve el progreso económico. La del socialismo es mediante el sistema tributario y castiga al exitoso, condenando a todos a un menor nivel de vida.