English El 6 de febrero, la Corte Suprema de Canadá reconoció que la prohibición de la eutanasia y el suicidio asistido violaban nuestra Carta de Derechos y Libertades. Además, encargó al Gobierno federal la redacción de una ley que permitiera estas prácticas.
Nuestro Gobierno, conservador en su mayoría, se plantó firmemente en contra de esto y no estuvo solo en su oposición. Tan solo hace cuatro años, en 2010, nuestro Parlamento votó 228 a 59 contra el proyecto de ley para legalizar la eutanasia.
A pesar de esto, se espera que en Canadá se legalice el suicidio asistido dentro de 12 meses, con todas las “garantías necesarias” que vendieron esta solución al dolor y sufrimiento de los ciudadanos del mundo entero.
La noche de la decisión, no podía dejar de recordar el tsunami del 2004 que arrasó Tailandia. Los curiosos y desprevenidos, caminaron hacia allí para observar el maravilloso espectáculo de un océano en retroceso, provocado por un terremoto. Estoy segura de que su arrullo y jadeo debió haberle añadido algo de emoción.
Aprendimos después del tsunami que algunas tribus leyeron estos signos correctamente e instruyeron a su gente a que se dirigiera a terrenos más elevados. No había tiempo para maravillarse. Este terremoto estaba por desencadenar un desastre desconocido en la memoria reciente. La salvación fue para unos pocos: la mayoría de esas tribus sobrevivieron al desastre que acabó con la vida de un cuarto de millón de personas.
Campaign Life Coalition (CLC) es una de las organizaciones provida más grandes de Canadá. Nuestro enfoque principal ha sido luchar por la vida de los no nacidos, lo cual nos ha llevado a cabildear contra el uso de células madre embrionarias, la clonación y otras prácticas científicas que contribuyen al asesinato y la deshumanización de los no nacidos en su primera etapa.
Nosotros, por supuesto, estamos firmemente en contra de la eutanasia y el suicidio asistido. CLC se ha opuesto a todos los intentos que se han hecho de cambiar la prohibición absoluta sobre ellas en Canadá.
En 1969, la prohibición absoluta del aborto en Canadá se cambió ligeramente. Un proyecto lo permitía en casos de violación o incesto y cuando la vida de la madre corría peligro. No solo eran esas excepciones las “salvaguardas”, el caso también debía presentarse ante un panel de tres médicos, dos de los cuales tenían que aprobar el procedimiento.
Y así fue, damas y caballeros, como el aborto empezó en Canadá.
En 1988 la Corte Suprema decidió que estas salvaguardas violaban derechos consagrados en la Carta de Derechos y Libertades, y eliminó esta sección del Código Penal. Lo que los jueces no esperaban es que el Parlamento intentaría reparar este vacío, pero fue un intento débil, y no consiguieron aprobar la ley.
De esta manera los no nacidos quedaron sin protección en cualquier etapa del embarazo. En Canadá hemos financiado con fondos públicos abortos por cualquier motivo, y en cualquier momento de la gestación. Tan solo se debe encontrar un doctor dispuesto a hacerlo.
En respuesta a los doctores que se oponen al aborto y otros procedimientos que consideran repugnantes, los derechos de conciencia de los médicos se han visto repetidamente bajo ataque en diferentes provincias. Las últimas contiendas están ocurriendo ahora en Ontario y Saskatchewan. En Ontario, la presión ha sido fuerte, implacable y muy alarmante.
Así que si bien muchos canadiense están tomando esta decisión de la Corte Suprema con gran deleite, a nosotros no nos inspira alegría alguna. Para nosotros, esto no cumple con el estándar de un cuidado compasivo. Más bien, como los ancianos de las tribus, podemos ver las señales. Hemos atado los cabos de lo que llevó a Canadá a esta situación triste y lamentable. Estamos preparando el terreno elevado para los vulnerables. El tsunami se acerca.
Un spot publicitario de la Campaign Life Coalition de 2012, cuando la batalla legal por el suicidio asistido estaba en su etapa provincial, en la Columbia Británica.