En la Penitenciaria Agrícola de Monte Cristo (Pamc), al norte de Brasil, 33 presos fueron asesinados en la madrugada del pasado viernes 6 de enero. La nueva masacre ocurrió solo cuatro días después de que una sangrienta venganza dejara 56 muertos en una cárcel de Manaos, en plena guerra entre bandas por el control del narcotráfico.
Las víctimas del último suceso fueron internos que no pertenecían a ninguna banda, ya que las facciones fueron separadas el año pasado, según explicó Uziel Castro, secretario de Justicia de Roraima.
“La barbarie ocurrió sobre las 02H00 de la mañana (06H00 GMT). No hubo intercambio de tiros, las víctimas fueron asesinadas con objetos cortantes o armas artesanales”, dijo Castro.
Según informan los medios, en el momento del motín solo había 15 agentes penitenciarios custodiando a los internos.
Las autoridades aún no han explicado la razón del nuevo suceso; sin embargo, la Secretaría de Justicia y Ciudadanía anunció que la situación ya “está bajo control” y las diferentes unidades de seguridad han tomado el interior de la cárcel.
“Pensamos que es una acción aislada, una barbaridad cometida contra presos comunes (…)”, explicó el secretario de Justicia resaltando que “las pésimas condiciones del presidio no son un misterio para nadie”.
La penitenciaría donde ocurrió la tragedia es la mayor prisión de este estado fronterizo con Venezuela, y cuenta con más de 1400 presos, más del doble de su capacidad.
El sistema carcelario de Brasil está sufriendo una fuerte crisis que obligó a Alexandre de Moraes, ministro de Justicia en Brasil, a reconocer la situación y alertar sobre las posibles guerras que se podían desencadenar entre diferentes facciones rivales dentro de las cárceles por todo el país.
El pasado 17 de octubre diez reclusos fueron asesinados en la misma prisión, algunos fueron decapitados y otros quemados vivos. El mismo día, ocho internos murieron en una cárcel de Rondonia, también en el norte de Brasil.
Fuentes: El País; Univisión.