
Estados Unidos y Cuba se reunieron para tratar el «ataque acústico» que ha dejado al menos dieciséis diplomáticos estadounidenses afectados por una variedad de síntomas físicos. Las delegaciones «hablaron sobre los incidentes que han afectado al personal diplomático en la embajada de EE.UU. en La Habana”, informó la Casa Blanca mediante un comunicado.
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De hecho, el pasado domingo 17 de septiembre el secretario de Estado Rex Tillerson anunció que Washington evalúa el cierre de su embajada en La Habana tras los ataques sufridos por los funcionarios estadounidenses en la isla.
«Lo tenemos bajo evaluación», comentó Tillerson, al mismo tiempo en que resaltó que las afecciones de los empleados de la sede son «muy graves».
Asimismo, Estados Unidos indicó que abordaron el tema de aquellas personas que han huido de la justicia estadounidense y se han refugiado en La Habana, y de los cubanos que están en proceso de ser deportados a la Isla.
Por su parte, Cuba indicó que la reunión se llevó a cabo en un clima de «respeto y profesionalidad», y aunque no mencionó el tema del ataque acústico, señaló que durante la reunión se coordinó «la cooperación bilateral en materia de aplicación y cumplimiento de la ley y avanzar en el enfrentamiento a diferentes flagelos que pueden constituir una amenaza para los dos países como el terrorismo, el tráfico ilícito de drogas y personas, y los ciberdelitos».
La delegación cubana estuvo conformada por el director de Temas Bilaterales para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores, Yuri Gala López; y viceasesor de la Comisión de Defensa y Seguridad Nacional, Abel González Santamaría.
Por su parte, por la delegación estadounidense asistieron: el subsecretario de Estado para el Hemisferio Occidental, Francisco Palmieri; el subsecretario adjunto de Justicia Bruce Swartz: y el subsecretario adjunto de Seguridad Nacional par el Orden Público, Justin Matthes.