El socialismo del Siglo XXI demostró que el socialismo es el mismo en todas las épocas; que no importa cuantas veces lo implemente, y cuantas veces fallen, siempre el culpable será otro: el petróleo, la oligarquía, la CIA, las guerras económicas, etc.
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Quisiera darles la concesión de que el socialismo podría ser aplicado bajo condiciones ideales lejanas a la realidad, pero es que ni en esas circunstancias han logrado mayor cosa; los socialistas que azotaron a Latinoamérica no pudieron haber llegado en mejor época y no pudieron haber disfrutado de mejores escenarios, en especial en países como Ecuador y Venezuela donde la cantidad de dinero que manejaron sus Gobiernos, gracias al boom petrolero, fue increíblemente alto; además disfrutaron de estabilidad política y se adueñaron de todos los poderes del Estado.
Todo eso y fracasaron rotundamente, así que ni en situaciones ideales el socialismo es sostenible en el tiempo y los estragos que produce son muy difíciles de resarcir.
El Socialismo del Siglo XXI demostró que no importa si el presidente es un doctor en Economía con más de una decena de doctorados Honoris Causa o si es un chofer de bus con un doctorado Honoris Causa difícil de explicar. Al final del día, no importa quien dirija: esta clase de sistemas está destinada al fracaso ya que no hay ser humano que pueda dirigir toda una economía a punta de tinta y papel para tratar cambiar la realidad con decretos.
Asimismo demostró que las palabras son armas muy poderosas, que el Estado de propaganda sirve para mantener a la ciudadanía cautiva pero que la realidad al final del día se hace presente y te despierta con una bofetada del sueño que te venden estos individuos con grandes ideales pero pésimas ideas para hacer sus sueños realidad.
También lo hizo demostrando que crear políticas que reflejan el odio y la envidia hacia los que más tienen, hacen que estos se vayan o en su defecto no vengan a nuestros países, lo que provoca altas tasas de desempleo y escasez de productos; también demostró que no abrirnos al mundo provoca que tengamos el mercado local lleno de productos caros, de baja calidad, poca variedad e incluso cada vez mayor contrabando y mercados negros.
El Socialismo del Siglo XXI demostró que la excesiva cantidad de impuestos provoca que las personas que tienen mucho dinero (incluso los socialistas mismos) busquen proteger sus ganancias en otros países donde la recaudación no sea tan excesiva.
En definitiva el Socialismo del Siglo XXI demostró todo lo que no debemos hacer como países si queremos alcanzar el tan anhelado desarrollo, es decir, tenemos que hacer lo contrario a lo que ellos hicieron, al menos en el plano económico.
Después de esta amarga experiencia con el socialismo, espero que nos haya quedado claro que en realidad lo que trae progreso, crecimiento y desarrollo es la cantidad de capital que exista en nuestros países y la habilidad que tengamos para hacernos más atractivos y captar esos capitales (un gran primer paso es dejar de ser infiernos fiscales) y que el libre comercio es el mejor mecanismo para obtener productos a menor precio, de mejor calidad y mucho más variados.
Para terminar me gustaría enfatizar que la culpa no la tienen solo los socialistas y su sistema, gran parte de la culpa recae sobre nosotros, ya que si tan sólo no nos hubiéramos dejado llevar por las palabras bonitas y el énfasis al odio, la envidia, en definitiva, a la lucha de clases sociales ellos nunca hubieran podido llegar al poder; para cambiarlos a ellos debemos empezar a cambiarnos a nosotros y nuestra forma de concebir el mundo, abandonar los resentimientos, comenzar a mirar hacia arriba y desear cada vez ser más prósperos sin tener la necesidad de querer disminuir el progreso de los demás, si ellos progresan, tú progresas y todos progresamos.