El día de ayer, 28 de agosto, el periódico inglés The Guardian publicó un artículo indicando que las mujeres superan por decenas de miles a los varones en admisiones universitarias. Es más, indica que tienen hasta la probabilidad de ingreso supera el 33 %. Sobre este fenómeno en auge, la filósofa y auto-proclamada “feminista fáctica”, Christina Hoff Sommers, plantea que existe una “guerra contra los niños”. Sostiene que la educación, desde la base, está condicionada para las niñas y propone soluciones para remediarlo, comenzando por considerarlo un problema social.
Segun datos de Ucas, el servicio británico de admisión de estudiantes, hasta el viernes por la mañana, 133.280 mujeres británicas de 18 años lograron ingresar a la universidad, en comparación con 103.800 hombres británicos de la misma edad.
Es decir, está programado el ingreso de alrededor de 30.000 mujeres más que hombres para iniciar el siguiente semestre, que comienza en el otoño del hemisferio norte; un récord nunca antes visto.
Además, las cifras del servicio de admisiones universitarias indican que las admisiones decrecieron. Alrededor de 6.600 estudiantes menos se han inscrito a lo largo del año, con respecto al mismo periodo del año pasado.
En términos porcentuales, el análisis muestra que en todo el Reino Unido se espera que el 27,3 % de los jóvenes (varones) vayan a la universidad este año, mientras que el 37,1 % de las (mujeres) jóvenes. Esto significa que las mujeres de 18 años de edad tienen un 36 % más de posibilidades de iniciar cursos de licenciatura este otoño que su contraparte masculina.
El índice de probabilidad de ingreso femenino aumentó 2,1 % con respecto al año asado y 6,1 en comparación a cinco años atrás. El centro de admisiones plantea que es por factor en la diferencia fue la cantidad de admisiones a la carrera d enfermería este año, aumentó un 9 %. En esa profesión las mujeres superan a los varones en un índice de 28 a 1.
Basado en la afinidad femenina hacia esta profesión, se desarrolló el documental Hjernevask que en noruego significa “lavado de cerebro”. El título alternativo es “La Paradoja la igualdad“. Hace alusión a cómo, pese a que el Estado creó políticas a favor de la igualdad de género, hay profesiones -como la ingeniería mecánica- que siguen siendo predominantemente desempeñadas por varones y profesiones -como la enfermería -desempeñadas mayormente por mujeres. Plantea que hay aspectos biológicos y psicológicos que predisponen ciertas afinidades, en contraste a la argumentación imperante que es netamente cultural.
Sobre las diferencias inherentes a los sexos, la profesora universitaria Christina Hoff Sommers, hace ahínco en cómo la educación moderna no da importancia a las necesidades de los varones. En su juventud, la profesora fue activista feminista por la disparidad de oportunidades que veía hacia las mujeres. Pero, una vez que fue madre y pudo evidenciar cómo sus hijos varones tenían cada vez más dificultad para aprender, ahondó en cómo el sistema educativo trata a los varones como “niñas defectuosas”.
Plantea que en los primeros años de la escuela las maestras son predominantemente mujeres y como tal el ambiente educativo se ve condicionado por ellas. Luego, sostiene que las maestras establecen cómo deben comportarse todos los alumnos con base en cómo se comportan las niñas. En un estudio para la Universidad Prager, cita al psicólogo Michael Thompson que llama a este fenómeno el “estándar de oro”; donde se pretende que tanto el comportamiento de los alumnos como la enseñanza de las profesoras se encamina hacia las niñas. Los alumnos deben ser como ellas y las maestras deben enseñar para ellas. Por ende, la experta sostiene que los niños son tratados como “niñas defectuosas”.
En la actualidad, todas las campañas educativas y laborales apuntan hacia la igualdad entre los sexos siempre y cuando la mujer esté por debajo, cuando supera al varón no merece campañas, mucho menos fondos estatales. Tampoco toman en cuenta las diferencias intrínsecas entre los sexos. Pero, sobre todo, ignoran las necesidades cognitivas y afectivas de los varones. Están quedando relegados en la academia y eso repercute sobre su desempeño laboral futuro y como tal en las economías nacionales.
Hoff Sommers, que es a su vez asesora académica del Insitituto Americano de Emprendimiento, indica que la carrera universitaria es el acceso hacia el “sueño americano”. Por ende cómo la educación repercute sobre la economía. En un video para el IAE presenta con datos del Ministerio de Educación de los EE. UU. que las mujeres dominan todos los títulos universitarios. Obtienen el 62 % de los títulos intermedios, 57 % de las licenciaturas, 60 % de las maestrías y doctorados 52 % de los doctorados.
Esto fue en el 2014. En los últimos tres años, la brecha se amplió. Como nos indican los índices del Ucas, el servicio británico de admisión de estudiantes, tiende al alza. Pero no ha sido diagnosticado propiamente como un problema, ya que es un desbalance entre los sexos que afecta al varón y las campañas de igualdad se enfocan en la mujer.
Hoff Sommers alega que la incapacidad de cumplir con estándar dorado desalienta la ambición en los varones y les desvincula del sistema educativo. Logra que el 70 % de sanciones disciplinarias son aplicadas sobre los varones y esto repercute en su acceso a estudios superiores. Para rebatir este fenómeno, la asesora educativa propone cuatro reformas.
Primero, estimular la lectura en los varones con material adecuado a sus preferencias. Segundo, estimular la imaginación de los niños. Plantea que son más kinéticos (gestos y posturas corporales como medios de expresión) los varones, por ende tienen mayor gusto por las aventuras y hazañas. Tercero, remover programas de “cero tolerancia”. Sostiene que los varones tienen hasta 500 % más probabilidades de ser expulsados del jardín de infantes, muchas veces por conductas inofensivas. Cuarto, expandir los tiempos de recreo; así crear mayores espacios de dispersión.
Sobre todo, ofrece soluciones para algo que considera un problema que debe ser abordado y que denomina “la guerra contra los niños”. El artículo de The Guardian proyecta la disparidad de admisiones universitarias de manera anecdótica, no como un triunfo de las mujeres ni como una derrota de los varones, como un hecho. Lo que no dice es por qué sucede, cómo se forman los niños y qué les desalienta a seguir estudiando.