El pasado miércoles, junto a demócratas prominentes, el senador Bernie Sanders, anunció su proyecto de ley “Medicare para todos”, también conocido como la atención médica de un solo pagador. El pagador único se refiere al Estado, la entidad que nada produce y se solventa a cambio de impuestos. No tardaron en aparecer testimonios contradictorios de quien pudo ser presidente de los EE. UU., el precandidato socialista democrático que perdió las elecciones primarias frente a Hillary Clinton. Décadas atrás incluso dijo que la medida que hoy él mismo propone dejaría a la nación en bancarrota.
En jurisprudencia existe un refrán que viene del derecho romano: “si no está escrito, no existe”. Esto aplica doblemente a Sanders. Primero porque hace promesas sin respaldo y segundo porque hay testimonios suyos declarando que lo que promete es no solo inviable sino nocivo. Con lo cual surge una nueva polémica. Existe registro no solo escrito sino verbal y audiovisual donde el propio promotor de esta medida decía que el costo “astronómico” del Medicaid de un solo pagador llevaría a la nación a la bancarrota. Pueden ver el video aquí.
Su rival dentro del partido, Hillary Clinton, afirmó hace poco: “Perdí porque Bernie Sanders prometía ponis para todos”. Los ponis justamente eran una alegoría sobre el acceso a salud financiada por completo por el Estado. Esta comparación logró severas críticas para Clinton. Pero hacía alusión justamente a eso, a cómo hacía ofertas su rival con base en ilusiones, sin fundamento.
“¡Salud para todos! Suena bien, ¿verdad? Pero, ¿cuánto costará? Parece que Sanders ni siquiera sabe”, dice en un artículo la plataforma digital Rare.
Agregan que Michael Tanner, del Cato Institute, dice que el sistema actual está “ejecutando unos 58 billones de dólares en rojo, después de totalizar todos los pasivos futuros proyectados”. Esta semana la deuda nacional estadounidense superó los USD $20 billones. No hace falta ser matemático para calcular que no solo no alcanza el presupuesto sino que hay saldo negativo.
Desde hace treinta años que Bernie Sanders lo sabe.
En 1987, cuando aún era alcalde de la ciudad de Burlington —en el estado de Vermont— Sanders afirmó que aunque apoyaba la atención médica universal, tratar de suscribir a todos los estadounidenses al servicio de salud estatal Medicaid “arruinaría a la nación”.
Y lo dijo cuando la deuda no estaba tan elevada como ahora. En 1987, cuando Sanders afirmaba que Medicaid sería demasiado caro para todos, la deuda nacional era menos de USD $3 billones. Actualmente ambos programas de salud estatal, tanto Medicaid como Medicare, exigen un presupuesto de medio billón de dólares por año; si se suman los gastos por estado y a nivel nacional.
Sanders hace 30 años opinaba: “Pero creo que lo que entendemos es que no podemos hacer eso a menos que cambiemos el sistema de financiamiento y el mecanismo de control en este país”. “Por ejemplo, si ampliamos Medicaid a todos”, continuó Sanders. “Dar a todos una tarjeta de Medicaid —estaríamos gastando una suma tan astronómica de dinero que, usted sabe, que llevaría a la quiebra de la nación—”.
La matemática no ha cambiado, sigue siendo inviable. Lo que ha cambiado es el discurso imperante. Y este cambio denota una crisis no solo ética sino estructural dentro del partido demócrata.
Así lo expone un artículo en la misma plataforma publicado el jueves pasado titulado “El proyecto de ley de Medicare para todos de Bernie Sanders enmascara la verdadera crisis del Partido Demócrata“. Luego de 30 años lograron que un tercio de los demócratas se sumen a esta iniciativa.
En comparación con el anterior intento del senador en 2013, cuando —según el autor de la nota— “ningún senador demócrata respaldó sus esfuerzos”. A excepción de Joe Biden, quien fue vicepresidente de Obama, todos los favoritos para la campaña presidencial de 2020 dentro del partido demócrata, entre ellos Elizabeth Warren, Cory Booker y Kamala Harris, apoyan esta iniciativa.
Pero la lista no termina ahí. Bernie Sanders también está en la lista de los posibles candidatos para la Casa Blanca. Pese a la contradicción en su propio discurso, a la falta de fondos financieros y evidente desconocimiento no solo de matemática sino de aritmética —para hacer una simple suma y resta—, la imagen del senador sigue mejorando y con él la iniciativa sigue avanzando. Porque como la misma candidata a la presidencia del partido demócrata dijo, vende ilusiones, no soluciones y las masas aplauden cuando les ofrecen ponis, lo que no les dicen es que es el pueblo quien paga las cuentas ni que el saldo del Estado está en rojo.