El jueves pasado el gobernador del estado de California en EE. UU. firmó una ley que puede condenar hasta un año de prisión y/o una multa de 1000 dólares a quienes usan pronombres inadecuados para referirse a ancianos que no se sienten identificados con su sexo biológico. Es decir, si una persona se identifica con el sexo masculino y se le llama con un pronombre del sexo femenino. Lo mismo aplica al revés. Por el momento la norma aplica en hogares de cuidados y centros de atención médica para ancianos. Lo que no dice es cómo esto implica un atropello a la libertad de expresión y cómo su aplicación requiere quebrar con la igualdad ante la ley y por ende —aunque sostiene lo contrario— promueve la discriminación.
El gobernador demócrata Jerry Brown firmó la ley conocida como la “Declaración de Derechos de los LGBT”. Adicionalmente, la ley exige que los residentes utilicen el baño de su elección, independientemente de su sexo biológico. O sea que un anciano que tenga órganos reproductivos masculinos, puede utilizar el baño de mujeres si se identifica como mujer; lo mismo al revés.
Según un artículo sobre el tema en la plataforma digital The Daily Caller, el senador estatal demócrata que presentó el proyecto de ley, Scott Weiner dijo: “Todo el mundo tiene derecho a su punto de vista religioso. Pero cuando entras en el espacio público, cuando estás dirigiendo una institución, estás en un lugar de trabajo, estás en un entorno civil y tienes que seguir la ley”. Es decir, el senador faculta y promueve la intromisión estatal en entidades privadas al proclamarlas dentro de espacios públicos y por ende puede ir contra sus normas internas.
Agrega: “Nuestros ancianos LGBT construyeron la comunidad LGBT moderna y lideraron la lucha por tantos de los derechos que nuestra comunidad da por sentado hoy. Es nuestro deber asegurarnos de que puedan envejecer con la dignidad y el respeto que merecen “, escribió Wiener. “Quiero agradecer al gobernador Brown por unirse a nuestra coalición para apoyar este proyecto de ley, lo que marcará una verdadera diferencia en la vida de las personas. La Declaración de Derechos de los LGBT es un paso importante en nuestra lucha, para asegurar que todas las personas sean tratadas con igualdad, independientemente de su orientación sexual o identidad de género “.
No obstante, pese a la mención y la intención de pregonar el trato igualitario, lo que logra esta normativa es lo contrario. El principio que reconoce que todas las personas deben ser tratadas por igual, de la misma manera, por la ley y por ende ante la justicia es el principio de isonomía. Proviene del griego “isos” que significa igual y “nomia” que significa la norma, ley, costumbre. Es decir, que la isonomía implica la igualdad ante la ley. Fue en base a este concepto que surgió la democracia ateniense, en la Antigua Grecia, y consigo en el mundo.
Asimismo este concepto es lo que da lugar a los derechos individuales que promueve el liberalismo, donde la ley garantiza que el Estado no pueda prejuzgar ni privilegar a ningún individuo o grupo de individuos. Esto incluye la discriminación por su raza, sexo, orientación sexual, género, nacionalidad, etnia y/o religión.
En este caso, se está creando una ley específica basada en la identificación sexual y la edad de las personas, dos parámetros arbitrarios. O sea que se está promoviendo una desigualdad ante la ley. Y no solo eso, tampoco respeta el credo de las personas y las instituciones que crean con esta base.
Legalmente comprende otro atropello, viola la libertad de expresión garantizada en la primera enmienda de la Constitución. Condiciona la forma en la cual hablan las personas. Crea un léxico permitido y censura aquello que no está dentro de este nuevo código, logrando hasta privar de su libertad —condenando a prisión— a quien se atreva a hablar de manera inadecuada.
En el caso de los ancianos tiene un riesgo agregado, son más impredecibles. Con frecuencia la ancianidad viene acompañada de la senilidad y consigo el deterioro de las capacidades cognitivas. Esto puede desencadenar en lapsos de memoria, al igual que alteraciones en la personalidad. Cabe agregar que dentro del abanico de la diversidad sexual existen las personas de género fluido, o sea que su identificación y expresión sexual varía. Entonces pueden asumirse de cierto sexo en un momento y de otro en otro momento. Estas manifestaciones en el caso de ancianos seniles puede ser más frecuente, logrando que quien interactúe con ellos esté más expuesto al riesgo de utilizar un pronombre inadecuado y por ende bajo el riesgo de sanción de multa y/o prisión.
Pero esto no es un caso nuevo ni aislado. Cuando se aprobó una enmienda constitucional similar en Canadá, la enmienda C-16 que agrega la expresión e identificación sexual a ley de Derechos Humanos y el código penal, el primero en protestar fue el psicólogo clínico, licenciado en ciencia política y fervoroso defensor de la libertad de expresión, el Dr. Jordan B. Peterson. En una entrevista para la BBC dijo : “Si la persona transexual estándar quiere ser considerada como él o ella, me dirigiré a él o ella de acuerdo al rol que asuma”. O sea que cuando la persona tiene un género asumido la distinción es clara y por ende dirigirse a esa persona con el pronombre de su preferencia es claro.
Sin embargo, como el científico combina en sus críticas ambas profesiones, vincula el análisis psicológico al uso histórico de los términos y aplicación por parte de la política. Sostiene que términos como “identidad de género” y “expresión de género” son demasiado amplios. Y que por medio de “proposiciones de los construccionistas sociales radicales” están siendo utilizados para intimidar a los opositores a la sumisión.
Argumenta que estas medidas que condicionan el habla pueden generar dos reacciones: “Uno es la esclavitud silenciosa con toda la represión y el resentimiento que eso va a generar, y el otro es el conflicto absoluto.” Agrega: “La libertad de expresión no es sólo otro valor, es el fundamento de la civilización occidental “.
Es decir, aunque aparentemente es una medida inofensiva e incluso heroica en cuanto tributa a una generación que aumentó la amplitud de derechos LGBT, exige la penalización del discurso; logrando incluso a condenarle a prisión a quien dice lo que no se debe. Como el término indica, la expresión de género es una extensión de la libertad de expresión y por ende está garantizado constitucionalmente que una persona exprese como prefiera; aplica tanto a la identificación sexual como al vocabulario. Ni las conductas ni las palabras deben ser condenadas. Pero lo que sucede con esta medida es la politización del discurso y consigo la persecución ideológica. Es decir, se está generando una discriminación mientras se ostenta lo contrario.