“Los niños tienen pene y las niñas tienen vulva”. Esa era la frase escrita en un autobús de la organización “hazte oír” que la semana pasada causaba escándalo en Madrid, España. Para muchos ese mensaje es “transfóbico” y está lleno de odio. Para otros, además de ser hiriente, es un mensaje que debería ser retirado de las calles en tanto que ofende a una minoría.
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La gobernación de Madrid decidió sacar de circulación el autobús afirmando que era un mensaje de odio y que violaba la “Ley de Protección Integral contra la LGTBIfobia“. Esta nueva mordaza que han puesto a los ciudadanos españoles ha animado, nuevamente, el debate sobre la “ideología de género” y las discusiones sobre cómo educar a los niños.
De un lado, hay quienes afirman que es necesario que a los niños se les dé una educación en la que se les permita dudar de su orientación y explorar su identidad sexual. Otros aseguran que ese tipo de educación no es conveniente para los niños. Esas parecen ser las dos visiones de la discusión. Sin embargo, para los libertarios el punto no está en ese debate, la clave de este problema viene a ser la libertad y la privatización de la educación.
Y es que ¿quién mejor para educar a los niños que sus propios padres? Nada debería hacer el Estado poniéndose del lado de algún grupo y coartando las libertades de los individuos.