En Brasil aumentó en 0,7 % el empleo respecto al primer trimestre. Los primeros tres meses del año cerraron con un desempleo 12,7 %, mientras que el segundo trimestre cerró con 12 %. De modo que el empleo aumenta de forma lenta pero constante.
Respecto al segundo trimestre del 2018, que cerró con 12,4 % de desempleo, hay una mejora del 0,3 % en el 2019. Así lo informa la Encuesta Nacional de Muestra Continua de Hogares (PNAD), publicada al terminar la primera quincena de agosto por el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
A taxa de desocupação recuou em 10 estados, mas o número de pessoas que procuram trabalho há mais de 2 anos é recorde, segundo a Pnad Contínua, divulgada hj pelo #IBGE. Assista aos comentários de Adriana Beringuy, responsável pela pesquisa, e saiba + em: https://t.co/ft3RcFGpk4 pic.twitter.com/PD5xBRRTSp
— IBGE Comunica (@ibgecomunica) August 15, 2019
El desempleo bajó en 10 de los 27 estados federados
En 10 de los 27 estados de la Federación de Brasil bajó el desempleo durante el primer semestre este año. Las mayores caídas ocurrieron en Acre (18 %), Bahía (17.3 %) y Pernambuco (16 %), y las más bajas en Santa Catarina (6 %), Rondônia (6.7 %) y Rio Grande do Sul (8,2 %). También en Amapá bajó del 21.3 % al 16.9 %, en Alagoas del 17.3 % al 14.6 % y Minas Gerais del 10.8 % al 9.6 %.
Los 17 estados restantes de la Federación se mantuvieron mayormente con una tasa sin cambios. Aunque la zona más afectada por la migración y el asilo de refugiados, como el caso de Roraima, subió del 11.2 % al 14.9 %, y en Distrito Federal aumentó del 12.2 % al 13.7 %. Mientras que en São Paulo el desempleo cayó del 13.5 % en el primer trimestre de 2019 al 12.8 % en el segundo trimestre del año.
Bolsonaro y el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística
Pese a que los índices demostrados son favorables, el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística resalta negativamente que el 26,2 % de los desempleados han estado buscando trabajo durante al menos dos años. Esto ha provocado duras críticas contra el Gobierno de Jair Bolsonaro, como si fuese el culpable.
Desde el 1 de enero de 2019 Bolsonaro está a cargo de la Presidencia, pero el estancamiento persiste desde hace dos años. Es decir, el fenómeno surgió en gobiernos anteriores al suyo. En el gráfico inferior se puede observar el declive en la tasa de empleo que empezó en el 2010 bajo la administración de Lula Da Silva, que continuó disminuyendo con su sucesora Dilma Roussef en el poder, y se mantuvo en una caída estrepitosa hasta que ella fue dimitida por sus vínculos a casos de corrupción y asumió el vicepresidente Michel Temer.
De enero a abril, el desempleo cayó 6,83 %
Después de tres años consecutivos de despidos, la economía brasileña volvió a generar empleos con un contrato formal en 2018, cuando se abrieron 529 554 vacantes formales, según datos oficiales.
La tendencia se mantuvo al alza desde que perdieron el poder los líderes socialistas y bajo el mandato de Bolsonaro, el mes de abril del 2019 se destacó como el mes de mayor generación de empleo en los últimos seis años, con 129 601 nuevas contrataciones.
Entre enero y abril el país registró la creación de 313 835 empleos, lo que significó una caída del desempleo del 6,83 % frente al mismo período del 2018.
11 millones de brasileros salieron de la extrema pobreza
Asimismo, el 16 de julio el Ministerio de Ciudadanía anunció que 11 millones de familias dejarían de depender del Estado. El portavoz de la Presidencia, Otávio Rêgo Barros, confirmó que estas familias abandonaron voluntariamente el programa Bolsa Família debido a que sus ingresos ahora están por encima de lo que se considera «pobreza extrema».
Fue el proceso inverso de los gobiernos de tendencia socialista del expresidente Lula da Silva, ahora preso y condenado por corrupción, y la dimitida expresidente Dilma Roussef, que hicieron crecer el número de familias que dependía del Estado para vivir.
En 2003, 16,5 millones de personas dependían del programa Bolsa Familia por un monto de 975 millones de dólares (0,17 % del producto interno bruto, PIB, del país). Diez años después, con Dilma Rousseff en el poder, cerca de 55 millones de personas, o 12 millones de familias (el 27 % de la población de Brasil), recibía 12 242 millones de dólares, el 0,51 % del PIB.
Bajo Bolsonaro, por primera vez, los beneficiarios de la Bolsa Familia devolvieron dinero recibido, ya que estaban por arriba de la línea de pobreza, según las investigaciones realizadas por el Tribunal de Auditoría de la Unión (TCU), que utilizó los datos cruzados para identificar a las familias que no cumplían los requisitos para ser elegibles del beneficio Bolsa Família.
Aunque cada día son más los brasileros que salen de la extrema pobreza, y ganan autonomía fuera de la dependencia estatal, la aceleración económica no llega al nivel que se esperaba con Bolsonaro; el oficialismo alega que el mayor obstáculo ha sido el sistema previsional que ocupaba el 53 % del gasto estatal y hacía que el sector privado se desangre para mantener las jubilaciones del sector público.
Ahora que fue aprobada la reforma previsional que reduce privilegios estatales, podría darse un cambio significativo.
Mientras tanto, medios de comunicación locales y la misma entidad gubernamental a cargo de las estadísticas, la IGBE, prosiguen en las críticas contra Bolsonaro por una situación de empleo que él no produjo, sino que heredó.
Sin embargo, el mandatario tiene las cifras a su favor, demostrando que el desempleo sigue a la baja, disminuyendo de forma lenta pero estable.