Cuba puso en marcha su nueva Constitución que exige periodos limitados para la presidencia, que ahora será considerada de la República, un término ausente en Cuba desde que se instauró el comunismo en 1959.
El propio Miguel Díaz-Canel llamó “obsoleto” al sistema imperante. A simple vista pareciera un cambio esperanzador. Pero la realidad es que la Constitución se consagró con un plebiscito que fue votado mediante la persecución de sus detractores. Más de 140 integrantes de UNPACU, la Unión Patriótica de Cuba, hicieron huelga de hambre luego que ellos y sus coidearios fueron detenidos, sus viviendas fueron allanadas y sus familias acosadas.
Además, el plebiscito no proponía alternativas independientes. Los cubanos que habitan la isla tenían solo dos opciones para elegir, entre la constitución actual que concentra el poder en el partido comunista o la nueva que lo divide entre la cúpula del poder, a su vez controlada por l partido comunista.
Así lo explica para PanAmPost Ricardo Manuel Rojas, juez argentino y autor de la obra Los derechos fundamentales y el orden jurídico e institucional de Cuba.
¿Cómo resumiría para quienes no tienen formación jurídica lo que sucede hoy a nivel gubernamental en Cuba?
Los cambios jurídicos y políticos que se están produciendo en Cuba, se explican en primer lugar porque el esquema político inicial del régimen cubano no podía persistir.
El régimen establecido por los hermanos Castro a partir de 1959 se basaba en el poder absoluto en sus manos. El sistema político era piramidal, el poder residía en el Partido Comunista que era manejado por Castro, y por la Asamblea del Poder Popular que también era manejada por él. Eran una serie de instituciones que respondían todas al dictador.
Desaparecido Castro, la única figura que podía de algún modo reemplazarlo era su hermano Raúl. Pero también llegó el momento de preparar su reemplazo. Debido a que el régimen fue absolutamente personalista, no había forma de que pudiera mantenerse en los mismos términos iniciales, y las reformas que se han presentado como “modernización”, en realidad son un mecanismo para poder mantener el régimen autoritario, pero en un esquema que no dependa del poder hegemónico de una persona.
Para ello se presentó la nueva Constitución, que mantiene en esencia la estructura de la anterior, con algunas modificaciones que parecen tender hacia un esquema más abierto, pero que en la práctica, toda vez que las mismas instituciones concentran el poder real, terminan siendo sólo propaganda. Lo que se establece un poco más claramente es el procedimiento para la designación del presidente y la periodicidad en su mandato —cosa que no existía en la anterior—, pero el problema es que aunque puedan rotarse ahora algunos funcionarios, la concentración de poder en los órganos del partido Comunista y la Asamblea, permanecen.
Díaz-Canel llama obsoleto al sistema previo, ¿cuán profundos son los cambios propuestos?
Un tema no menor en esta cuestión es el modo en que se incorporó la nueva Constitución. El referéndum o la consulta popular tradicionalmente han sido herramientas de gobiernos autoritarios para tomar decisiones, manipulando a la gente, pero dando la sensación de que es el Pueblo el que decide. En este caso, se sometió a referéndum la aprobación de la nueva Constitución. Las alternativas ciertas eran dos: 1) o la gente votaba por aprobar la nueva Constitución, y entonces, a pesar de que ella contiene algunas ventajas respecto de la anterior, terminaban avalando o convalidando popularmente la reforma, lo que era muy útil para el Gobierno, o 2) votaban contra la aprobación de la nueva Constitución, con lo cual continuaría rigiendo la anterior, que es más autoritaria aún que la actual. En cualquiera de los dos casos ganaba el Gobierno, y la gente fue manipulada para dar la sensación de que se trató de una decisión popular.
¿Es más alentador que preocupante el accionar del régimen? Pues es un indicador que necesitan afirmarse en el poder.
Es importante tener en claro que estas modificaciones se hicieron, no como un paso hacia la modernización o un sistema más abierto que reconozca los derechos individuales de los ciudadanos cubanos, sino como una necesidad política de organizar un Gobierno que pudiera funcionar, en los mismos niveles de control estatal, pero sin las figuras paradigmáticas de los hermanos Castro.
A partir de estas nuevas instituciones creadas por la Constitución, se podrá mantener el poder central autoritario en manos del Gobierno, aun cuando los funcionarios puedan rotar en sus cargos. Desde este punto de vista, es un retroceso para quienes pensaban que una vez desaparecidos los Castro de la escena política, el régimen se caería. Por eso hay que seguir con mucho cuidado los acontecimientos que se producen en la isla, donde las persecuciones a disidentes continúan y las libertades siguen siendo restringidas.