En el marco de la visita de Mauricio Macri a España en la búsqueda de inversión extranjera para Argentina, el jefe de estado realizó una visita al Parlamento español donde se escucharon críticas desde el bloque legislativo de Podemos.
El espacio de los voceros europeos del chavismo tuvo intervenciones que, más allá de la interpretación política o ideológica, estuvieron colmadas de desinformación y contexto sobre la situación argentina.
Este fue el caso de Iñigo Errejon que acusó a Rajoy de tener trato preferencial con Macri por supuestas afinidades ideológicas.
Su discurso tuvo aspectos para señalar y no dejar pasar por alto, ya que pueden crear confusión en España y en donde no se conozcan ciertos aspectos de la realidad política y económica argentina.
“El señor Macri en un año de gobierno ha aplicado un tarifazo en gas, agua y electricidad”, reclamó Errejon en el parlamento español ante los aplausos de sus compañeros de bancada.
Tenemos que ir a la crisis de 2001 para entender el desastre energético que vive hoy Argentina. Con la devaluación del peso convertible al dolar, el gobierno de Eduardo Duhalde “congeló” las tarifas subsidiando a las empresas la diferencia, por lo que la gente comenzó a pagar los servicios a los mismos precios que en la convertibilidad, pero con pesos que ya estaban a la cuarta parte del valor anterior. Con la llegada de Néstor y Cristina Kirchner, en lugar de ir adecuando gradualmente las tarifas, se continuó subsidiando con los ingresos de la soja y la emisión monetaria todos los servicios a los cuales Errejon hace mención.
No hace falta aclarar que la incongruencia total entre el consumo y los precios generó una desinversión enorme por parte de las empresas y un despilfarro por parte de los usuarios.
El resultado de esto, luego de la última década populista, fue el desabastecimiento total del sistema energético. La electricidad comenzó a cortarse en reiteradas oportunidades, como en la década del 80, y más allá de la incomodidad que esto genera para los usuarios, se registraron varias tragedias por esta complicación. Muchos ancianos fallecieron en diferentes auspicios por la falla de dispositivos electrónicos y por la pérdida de las medicinas que no se podían mantener refrigeradas.
Otra situación usual fue la pérdida total de la mercadería de muchos pequeños bares, restaurantes y almacenes, que no contaban con un servicio energético alternativo. Las grandes empresas, con posibilidades de tener aparatos electrógenos alternativos, no sufrían tanto las consecuencias. Una vez más, el populismo había vuelto a perjudicar a los que menos tienen.
Para el momento en el que la gestión de Cambiemos asumió el déficit fiscal estaba desbordado y se financiaba con una emisión monetaria descontrolada y una inflación de por encima del 40 % anual. A todo esto los servicios bimestrales le podían costar a una familia promedio en Buenos Aires un aproximado de 5, 6 o 7 dólares. El desajuste fue tan grande que la opinión pública admitió que los precios eran irrisorios y que las tarifas debían ajustarse. Lo reconocieron todos los candidatos en campaña, incluso el peronista Daniel Scioli.
Cabe destacar que los subsidios no fueron aplicados para todos por igual, sino que fueron otorgados a los distritos de mayor visibilidad política. Mientras que a metros del Obelisco del centro porteño una familia pagaba centavos por el gas, en el interior del país los más necesitados pagaban precios de mercado por garrafas de gas, ya que ni siquiera cuentan con la infraestructura para tener el servicio en la cocina y una ducha caliente en el baño.
En la actualidad Macri, acusado de impulsar un tarifazo por lo kirchneristas locales y por los podemitas españoles, continúa subsidiando la energía. La nueva gestión se ha dedicado a reducir gradualmente el desastre que heredó.
Sin dudas el gobierno argentino es merecedor de muchas críticas, como las de avalar moralmente el modelo de “redistribución del ingreso”, mantener el modelo de sustitución de importaciones o no encontrar mecanismos más eficientes para la reducción del gasto público y el déficit fiscal. Pero lo cierto es que no es responsable de ningún tarifazo.
Habría que preguntarle al diputado de Podemos como compatibiliza su preocupación social al avalar que una familia de clase media pague por la energía eléctrica cada dos meses lo mismo que por una pizza o por qué defiende al gobierno argentino que hizo que los más necesitados tengan que dedicar la mayor parte de sus ingresos a elementos rudimentarios para poder calentar un plato de comida.