
Dentro de lo que se conoce como el ideario liberal, como en otras corrientes de pensamiento, existe una mayoría de puntos en común y una minoría de disidencias. Dentro del espacio de acuerdo sin duda se destacan los derechos individuales, las libertades, el respeto a la propiedad privada, la limitación del Gobierno y la defensa del libre comercio. Dentro de las zonas de debate del movimiento libertario existen también unos asuntos de polémicos desencuentros como la propiedad intelectual y el aborto.
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Los temas de debate entre los que se destacan estos dos mencionados, curiosamente no pertenecen a un desencuentro entre las corrientes liberales. El aborto y la propiedad intelectual tienen sus defensores y críticos dentro de los liberales clásicos, libertarios, anarquistas (pro mercado y propiedad privada), seguidores de la escuela de Chicago, austríacos o cualquier otro que se identifique con las ideas de la libertad.
La mayoría de los comunicadores que pertenecemos a estas corrientes tenemos una especie de acuerdo implícito que “los platos sucios se lavan en casa”. Seguramente alguien que no sea de esta corriente de ideas se imagine lo acalorado que puede ser un debate entre liberales sobre los puntos en los que no nos ponemos de acuerdo. El nivel de excitación y el volumen de la discusión sin duda supera ampliamente los que se puedan observar cuando enfrente hay un socialista o un conservador de interlocutor.
Esto no quiere decir que los liberales evitemos dar públicamente, como individuos, nuestra posición sobre estos asuntos. Al ser el ámbito de las ideas algo fundamental para un liberal, es difícil que en un debate determinado uno de nosotros se quede con la boca cerrada.
En una entrevista con el Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, sobre el debate del aborto en Chile, el periodista le comentó que lamayoría de los diputados de “la derecha” votaron en contra de la iniciativa. Vargas Llosa automáticamente denominó a estos legisladores como una “derecha no liberal”.
Claro que el escritor tiene todo el derecho de manifestar su acuerdo con el aborto y su diferencia con este grupo parlamentario, pero asociar al liberalismo con la causa proaborto es una deshonestidad intelectual, de la que el nobel tiene que estar al tanto.
Dentro del pensamiento liberal el debate a favor del aborto suele basarse en los derechos de la mujer sobre su cuerpo y en el grupo de detractores lo que prima es la prioridad del el niño por nacer. Las dos posiciones llevadas al extremo encuentran una justificación dentro del pensamiento liberal. Es por eso que “ambos bandos” reconocemos la discusión como un debate interno.
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Si hay algo que sin dudas las ideas liberales lograron, de la mano del proceso de mercado y el capitalismo, es la posibilidad de un sin número de métodos anticonceptivos a precios ínfimos, disponibles para todo el mundo, por lo que los casos de embarazos no deseados dentro de las relaciones consentidas pudieron reducirse considerablemente. Incluso dentro de los casos de abusos sexuales existen métodos y tratamientos para ser utilizados dentro de las primeras horas e impedir la tragedia de un embarazo en estas condiciones.
Si Vargas Llosa desea dar su opinión al respecto, la cual comparten muchos liberales (no todos), está en su derecho. Lo que no debería hacer es asociar su idea al pensamiento liberal, ya que lo único que hace es aportar confusión y desinformación al respecto.