
A pesar de que la archienemiga pública del presidente argentino, Mauricio Macri, sea la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner, y que su principal aliada sea Elisa “Lilita” Carrió, quién le acaba de regalar una victoria histórica en la Ciudad de Buenos Aires, con más del 50 % de los votos y más de 25 puntos de distancia del kirchnerismo en el distrito, la realidad política puede ofrecer un trasfondo más complejo de lo que a simple vista parece todo esto.
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En el discurso donde la expresidente argentina reconoció que no le alcanzaron los votos para superar al candidato oficialista, Esteban Bullrich, Kirchner decidió dejar las cosas en claro sobre lo que piensa hacer en el futuro. Y esta decisión difícilmente favorezca a alguien tanto como a Mauricio Macri. Para Cristina Fernández el escenario es claro. Ella, con todo el aparato del Estado en contra y los medios de comunicación en luna de miel con el macrismo, es la única que puede hacer de oposición al Gobierno de Cambiemos. Su argumento es que su caudal de votos es superior al del massismo y el peronismo no kirchnerista juntos. Y al menos en eso, hoy, tiene razón.
Claro que este escenario no tendría que ser el definitivo y el peronismo podría llegar a ofrecer un candidato con posibilidades bajo una futura unificación. Pero como nada de esto hoy es parte de la realidad, Kirchner hace lo que le conviene y se queda en la foto de la actualidad. Ella es la opositora con más votos, y el que quiere, que la siga. Claro que el peronismo, al menos el sector que ya no quiere tener nada que ver con la expresidente, comprende que, a pesar de que hoy sea la opositora con mayor caudal de votos, esto no le alcanzó ni siquiera para ganar la provincia de Buenos Aires, donde fue derrotada por un candidato oficial que ni siquiera era conocido por la totalidad del electorado cuando comenzó la campaña. Estos dirigentes peronistas comprenden que, mientras ella siga vigente, podrá salir segunda, pero el Partido Justicialista no tendrá posibilidades de regresar al poder.
Esto abre la posibilidad de que la exmandataria tenga otra agenda encubierta más importante que la de volver a ser presidente, y esta podría ser, nada más y nada menos, que permanecer en libertad. Con la evidencia descomunal en su contra en un sinnúmero de causas, no hace falta ser especialista en derecho como para comprender que puede caer en prisión en cualquier momento. Incluso se podría llegar a sospechar que su permanencia lejos de la celda podría tener alguna razón política.
A pesar de no ser responsable por la estrategia kirchnerista, el discurso de Cristina resultó como música para los oídos de Macri. Ella no se retira y convoca a una oposición, que no la quiere, a ir detrás de ella o a mantener el 5 % de los votos que cosechó hoy Florencio Randazzo o el 11 % de Sergio Massa. No hay que ser tampoco politólogo especializado para comprender que así lo dejó entrever, Cristina se presenta para presidente en 2019, Mauricio Macri será reelegido sin problemas en el cargo.
Claro que para que la expresidente continúe fragmentando la oposición necesita permanecer en libertad. Siguiendo esta hipótesis, los enemigos públicos número uno tienen una agenda común que los une y casi que los convierte en aliados. La reelección para uno y la libertad para la otra.
De la misma manera que con su rival más importante, el presidente argentino tiene una curiosa agenda en común, la principal aliada y heroína de la elección en la Ciudad de Buenos Aires, Elisa Carrió, podría resultarle un dolor de cabeza.
A diferencia de los peronistas, radicales e independientes que acompañan al líder de Cambiemos, que se encuentran absolutamente alineados, Carrió es tan independiente como impredecible. A la hora de ser el candidato a presidente que le ganó a Daniel Scioli, Macri necesitó de esa imagen independiente que le aportó Carrió a su frente. Lo mismo en la jornada de ayer para obtener una victoria aplastante en uno de los distritos más importantes.
Si bien el presidente argentino no le “vendió el alma al diablo”, porque no le dio su alma a nadie y Carrió no es el diablo, los aportes de la fundadora de la Coalición Cívica no han sido gratuitos y pueden ser futuros condicionamientos. Para ser la cabeza de lista en la ciudad, Carrió se aseguró la mayoría de las bancas en la legislatura municipal y el Congreso Nacional. También obtuvo una excelente negociación en el cierre de listas del interior del país, donde puso a varios de sus dirigentes en puestos salientes.
Resumiendo, la hegemonía de Macri dentro de Cambiemos ya no es la misma que cuando fue electo presidente en 2015. Hoy, Elisa Carrió se convirtió en una jugadora de peso y el presidente, que se vio beneficiado por sus aportes, deberá comenzar a pagar el precio de darle el lugar que se ganó.
Macri sabe que debe tener un trato especial con ella, porque comprende que su aliada es capaz de cuestionarlo públicamente, como ya ha hecho en otras oportunidades. Un ejemplo de esto es el rol del presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, que fue denunciado por la misma Carrió de ser el operador en la justicia de su socio político.
En este 2017 Mauricio Macri tiene todos los planetas alineados, pero con un extraño trasfondo: su principal enemiga es, en cierta manera, su principal aliada, y de quien más se tiene que cuidar y a quien más debe complacer y tratar entre algodones… es a su socia política.
Paradojas de la política argentina.