Durante los últimos años del kirchnerismo, cualquier argentino que viajaba al exterior se sentía como un alemán que pasaba del Este socialista al Oeste liberal. La previa de un viaje era la odisea de la compra de moneda extranjera, que se dificultaba horrores, ya que había que solicitar la autorización mediante una computadora con la agencia recaudadora de impuestos. Igualmente el mercado negro garantizó siempre las divisas necesarias, claro, al precio lógico de mercado.
Cuando el viajero arribaba a cualquier país con un sistema económico medianamente más civilizado, y veía cómo se podía cambiar moneda extranjera en cualquier comercio, incluso fuera del horario bancario, la mezcla de risas e indignación era inevitable.
Dejando atrás el kirchnerismo, Cambiemos puso fin al “cepo cambiario”, pero todavía existían ciertas restricciones, como la del monopolio de las entidades bancarias, autorizadas por el Banco Central. Desde hace unos meses comenzó a profundizarse una desregulación del mercado cambiario y se avaló que una persona pueda comprar con efectivo en cualquier banco moneda extranjera sin ser cliente con cuenta registrada en esa entidad.
Finalmente, en las últimas horas se confirmó que a partir de marzo, cualquier comercio podrá ofrecer venta de divisas solamente por anotarse en un “registro de operadores de cambio”. Según el Gobierno se busca “brindar mayor competencia y transparencia a ese mercado mediante la incorporación de nuevos y diversos oferentes, a la vez que simplificar toda la tramitación respectiva”.
Claro que, más allá del discurso positivo de ampliar el mercado y de facilitarle los trámites a los ciudadanos, la quita del monopolio a los bancos y casas de cambio también tiene cierta relación con una especie de castigo, ya que las autoridades están convenidas que en los últimos días, con las recurrentes subas y el precio del dolar, que ya ronda los 20 pesos, pudo haber existido una especulación que se tradujo en varios centavos, que no hubiese tenido lugar en un mercado más amplio y abierto.
Más allá de los motivos de fondo que desembocaron en esta novedad, sin dudas se trata de una medida auspiciosa para todos los argentinos y para los turistas que se encuentran de visita en el país.