En la jornada de ayer, el presidente argentino tuvo una reunión con sus ministros, donde Macri puso énfasis sobre la necesidad imperiosa de una buena política educativa. Para el líder de Cambiemos, sin eso, nada de lo que se haga como plan de gobierno tendrá utilidad en el largo plazo.
La reunion también cubrió las implicancias de las nuevas medidas de reducción de la planta política del Ejecutivo y la prohibición de tener parientes en el Estado.
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Mientras solicitaba que se trabaje “para las personas alejadas del poder”, Macri manifestó: “Si fracasamos en la educación pública no hay futuro”. Más allá de las buenas intenciones del presidente, el enfoque de su Gobierno, como el del anterior está equivocado. Las políticas que se vienen implementando, y las que ahora han sido anunciadas, no representan la mejora sustancial que necesita el sistema de educación argentino.
Hoy, de la mano del ministro de Educación, Macri anunció la ampliación del sistema de becas “Progresar”:
“Estamos trabajando para que cada argentino pueda desarrollar su sueño. Un pilar fundamental es la educación. Queremos que cada vez más jóvenes estudien, pero también que se reciban. Cada chico que lo necesite va a tener su beca y lo vamos a apoyar. Es la primera vez en la Argentina que existe una línea de becas tan amplia como la que presentamos hoy”, destacó el líder de Cambiemos.
En lo concreto, el plan, presupuestado en 10 mil millones de pesos (500 millones de dólares), servirá para contribuir con jóvenes de 18 a 24 años, cuyos ingresos de sus familias sean inferiores al de tres salarios mínimos. En caso de continuar con estudios universitarios, el plan puede extenderse hasta los 30 años.
Si bien es cierto que, a diferencia con los momentos del kirchnerismo, la actual gestión pondrá ciertas condiciones como materias aprobadas y progreso en las carreras (antes los fondos se otorgaban como subsidios sin requerimientos y obligaciones), hacen falta otras cuestiones importantes para obtener los resultados que demandará el mundo que viene en materia educativa.
Más recursos monetarios no arreglarán el problema
La gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, también hizo anuncios relativos a la cuestión. Los mismos tendrán que ver con un boleto escolar y un incremento de presupuesto para la construcción de nuevas aulas. Al igual que con el anuncio nacional, nada de esto brindará un aporte sustancial a la educación argentina.
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Cuando analizamos la problemática y las medidas aplicadas, todo parece indicar que el sistema educativo argentino es bueno, por lo que hay que incrementarlo y ayudar a las personas sin recursos a formarse dentro del mismo. Lo cierto es que, el sistema no es bueno y que la gente con muy pocos recursos no soluciona sus problemas con más recursos monetarios que se otorguen desde el Estado.
Más allá de lo que indique una interpretación superficial, el Estado para mejorar la educación, en lugar de hacer más, debe hacer menos. Esto pasa por descentralizar y liberar de contenidos, estatutos y reglamentos para que cada institución, sea del ámbito privado o estatal, pueda generar su propio proyecto. A pesar de que Macri haga referencia a la “educación pública”, la cual quiere mejorar, las garras del control gubernamental llegan por igual a las de gestión privada y estatal, por lo que todas las instituciones padecen del mismo principal problema.
Un modelo monopólico
Mientras exista un modelo monopólico, en este caso de los ministerios de Educación provinciales o nacionales, o entes como la CONEAU (Comisión Nacional de Evaluación y Acreditación Universitaria) será imposible percibir algún modelo de éxito, ya que estos son hijos de la innovación en libertad y competencia.
La cuestión de contenidos y metodologías no son los únicos ámbitos que florecerían ante un sistema de libertad educativa. Una posibilidad de autonomía (real) en cuestiones de reglamento (que debería ser libre y autónomo para cada escuela) significaría el final del grave problema del “bullying” en las escuelas, que ya ha causado varias muertes por suicidios de jóvenes pre-adolescentes. En la actualidad, las autoridades de los colegios argentinos tienen pánico de tomar medidas disciplinarias por temor a represalias de índole política, que nada tendrían que intervenir en las cuestiones internas de cada centro educativo.
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Con relación a las cuestiones presupuestarias, el kirchnerismo dejó la lección que más dinero no es sinónimo de mejor educación. En los últimos años Argentina fue noticia por dos cuestiones un tanto antagónicas: nunca se dedicó tanto porcentaje de dinero en relación al presupuesto anual, pero a la vez, el país hasta fue expulsado de las pruebas PISA por falsear resultados para esconder el paupérrimo nivel obtenido.
Modelo educativo basado en la innovación
Una reforma exitosa en materia de educación vendrá de la mano de un cambio de paradigma y no en la búsqueda de imponer un modelo centralizado, que será fondeado y financiado por la burocracia gubernamental. El mundo que viene requiere un modelo educativo basado en la innovación y la creatividad constante, algo que se contradice con las posibilidades gubernamentales.
Mientras que el Gobierno decida seguir construyendo escuelas y destinando dineros fiscales a esta visión de hace dos siglos, lo mejor que puede hacer es poner esos recursos en los estudiantes (de todos los niveles) y sus familias en forma de vouchers para que elijan institutos (públicos o privados) libres, autónomos e independientes. Escuelas que dependan de sus ingresos para funcionar y que puedan ofrecer nuevas y variadas posibilidades en sintonía del mercado laboral actual y del futuro.