Un operativo conjunto entre Rusia y Argentina culminó con el hallazgo de 12 valijas en la embajada rusa que contenían 400 kilogramos de cocaína de máxima pureza.
La causa tuvo sus comienzos hace más de un año por medio de una denuncia del mismo embajador ruso en el país, Viktor Koronelli.
12 reinas
Luego de la denuncia del diplomático, se realizó la pertinente investigación policial que incluyó escuchas de conversaciones telefónicas y un operativo de inteligencia de novela, donde incluso las autoridades argentinas llegaron a cambiar la cocaína por harina común, sin que los narcotraficantes lo percibieran, ya que las valijas se encontraban en el colegio de la representación diplomática de Rusia, sin custodia permanente.
La operación se realizó bajo el nombre de “12 reinas” y según las autoridades argentinas, dada la calidad de la sustancia, que se denominó de “máxima pureza”, el contenido incautado de las maletas tiene un valor “incalculable”.
El saldo del operativo arrojó cuatro detenidos, entre los cuales se encuentra Alexander Chikalo, que se desempeñaba como contador de la embajada y el policía argentino Iván Blizniouk, hijo de padres rusos. La policía está buscando todavía a un prófugo que forma parte del grupo vinculado al narcotráfico.
La ministra de seguridad Patricia Bullrich comentó en conferencia de prensa que obtuvieron una llave por parte del embajador para acceder al lugar donde se encontraban las maletas, y luego de una prueba química por parte de Gendarmería se comprobó que la sustancia era cocaína.
“Se hizo una operación de sustitución. 389 kilos de cocaína, por 389 kilos de harina”.
Dos de los detenidos intentaron llevar la droga, que había sido reemplazada, a Rusia como complemento de valija diplomática. Allí fueron detenidos cuando buscaron retirar el equipaje, mientras que en argentina se de detuvo al policía y a un cómplice que trabajó en la logística.
Es una “guerra perdida”
Para el abogado cordobés y excandidato a diputado por el Partido Liberal Republicano, Martín Carranza Torres, estos hallazgos no serán nunca suficientes como para poder terminar con el problema del narcotráfico:
“La guerra sin cuartel a los malvados narcotraficantes es una guerra perdida. Genera más muertos la lucha contra las drogas que el objeto al que supuestamente se busca combatir: la misma droga. Se trata de una pelea falsa con los incentivos necesariamente cruzados”.
Para Carranza Torres los gobernantes siguen demandas de los votantes y los traficantes tienen un negocio compatible con la prohibición que se desarrolla en la clandestinidad.
“Los aparatos gubernamentales y sus funcionarios que se dedican a combatir el flagelo de las drogas en el fondo necesitan continuar con la guerra perdida permanentemente para no perder sus ingresos”, advirtió.