
Corrida cambiaria, rebrote inflacionario y pedido de ayuda al Fondo Monetario Internacional. Mayo no fue nada fácil para un Gobierno que se decidió por un esquema «gradualista» para buscar corregir los desajustes heredados del kirchnerismo. Aunque Mauricio Macri pasó dos años relativamente tranquilos, el primer coletazo internacional que generó leve devaluaciones en la región fue un terremoto en Argentina. Para el sistema inmunológico nacional, lo que para los vecinos fue gripe, para nosotros fue neumonía.
Tras la fuerte intervención del Banco Central (BCRA) para frenar la corrida sobre el dólar, el salvavidas del FMI y los acuerdos a escondidas que llevaron a la colocación del 100% de las Lebacs (Letras del Banco Central) que vencían este mes, Macri salió a dar la cara.
El presidente argentino reconoció que la velocidad con la que se planteó la reducción del rojo fiscal no fue suficiente, que se necesitan esfuerzos mayores y que se había pecado de optimismo. Hizo autocrítica y dio a entender que se venían algunos cambios. Este nuevo escenario tiene claros ganadores y perdedores y comienza hoy, con un ministro que gana terreno y poder en el esquema de Gobierno.
¿De miniministro a superministro?
Cuando Macri le dijo adiós a su primer ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, también se despidió del ministerio en sí. Decidió partir la cartera entre Hacienda y Finanzas y nombró a Nicolás Dujovne y a Luis Caputo, respectivamente. La lectura obligada fue que Dujovne llegaba con menos poder que Prat Gay y que los cambios tenían como estrategia la ausencia de un ministro fuerte, para que el presidente (o su jefe de Gabinete, Marcos Peña) mantenga un fuerte control sobre la coordinación de la economía. Peña se convirtió en el hombre fuerte del Gobierno y la estrategia que primó fue la del lento gradualismo que caducó ante la primera corrida. Hoy Macri recalcula y revalúa a Dujovne, al que le otorga la coordinación general macroeconómica.
La tarea que Macri le encargó al nuevo «peso pesado» del área económica es una mayor velocidad en la reducción del déficit, tal cual prometió el presidente argentino al anunciar el acuerdo con el FMI.
El otro ganador de esta nueva etapa del Gobierno macrista es el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, al que Macri le quitó a Marcos Peña de encima. Según dijo en su presentación Mauricio Macri, el titular del BCRA será el único encargado de las políticas monetarias y gozará de total independencia para la lucha contra la inflación.
Peña: el perdedor del nuevo modelo
El jefe de Gabinete sin dudas es el jugador que más poder pierde en el esquema que hoy comienza. Para Macri, el anuncio que tuvo lugar a finales de diciembre, donde los ministros políticos se mostraron junto a las autoridades del Banco Central para reconocer que había un trabajo conjunto contra la inflación fue un error. El mismo Marcos Peña reconoció ayer que aquella jornada «pudo haber deteriorado la percepción de la autonomía del BCRA». Hoy, sus principales funcionarios, Mario Quintana y Gustavo Lopetegui, tuvieron que ir a escuchar los planes de un Dujovne fortalecido en su primera reunión de trabajo desde el llano en un nuevo formato de poder.
El 29 de diciembre PanAm Post anticipó el error del jefe de Gabinete
En un artículo posterior al anuncio, que mostraba a un Marcos Peña envalentonado en medio de la mesa de anuncios, PanAm Post advirtió que Argentina estaba a punto de cometer un error grave en la lucha contra la inflación.
«Macri y Peña se decidieron por relajar la meta de inflación, que era de entre un 8 % y 12 % y pasa ahora a ser del 15 %. La imagen en la conferencia del titular del Central junto a los ministros políticos blanqueando esta situación terminó de aniquilar el mito de una posible independencia del monopolio monetario argentino del Gobierno. Ni siquiera el kirchnerismo, que saqueó el Banco Central y que lo usó como financista, dejando un control de cambios y una inflación galopante, se animó a semejante foto», decía el artículo publicado hace más de cinco meses. Hoy la expectativa inflacionaria, producto de ese error, puede ser del doble de lo que se planteó el Gobierno.