Horacio Rodríguez Larreta, Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y aliado del presidente, Mauricio Macri, envió un nuevo Código Contravencional al legislativo municipal. Dado que cuenta con los votos como para aprobarlo sin sobresaltos, es prácticamente un hecho que en grandes rasgos, se aprobará como fue presentado.
Entre las novedades del texto, que viene a reemplazar al código en vigencia, se busca terminar con la extorsión permanente de los trapitos y tratar de reprimir aún más la oferta de la prostitución. Detrás de estos dos aspectos contradictorios se percibe la falta de claridad conceptual del Gobierno porteño.
Reprimir la extorsión de los “trapitos”: un acierto, a medias
No es ninguna novedad para los vecinos de Buenos Aires que el “servicio” que brindan los denominados “trapitos” es lisa y llanamente el pago de una pequeña extorsión. Los conductores deben dejar algo de dinero a las personas que pretenden limpiar un parabrisas o cuidar un auto, pero en realidad la contraprestación pagada es para evitar un momento incómodo, insultos, o inclusive, el daño del vehículo.
Si consideramos que el Estado municipal debe velar por la libertad de las personas, el derecho al libre tránsito y el resguardo de la propiedad de los ciudadanos, es lógico y pertinente que las acciones de estos sujetos sean reprimidas.
Sin embargo, lo que propone Larreta no es lo que sería un enfoque adecuado, es decir, las fuerzas de seguridad actuando ante los hechos puntuales. Ahora, y en el marco de una mentalidad absolutamente estatista, se decidió que se establecerán “permisos” gubernamentales, que en teoría no se le otorgarán a los violentos. Una vez más, se fomenta y fortalece la idea del macrismo municipal que para todo es necesario un permiso.
Cabe destacar que las penalidades que piensan otorgarles a los “trapitos no permitidos” serán más severas en caso de, por ejemplo, dañar el auto de una mujer. Como dijeron los funcionarios porteños, se buscó implementar fuertemente “la idea de género” en el nuevo código.
No es claro el motivo por el cual un auto de una mujer tiene más prioridad que el de un hombre. ¿Será por la diferencia de fuerza entre un hombre y una mujer a la hora de un enfrentamiento violento? Porque si es así, esta normativa estaría de alguna forma avalando que un varón pueda salir de su auto para algún altercado “mano a mano”, cosa que definitivamente no aprobarían las autoridades.
Combatir la trata de personas y la prostitución: un error y una contradicción
Entre las novedades del nuevo código aparecen otra vez las medidas para combatir la trata de personas, desde la errónea perspectiva de reprimir la oferta de la prostitución.
Ante las constantes redadas en prostíbulos, departamentos privados y prohibiciones en anuncios clasificados, el Gobierno municipal ahora apunta a perseguir el rubro mediante investigaciones que surjan de los papeles en las calles. De esta manera, la oferta de la prostitución será más limitada, por lo que se fortalecerán las mafias que pueden ofrecer los servicios prohibidos del mercado.
Aunque los funcionarios tengan buenas intenciones, y realmente busquen terminar con la trata de personas, no siempre los nobles deseos determinan los resultados adecuados en materia de políticas públicas. Muchas veces es todo lo contrario.
Aunque las lecciones sobre prohibición y demanda inelástica hayan sido aprendidas durante la nefasta ley seca en Estados Unidos, todavía en el mundo, y en gran medida en Argentina, se busca solucionar cuestiones no deseadas mediante la prohibición. Si tener un comercio de prostitución es ilegal, pero hay oferta y demanda reprimida, el servicio será ofrecido por la mafia que pueda corromper a la policía, a la justicia y a la política.
Dentro del oscuro mundo de lo ilegal, lo mafioso y lo violento, la trata de personas es posible. En un mercado a luz del día, las personas secuestradas, prostituyéndose en contra de su voluntad en condición de esclavitud, simplemente no existirían.
Pero para ir hacia una dirección correcta en la búsqueda de terminar con el flagelo de la trata de personas, hay que ir en el camino correcto. Prohibir y perseguir la prostitución, y a la vez luchar en contra de la trata, es imposible.
Lamentablemente en la legislatura porteña no hay una bancada parlamentaria que pueda hacer un aporte al tratamiento del nuevo código, desde la perspectiva de los derechos individuales y la sociedad abierta.
Los diputados locales se dividen entre macristas, kirchneritas y legisladores de izquierda, por lo que no se puede esperar nada superador a la hora del tratamiento.
La gran asignatura del liberalismo argentino, que viene ganando espacio en los medios de comunicación, es sentar en las legislaturas de todo el país al menos a un representante por parlamento. De esta manera, los debates serán mucho más enriquecedores y productivos.