El nuevo titular del Banco Central, Guido Sandleris, anunció esta semana que la entidad cambiaba de programa monetario. Manifestó que la estrategia de las metas de inflación fracasó y que es necesario utilizar herramientas más enérgicas.
Para el economista, la estrategia descartada funciona bien “en varios países del mundo”, pero la volatilidad cambiaria argentina lo hace inviable. Por esta razón el nuevo esquema, que en teoría se implementaría a partir del próximo lunes, sería de flotación entre bandas. El mínimo que el BCRA dejaría caer el dólar, 34 pesos. El máximo: 44.
Aunque el programa no comenzó oficialmente, fuentes del BCRA reconocieron que, luego del anuncio, la entidad comenzó a operar como si estuviese en plena vigencia. El problema es que, luego del cambio de autoridades y del anuncio, el dólar sigue en alza y hoy volvió a superar los 42 pesos.
Hace exactamente una semana, PanAm Post publicó un artículo donde se revelaban dos datos que favorecían a Cambiemos: dólar por debajo de los 38 y repunte de Mauricio Macri en las encuestas. Hoy, lo único vigente es la ciclotimia argentina. La moneda norteamericana trepó 4 pesos por unidad y el presidente está nuevamente golpeado. El día de ayer Macri tuvo que dar una pésima noticia. La pobreza en Argentina subió al 27,3 %, lo que significa que 11 millones de personas tienen serios inconvenientes para cubrir sus necesidades más básicas. Esta cifra pone al país en situación similar al comienzo de la gestión de Cambiemos.
¿Podrá el BCRA poner el techo en 44?
Según el nuevo jefe del BCRA, en caso de que el dólar trepe por el máximo establecido, la entidad ofrecerá al mercado hasta USD $150 millones para abastecer la demanda y frenar el precio. El problema es que hay una variable que el BCRA no maneja y es la crisis de confianza que sufre el país y la incertidumbre sobre las cuentas públicas.
De la misma manera que el sistema de metas de inflación funciona en otros países y no en Argentina, tal cual reconoció Sandleris, lo mismo podría ocurrir con el sistema de bandas. Si no se está ante una corrida de la moneda local, la banca central puede “jugar” comprando y vendiendo, como ocurre por ejemplo en Paraguay. Pero si la incertidumbre argentina no se termina, la intervención del Central debería ser demasiado frecuente. Inclusive diaria. Esta situación llevaría a una pérdida considerable de reservas, lo que no haría otra cosa que incrementar la desconfianza sobre el peso.
Claro que es temprano para hacer un diagnóstico y asegurar un colapso del nuevo esquema monetario, pero sí es necesario advertir sobre las posibilidades. El Gobierno de Macri debe tomar nota de que no puede confiarse de variables que no maneja. El gradualismo reventó por las inversiones que no llegaron y por el encarecimiento del financiamiento en el mundo. Los dólares con los que puede contar el presidente, mayormente del campo y la exportación, tampoco son garantía. La reciente sequía es la clara manifestación de algo que puede salir mal.
Las últimas 48 horas no deberían generar pánico, pero si encender algunas alarmas. Macri lleva, a tres años de mandato, demasiadas promesas incumplidas. El “44” como techo del dólar ya se lanzó a la opinión pública y un nuevo fracaso sería muy complicado de explicar.