
Hace tiempo que las fake news excedieron el ámbito del contenido. Con la noticia ya como material audiovisual y con el texto perdiendo el monopolio informativo, la edición comenzó a jugar un rol fundamental. Al principio, el recorte del material era lo más utilizado para sacar conclusiones fuera de contexto y con una intención concreta. En mas, en una oportunidad, algún personaje perjudicado salió a pedir que se viera “el material completo”, como ocurrió con el economista Javier Milei en la provincia de Salta, luego de discutir con una periodista local.
Si bien es sabido que en Estados Unidos y Europa los efectos de edición ya se estaban usando como una herramienta para la creación de fake news, en Argentina todavía seguían utilizándose los formatos tradicionales. Anoche, en las redes sociales un video de la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, generó indignación en muchos usuarios. Por lo que se veía en la grabación, la funcionaria estaba brindando una conferencia en un estado cuestionable. El antecedente de 2009, cuando a la funcionaria le quitaron el auto en un control de alcoholemia, sirvió para que las sospechas fueran en esa dirección.
https://www.youtube.com/watch?v=H7TBYWRJF4c
Las fans page de Facebook registraban una enorme cantidad de réplicas en los muros personales y los pedidos de renuncia se sumaban por minuto. En lo que se percibe del video, se ve a Bullrich despeinada, con una supuesta dificultad para hilvanar las oraciones. El plano corto no permitía quitar la atención de la cara de la ministra, que parecía no estar en condiciones de dirigirse a los periodistas.
Edición de plano y velocidad
Aunque el video en cuestión fue repetido hasta en medios de comunicación como un hecho incuestionable, algo no encajaba del todo. Probablemente, los antecedentes en este sentido en los sitios kirchneristas tengan mucho que ver con la desconfianza como reflejo. La desinformación de las usinas K para generar constantemente fake news obliga a chequear y rechequear absolutamente todo lo que pueda aportar a conclusiones en contra del Gobierno actual.
En el video, repetido hasta el hartazgo, se asomaba la letra T, con la que parecía ser la tipografía de la agencia oficial Télam. Allí decidí buscar. Efectivamente, la oficina de comunicación argentina ya había subido el video, donde se apreciaba una situación diferente. El único denominador común era la ministra despeinada.
Resulta que el video difundido por los sitios kirchneristas había sido recortado, y se había dejado en primer plano el rostro de la funcionaria, dejando el pelo como la cuestión más llamativa de la imagen. El oficial de seguridad que estaba a su lado y el televisor que se ubicaba detrás de Bullrich fueron eliminados de la escena, para que al cambiar la velocidad del video dé la impresión que lo que se transmitía era en tiempo real.
Las herramientas para manipular la información llegaron para quedarse y el público debería dudar, hasta de lo que pueden llegar a ver sus ojos. Pero más allá de lo convincente que pueden llegar a ser estas operaciones, los materiales reales que se utilizan para ser alterados también suelen estar a disposición del usuario. Es cuestión de buscar para sacar conclusiones. Esto, que es una cuestión de responsabilidad para el público en general, debería ser una obligación para los comunicadores.