El Fondo Monetario Internacional (FMI), en todo el ciclo de la francesa Christine Lagarde, fue sido el socio ideal de Mauricio Macri. Luego de la crisis económica generada por la falta de reformas de fondo que resultaban indispensables, el organismo internacional se puso como nunca, a disposición de un gobierno. La historia fue extremadamente opuesta a la que vivió Argentina en la crisis de 2001, cuando el FMI dejó caer a Fernando de la Rúa.
Probablemente el arribo del kirchnerismo, luego de la intransigencia de hace casi dos décadas, hizo que el FMI cambiara de actitud. En la última etapa, el organismo internacional le dijo a Macri y a su equipo “sí” a todo. Pero el resultado de las últimas primarias cambió el panorama. Luego del holgado triunfo de Alberto Fernández el 11 de agosto, comenzaron las dudas. Las declaraciones del mismo candidato a presidente del Frente de Todo, y compañero de fórmula de Cristina Kirchner, también aportaron a que se enfríe todavía más la relación del FMI con las autoridades locales. El mismo Fernández fue quien dijo que sería prudente suspender los desembolsos pautados dado el panorama político y el inminente nuevo programa económico, de, seguramente, un gobierno de otro signo.
Apenas Lagarde se retiró de sus funciones, las primeras declaraciones del interino, David Lipton, anticipaban el panorama. La última semana sus palabras fueron que Argentina “debería esperar un tiempo para reanudar una relación financiera”. Irónicamente, el diario kirchnerista Página 12 tituló la noticia evocando una frase de un conocido tango que dice “primero un juramento, mañana una traición”.
Aunque la última visita de Macri a Nueva York buscó acercar a las partes y aceitar la relación con el organismo, ya bajo la órbita de Kristalina Georgieva no habrá novedades en el corto plazo. Para empezar a discutir la llegada de los últimos giros será necesario esperar hasta el mes que viene, a días de las elecciones presidenciales. Seguramente para esa fecha ya las negociaciones serán tanto con las autoridades formales como con Alberto Fernández, que todavía no tiene designado ni plan ni funcionarios para el área económica.
Aunque no hay más dinero, el FMI pretende mantener al menos las formas con el Gobierno Macri. Esta mañana el vocero Gerry Rice le aseguró a la prensa que la situación no es dramática, ya que el mismo ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, les habría indicado que “no había ninguna urgencia”. Desde ambos lados, por estas horas se mantiene ese discurso, quitándole importancia al asunto. Pero en el plano de lo real, hay preocupación en Casa Rosada. Mientras que los hombres más cercanos a Macri ya abandonan el sueño de conseguir al balotaje, de a poco van apareciendo nuevas preocupaciones: llegar al día de las elecciones.