Alberto Fernández tiene varios frentes simultáneos. Lo curioso es que el que debería ser el más complicado y trascendente parece ser el que está asegurado. Paradójicamente, lo que en teoría vendría asociado con lo que tiene casi en el bolsillo resulta ser lo más difícil. Para decirlo simplemente, Fernández tiene más fácil la elección presidencial que su espacio de poder en su eventual gobierno.
Aunque el candidato del Frente de Todos, y compañero de fórmula de Cristina Kirchner, pudo, con unas simples palabras, calmar al mercado cambiario con su corrida tras las primarias de agosto, parece que tiene serios inconvenientes para hacerse respetar al interior de algunos sindicatos y “organizaciones sociales”, vinculados a la expresidente.
Alberto sabe que seguramente será el próximo presidente de Argentina y vive dando señales, buscando dar muestras de poder. No todas le salen bien.
Cuando se discutía la cuestionable “ley de emergencia alimentaria“, el exjefe de Gabinete le pidió públicamente a los líderes piqueteros que no sacaran a la gente a la calle. Los mal llamados “referentes sociales” agradecieron el consejo, pero lo desobedecieron y acamparon en las inmediaciones del Congreso y en varios lugares del país. Lo que pareció un desacuerdo no fue más que la muestra más clara de una próxima lucha interna del peronismo. Hoy pasó algo similar.
Los gremios aeronáuticos alrededor de Aerolíneas Argentinas anunciaron un paro para este fin de semana, complicándole, una vez más, la vida a miles de argentinos y a un gran número de turistas que eligieron visitar el país. Si hubo alguna comunicación privada entre ambos espacios no es de conocimiento público, pero ayer Alberto se llevó todos los titulares con un pedido concreto: “Suspendan el paro”. Aunque técnicamente su voz tenga la validez de la de cualquier otro ciudadano, lo cierto es que estamos hablando del futuro presidente peronista. Sin embargo, como dice Alejandro Sanz, la respuesta a su pedido fue concreta: “te lo agradezco, pero no”.
“Alberto cuando nos quiera pedir algo nos llamará, cuando tenga los equipos y gane las elecciones, nos pedirá opinión. Yo no hablo a través de los medios”, respondió el titular del sindicato, Pablo Biró.
Lo que pudo haber sido una muestra de fortaleza, terminó siendo una manifestación de todo lo contrario. La solicitud, que efectivamente, como dice Biró, fue por los medios, fue la siguiente:
“Tienen razón y son víctimas de las políticas del Gobierno. Si mi palabra pesa, les pido por favor que no tomen esas medidas, no es un buen momento. Si podemos hacer algo para no tener un conflicto el fin de semana, se los voy a agradecer”.
Fernández se animó a poner en juego el peso de su palabra. Le salió mal. La cuestión será darle peso y generar poder real, desafío más complejo que ganarle a Mauricio Macri el próximo 27 de octubre.