Uno de los monopolios más crueles que se adjudican los dictadores, como lo son los gobernantes cubanos, lo es, sin lugar a dudas, el monopolio del sistema educativo.
Los cubanos llevamos ya casi 60 años obligados a asimilar un sistema de pensamiento impuesto y excluyente: el comunista, que de no ser consentido, aunque sea en apariencia, es imposible seguir avanzando en los estudios, no importa la calidad y aptitudes del estudiante.
Más que los resultados académicos, cuentan las actitudes ¨revolucionarias¨. ¿A cuántos jóvenes cubanos, a través de toda la historia de ésta dictadura asfixiante, les fueron truncados sus estudios por el sólo hecho de mantener una orientación religiosa o sexual distinta a las concebidas por los diabólicos Castro, gobernantes, los mismos de hoy? ¿A cuántos jóvenes cubanos talentosos, a través de toda la historia de esta dictadura exterminadora de la espiritualidad humana les fueron imposibilitados acceder a carreras universitarias porque sus padres no se doblegaron a los designios de los Castro?
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Hoy nada ha cambiado y es por ello que el mundo puede apreciar a batallones de estudiantes que de manera involuntaria acuden a los llamados de los dictadores, ya sea para sumarse a trabajos voluntarios o para gritar histéricamente YO soy Fidel.
Pero la crueldad del sistema educativo en la dictadura cubana va más allá de lo antes dicho, al punto de poder llegar a ser condenados tantos los estudiantes que decidan voluntariamente romper con la servidumbre involuntaria impuesta, como a los padres que respeten la voluntad de sus hijos.
Marisol Peña Cobas, libertaria cubana que reside en la provincia oriental de Camagüey, así como su adolescente hija, fueron condenadas ambas a un año de privación de libertad sin internamiento por ésta razón: “Un buen día mi hija de 14 años me plantea que no quería seguir estudiando, y al preguntarle las razones me expresó que no le gustaba y que además en éste país estudiar era por gusto y que no por estudiar podría aspirar a una vida digna”, me dijo Marisol al entrevistarla hace unos días para argumentar ésta nota.
“Por ésta razón fue recluida en una escuela de conductas, eso es, centros destinados para jóvenes de conductas socialmente desajustadas. Le daban pase cada 15 días y al regresar a la misma podía ver su sufrimiento, pues mi hija no presentaba ningún problema de éste tipo y tanto como ella, sufría yo.”
“Así pasó el año de suplicio para mi hija, y al ser puesta en libertad, con una firmeza impresionante me dijo, que ahora, menos aún, seguiría estudiando”, continúa diciéndome la madre libertaria.
¨Lo que nunca imaginamos mi hija y yo fue que su decisión me llevaría a mí también a cumplir una condena de un año de privación de libertad de correccional sin internamiento. De buenas a primera me encontré acusada por el delito de “Otros Actos Contrarios al Normal desarrollo del Menor, presentado como agravante el hecho de haber mantenido una conducta contestataria al régimen”.
Así es, amigo lector, a los dictadores cubanos no les bastó diseñar un sistema educativo asesino de la diversidad, sino también diseñó el castigo, en este caso la privación de libertad, para quienes voluntariamente se abstuvieran a involucrarse en él.
Pero como la libertad es la condición existencial del ser humano, ni la dictadura más cruel puede exterminarla y ejemplo de ello es que hoy en Cuba existe un grupo de cubanos, cada vez más numeroso, que apuestan por una alternativa diferente de pensamiento coherente con la libertad y la naturaleza humana, eso es, el pensamiento libertario, único que defiende con argumentos sólidos y razonables la libertad y la justicia más pura y Marisol es un ejemplo de ellas, y que recientemente ha formado parte de la lista de la primera generación de graduados del Curso Básico de Filosofía Libertaria, hecho sin precedentes en toda la historia del pueblo de Cuba.