En momentos de crisis económica, el aumento del gasto público suele ser una de las estrategias de los gobiernos para no permitir que merme la economía de un país.
En estos momentos Colombia lo está haciendo como lo ha hecho en oportunidades anteriores solo que ahora no hay recursos, en parte por la considerable caída de la renta petrolera y por la falta de margen para nuevo endeudamiento debido a la incapacidad de incrementar el déficit fiscal. Y, aunque existiesen los recursos para gastar con el fin de reactivar la economía, eso igualmente no tendría muchos resultados.
En un estudio hecho por Carlos Vegh, economista de la Universidad Johns Hopkins, se encontró que el efecto de las políticas de gasto público con el fin de reavivar la economía es bajo en países que tienen un tipo de cambio flexible y que están abiertos al comercio exterior.
De esa manera, a Colombia, que cuenta con esas características no le convendría aplicar ese tipo de políticas.
No obstante, Vegh señala que para que estas políticas funcionen se necesita que exista una deuda pública relativamente baja y un déficit fiscal igualmente bajo.
“Con deuda alta, la política fiscal «contracíclica» —como la denomina el economista— va a ser poco efectiva, pues los mercados van a pensar que no es sostenible”, señala Vegh.
De igual forma, el economista indica que esto, en vez de lograr algún beneficio, traería consigo resultados muy poco favorables.
De acuerdo con Anif (gremio de instituciones financieras), en la actualidad Colombia tiene una deuda pública que “bordea 55% del producto interno bruto, correspondientes en 42% al Gobierno central, y en 13% al resto del sector público”.
Asimismo, la Contraloría General ha señalado su preocupación por la deuda colombiana y alertó sobre los ajustes presupuestarios que se han hecho, ya que “aún podrían venir otros, pues, según el Plan Financiero de 2016 (revisado en diciembre), el Gobierno mantuvo la meta del déficit fiscal en 3,6% del producto interno bruto, lo que significa mayores ingresos o menores gastos para lograrlo”.
A los analistas, más que los menores gastos, preocupa la reducción mayoritaria, en términos porcentuales, de la inversión que, según explican, podría mover la economía en contrastes con los gastos en funcionamiento.
De esa manera, en cuanto a los ingresos, la alternativa sería la reforma tributaria; sin embargo, esta no ha sido ni siquiera nombrada.
A pesar de que Colombia se encuentra entre los mejores países que han logrado la desaceleración a nivel mundial, según el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, la economía del país suramericano no ha crecido tanto como se esperaba, luego de haber aplicado políticas de mayor gasto, como el denominado Pipe 2,0 en 2015.
Por último, es en estos momentos de desaceleración económica en los que el gasto público se vuelve una estrategia común; pero que tiene que ser analizada tomando en cuenta el contexto en el que realmente está el país para saber si es apropiado aplicar estas políticas «contracíclicas», o si, en cambio, serían contraproducentes para el país.
Con información de: El Tiempo.