
Un reportaje del diario estadounidense, The Wall Street Journal, expone que los funcionarios de la dictadura de Nicolás Maduro que reprimen, se están cansando de salir todos los días a agredir a la oposición venezolana que se manifiesta en las calles.
“Cuando Ana, una veterana de cinco años de la Policía Nacional, termina el turno de la noche en el que patrulla los barrios de la ciudad, debe llegar a su casa a ponerse su equipo antimotín para salir otra vez a confrontar a los manifestantes“, inicia el reportaje del Wall Street Journal.
Ana —nombre ficticio otorgado a la funcionario—, se ubica en primera línea para reprimir. Desde ahí lanza bombas lacrimógenas y perdigones a los manifestantes. “Los enfrentamientos tienen lugar en un calor abrasador, y dice que las autoridades no le proporcionan comida, agua o pago de horas extras”, apunta el diario.
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Ella, junto a otros colegas entrevistados por The Wall Street Journal, aseguran que están cansados. Ya van siete semanas de intensas protestas en Venezuela y, ellos, deben seguir saliendo a las calles.
“Un día me voy a apartar y me alejaré mezclándome con la ciudad (…) Ningún oficial promedio apoya más a este Gobierno”, dice Ana al diario.
El artículo continúa explicando que “la lealtad, una vez feroz, de las fuerza de seguridad hacia Nicolás Maduro, el predecesor del carismático Hugo Chávez, ha dado paso a la desmoralización, el agotamiento y la apatía en medio de un colapso económico y de interminables protestas”.
En total, ocho agentes de seguridad de diferentes fuerzas represoras fueron entrevistadas para el artículo de The Wall Street Journal.
Otra funcionaria de la policía de Caracas, Viviane, dice que “solo está tratando de sobrevivir”. Tiene un hijo y debe salir a reprimir para poder alimentarlo: “Me encantaría renunciar, pero no hay otros trabajos”.
La mayoría de los funcionarios represores son jóvenes. Gustavo, de 21 años, tiene una lesión en la pierna por una botella que le lanzó un manifestante. Asegura que lo están utilizando como “carne de cañón”, y se siente agotado por “la falta de sueño, el constante aluvión de piedras y molotovs”.
Y, según Gustavo (21), 18 guardias dejaron su cuartel durante un descanso el mes pasado. Debido a ello los oficiales ya no están dando tiempo a los funcionarios para que descansen. Hay temor a que se produzcan más desertores.
Otro miembro de la Guardia Nacional Bolivariana, Juan, de 21 años, se levanta a las 4 de la mañana en su cuartel desde hace un mes. Solo come una zanahoria o una papa para salir a reprimir a los manifestantes que se mantienen en las calles a pesar de la brutal represión y los asesinatos.
Pero en las noches tampoco pueden dormir. Según señala el Wall Street Journal a veces deben salir a remover barricadas, a seguir reprimiendo o a contener saqueos.
Aunado a ello, se suma el hecho de la molestia general que se ha producido en contra de la Guardia Nacional Bolivariana.
Ana ya no usa su uniforme cuando va a trabajar o cuando se devuelve: “Me averguenza decir que soy policía“, dice.
“Si Dios quiere este Gobierno va a caer pronto y esto va a terminar”, espeta la funcionario de la policía a The Wall Street Journal.
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