El Gobierno de Lenín Moreno en Ecuador decidió dejar de financiar al canal multiestatal, Telesur. “Nosotros queremos hacer una política de puertas abiertas, donde cada uno informe las cosas buenas y critique las cosas malas”, dijo el secretario de Comunicación de Ecuador, Andrés Michelena, luego de anunciar el cese del apoyo.
Se trata de un fuerte golpe a Telesur y, al mismo tiempo, otro paso de Moreno hacia el distanciamiento de su antecesor y antiguo aliado, Rafael Correa.
De quienes en un principio lo apoyaban —cuando el canal nació en 2005— ahora son dos grandes naciones las que se han apartado del medio multiestatal. Primero fue Argentina, que luego de la asunción de la presidencia por parte de Mauricio Macri, en marzo de 2016, se apartó de la sociedad propietaria. Argentina se convirtió entonces en el primer socio fundador en deslastrarse de la agencia de propaganda. Y ahora, Ecuador, también miembro fundador del canal bajo la administración de Correa.
Telesur aún recibe el respaldo de algunos países de la región. Le quedan Bolivia, Nicaragua, Uruguay, Venezuela y Cuba —este último, se imagina, no tiene mucho que aportar más que dar indicaciones—.
El brazo de la propaganda internacional del Socialismo del Siglo XXI
El canal multiestatal surgió como un proyecto del adalid de la Revolución Bolivariana, Hugo Chávez. No fue fácil arrancar. Pero, de forma gradual, los países tomados por representantes del Socialismo del Siglo XXI empezaron a brindar apoyo al medio y a convertirse en accionistas.
Desde el principio la polémica arropó a Telesur. La intención detrás de su creación era clara: el canal se convertiría en el brazo mediático de todos los Gobiernos que pagaran la nómina de los pseudo periodistas.
Sus alianzas también revelaron los propósitos. En 2006 Telesur acordó intercambiar contenido con el canal Al-Jazeera —apéndice de propaganda del autoritarismo de Catar y principal medio árabe que ha sido denunciado por apología al terrorismo—. Luego estableció vínculos con el medio Russia Today, propiedad del Gobierno autoritario ruso.
No obstante, es su subordinación ante los Estados accionistas lo que convierte a Telesur en un medio innoble.
En una columna de opinión publicada en el medio El Universal de Colombia, el periodista argentino, exdirector del Instituto de prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa y director ejecutivo de la misma Sociedad, Ricardo Trotti, puntualiza sobre Telesur: “Más que un canal de noticias es un capricho propagandístico subvencionado por el chavismo, ideado para propagar ‘el socialismo del siglo 21’, ahora en retirada y desahuciado. No tiene impacto ni audiencia y mucho menos credibilidad”.
Con la retirada de Argentina y Ecuador, Telesur depende mayoritariamente de Venezuela, un régimen también agónico. Sin embargo, eso expone a canal multiestatal como una agencia financiada por un Estado denunciado por sus vínculos con el narcotráfico y el terrorismo. Además, un petropaís —hoy en bancarrota— que mantiene sus espacios internacionales de propaganda y aún da dinero a sus aliados, mientras evade la responsabilidad de una perversa crisis humanitaria.
No puede ser otro caso, sino el del palangrismo más abominable. Países, unos con fuertes carencias democráticas —como Nicaragua y Bolivia—; y otros abiertos autoritarismos (Cuba y Venezuela); que pagan para que se propaguen mentiras y distorsiones por el mundo —en inglés, portugués y español—.
Como muy bien escribe el periodista Trotti, la retirada de países como Argentina —o Ecuador— desactivan “los órganos que sustentaron el relato K [Kirchner] o la narrativa estrambótica ideada por el chavismo que, a través de Telesur, prefiera dar espacio a los líderes narcotraficantes de las Farc para hablar de sus logros por la paz, que admitir la existencia de presos políticos en su país de origen”.
En sus pantallas, el canal multiestatal aprovecha para negar la crisis humanitaria de Venezuela y llamar fascista a los jóvenes que disienten de la dictadura; para pontificar sobre los terribles acuerdos de paz con los narcotraficantes de Colombia; señalar las relaciones entre el Fondo Monetario Internacional y el Gobierno “neoliberal” de Macri; y tratar de desprestigiar al presidente Piñera por ser empresario y rico. Una breve visita a su portal web ofrece suficientes advertencias para huir de una vez.
Pero afortunadamente es un medio cuya vida es la misma que la de la fracasada ideología que propagó Fidel por la región. Telesur vivirá mientras también lo haga el Socialismo del Siglo XXI. El brazo propagandista del quebrado movimiento no puede perdurar sin el dinero del narcoestado y las instrucciones del castrismo.
Se retiraron Argentina y Ecuador. La presencia de los otros Estados es fútil a excepción de Venezuela. Y este último es un país enloquecido por expulsar a la banda de delincuentes que lo gobiernan.
“La frustración de Maduro es que está viendo cómo empieza a desmoronarse todo el aparato de comunicación hegemónica que en un primer momento bajó de Cuba y que luego potenció con el chavismo (…) Telesur, si quiere continuar como medio y alternativa, tendrá que ser eficiente, debería transformarse en medio público sin subvenciones exageradas o pasar a manos privadas y quedar al arbitrio de su audiencia. De lo contrario, si no cambia, durará tanto como el régimen que lo sustenta”, dice Ricardo Trotti.
Un Estado no puede financiar un medio y que este no sea un aparato de propaganda
Es un debate que se puede dar aunque no hay espacios para consideraciones. PanAm Post contactó al abogado, especialista en Derecho internacional y relaciones internacionales, Mariano de Alba, sobre Telesur y la decisión de Lenín Moreno.
“Pienso que este anuncio es un hecho muy significativo, muy importante. Lenín Moreno está haciendo un esfuerzo, a pesar de que tiene una visión de izquierda; está tratando de llevar adelante reformas democráticas. La de Telesur es una. Llamar a un referéndum para que no haya reelección en Ecuador es otra”, dijo.
Según el abogado y director asociado del Adrienne Arsh Latin American Center del Atlantic Council, “todos son esfuerzos para tratar de demostrar que sí es posible un Gobierno de izquierda; pero que respete la democracia y respete los derechos humanos, como no fue el caso de Correa”.
Se trata de respetar la autonomía de la información. Siempre será terrible que un Estado financie un medio y pretenda insistir en que no es un aparato de propaganda. Por lo tanto, la medida de Moreno “es un reconocimiento de que el Gobierno no tiene por qué estar financiando medios de comunicación. El Gobierno no puede ser juez y parte, tiene que hacer su trabajo y queda de parte de los medios analizar de la forma más objetiva posible cuándo están haciendo su trabajo y cuándo no”.
“Si es un Gobierno el que financia un canal de televisión, pues va a ser muy difícil que sea imparcial”, añadió Mariano de Alba.