Antonio Escohotado es uno de los filósofos más relevantes y consagrados de la actualidad. Es español y su obra se ha centrado en la investigación profunda.
Aunque no suele invertir tanto en discutir la crisis venezolana —quizá por la lejanía o quizá porque la conflictividad y el drama español arrebata demasiado tiempo—, dedicó su columna de este 16 de mayo, en el medio Libertad Digital, a hablar sobre la debacle bolivariana y su percepción ante el evento político del próximo domingo en Venezuela.
En su artículo de este miércoles, Escohotado recuerda a los lectores quienes son los únicos que se han prestado para apoyar la pantomima chavista del 20 de mayo: “Llamativo es quizá que cuenten con el respaldo exclusivo de Bolivia, Cuba y Rusia, si bien compruebo que Wikipedia añade a ese triunvirato el de Antigua y Barbuda. Siria lleva algunos años declarando también su apoyo incondicional, y si algo sorprende es el silencio de la teocracia iraní, pues en Caracas empezó el compromiso de bolivarianos y mahometanos”, escribe, haciendo referencia a la relación entre Chávez y Ahmadinejad.
Escohotado se extiende sobre el decaimiento del régimen chavista y de la figura mesiánica de Hugo Chávez, que derivó, de forma trágica, en la asunción del poder del patético Nicolás Maduro.
Dice que el régimen se fue corroyendo, mientras en el transcurso los venezolanos dejaron de comer huevo y terminaron retirando el apoyo al chavismo para entregárselo a la disidencia en el proceso electoral del 2015. Sin embargo, la degradación continuó, minando luego por completo el sistema democrático —menciona la imposición de la Asamblea Nacional Constituyente y las arbitrariedades contra el Parlamento— e imponiendo un panorama totalmente desfavorable para la participación en cualquier proceso electoral.
“En el actual marco jurídico no solo cabe encarcelar o inhabilitar diputados sino excluir auditores electorales, y en esas condiciones se celebrarán los comicios del domingo próximo, de los cuales quedan excluidos cualesquiera candidatos pertenecientes a la MUD”, escribe Antonio Escohotado. Dice, asimismo, que los contrincantes de Maduro no son sino parte del mismo sistema.
No obstante, quizá el tema fundamental de su columna y la aseveración primordial, es el emplazo que hace a la comunidad internacional y su inercia ante el drama humanitario en Venezuela.
“Me sorprende la impotencia del pueblo venezolano, y la comunidad internacional, ante un régimen tan pintoresco como el fundado en ‘combatir el entreguismo y el imperialismo”, se lee en el artículo en Libertad Digital.
Luego, espeta: “Algo sucederá, sin embargo, bien porque la abstención preconizada por la MUD alcance porcentajes jamás nunca vistos, o porque la falta gubernamental de escrúpulos depare algún invento de última hora (…) Entretanto, se daría un momento idóneo para recapacitar sobre la importancia que sigue alimentando el principio de no injerirse en asuntos de otro país, tan racional por una parte y tan anacrónico, por otra, en un mundo donde Internet canceló cualquier distancia distinta de la anímica”.
“Que la Organización de Estados Americanos, por ejemplo, decidiera derrocar a Maduro sería golpismo. Pero, ¿qué nombre le damos a esperar cruzados de brazos, mientras el engendro bolivariano diezma y priva de la dignidad más elemental a innumerables personas?”, escribe el filósofo Antonio Escohotado.
Lo que plantea el escritor es una discusión esencial y necesaria. Sobre todo porque, incluso ante la aniquilación gradual de una sociedad que muere de hambre, algunos prefieren blandir principios de «no injerencia» antes de admitir que Venezuela se encuentra sometida por otro Estado: el cubano.
Su columna debe demandar la atención necesaria. Es un español que ha dedicado su vida a la investigación, el estudio y el razonamiento. Quizá, como él también lo dice, habría que apartar la hipocresía de quien defiende o ignora ciertos entrometimientos; y a los otros sí les dedica las vísceras.
Las obras más destacadas de Antonio Escohotado son dos: Los enemigos del comercio y la Historia general de las drogas. El primero es, según lo llama, el trabajo de su vida: una ardua indagación sobre todos los movimientos en contra de la propiedad, el intercambio voluntario y la individualidad que se han registrado en la historia.
El segundo, es la principal obra que existe sobre la materia: las drogas, sus usos y su historia. Ambos trabajos, por más contemporáneas que fuesen, se convirtieron inmediatamente en aportes imprescindibles para la comprensión de la historia. Son casi tratados.