No importan las pataletas de los demás países de la región. Lo que importa es lo que hagan y digan los de Estados Unidos y Colombia. Porque en el norte hay una administración, práctica, que poco le interesa la burocracia irresponsable de la diplomacia internacional.
Colombia porque, como me dijo el expresidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, Diego Arria, “no es posible una intervención en Venezuela que no pase por Colombia”. Además, es la primera víctima de la mayor crisis de refugiados del hemisferio Occidental. Y, si se aborda este debate, incómodo para algunos, pero que es ahora el esencial, lo que importa es lo que diga este Gobierno y el de Trump.
El de Iván Duque no respaldó el lamentable comunicado del Grupo de Lima, en el que esas naciones pidieron que la devastación de Venezuela sea resuelta utilizando mecanismos de negociación. Diplomáticos y pacíficos. En síntesis, rechazaron que el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, sugiriera que la intervención militar para deponer al régimen de Nicolás Maduro es una alternativa legítima. Según declaró el canciller colombiano, Carlos Holmes, su país no firmó el comunicado porque “no hubo coincidencia total”.
Ahora, el nuevo embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos, se estrenó con unas terminantes palabras. Reavivó la discusión, bienvenida para aquellos que se sintieron desesperanzados con el Grupo de Lima.
En su primer acto como embajador de Colombia en la potencia americana, Santos dijo: “Se escuchan voces que hablan de operaciones militares unilaterales [en Venezuela]. Creemos que debe darse una respuesta colectiva a esta crisis. Pero creemos, y déjeme ser bastante claro, que todas las opciones deben ser consideradas”.
“Ya es muy tarde y muy inocente pensar que esto se solucionará sin un cambio de régimen y en eso hay que ser claros. Debe haber una reacción internacional inmediata que permita presionar al Gobierno de Venezuela“, agregó el embajador.
Como emisario oficial del Gobierno de Iván Duque, debe considerar que Estados Unidos no es un terreno hostil para esa insinuación. Y esto es importantísimo. Porque que ambas naciones coincidan en que todas las opciones para deponer al régimen de Nicolás Maduro son válidas, inclusive la militar, es lo único necesario. Son quienes deben convenir. Poco importan las rabietas de las islitas del Caribe.
Poco antes, en Colombia, el embajador de Estados Unidos en esa nación, Kevin Whitaker, también se había referido al tema bélico con Venezuela. Dijo que, en un eventual conflicto armado, los militares colombianos arrasarían con las famélicas fuerzas bolivarianas.
“Dudo de la capacidad de los militares venezolanos de montar algún tipo de amenaza contra Colombia. Colombia no es un país que haya buscado conflictos internacionales, pero tiene unas Fuerzas Armadas muy capaces, muy experimentadas y muy listas”, dijo el embajador en una entrevista publicada en el diario El Tiempo.
“La parte en donde debe prepararse Colombia, es respondiendo a la crisis humanitaria por la presencia de todos estos venezolanos. Le digo: Colombia puede contar con nosotros en caso de una agresión militar venezolana”, continuó.
Entonces, el paisaje es claro: Estados Unidos, como ya lo ha dejado claro hasta el mismo presidente Donald Trump, no descarta una intervención militar para deponer al régimen criminal de Nicolás Maduro. Colombia, país que en esa eventual intervención jugaría un papel decisivo, tampoco descarta esa opción. No la rechaza. Y, de cualquier forma, Estados Unidos está dispuesto a respaldar a las Fuerzas Armadas colombianas en caso de un conflicto bélico con Venezuela.