Ayer varios medios colombianos publicaron los retratos hablados de dos hombres que, según el periódico El Heraldo, son “los supuestos autores del atentado terrorista”. Al respecto Blu Radio escribe que
dos empleadas aseguraron a los investigadores que este fue el sujeto que vieron salir minutos antes del baño del segundo piso antes que se activara la carga explosiva.
No obstante, surge la pregunta de por qué solo había retratos hablados cerca de 72 horas después del atentado si el Centro Andino y la Zona Rosa son los lugares con mayor concentración de cámaras de seguridad de toda Bogotá. Aunque Blu Radio aclara:
Los investigadores ya analizaron las grabaciones de los momentos previos a la explosión. Se trata de más de cinco videos de los que se puede desprender mucha información y darán los resultados en los próximos días.
Horas después de publicados dichos retratos hablados, la Fiscalía y la Policía emitieron un comunicado en el que, como resume Semana, “bajaron la expectativa” de la veracidad de los retratos hablados, afirmando “que la razón por la cual no han sido oficiales es porque aún no han llegado a un nivel de coincidencia con lo que afirman los testigos circunstanciales que colaboran con las autoridades”.
Tales afirmaciones dejan más preguntas que respuestas, entre otras razones porque, tras atentados recientes en países europeos, las autoridades han divulgado imágenes de los sospechosos basadas en cámaras de seguridad horas después de lo ataques. Por otro lado, en términos de material probatorio, el retrato hablado no es suficiente para determinar culpabilidad.
No obstante, en estos momentos es importante hacer todas las preguntas pertinentes sobre el caso. El PanAm Post publicó un artículo el 19 de junio en el que nos planteamos una serie de preguntas que pensamos debía responder el gobierno acerca del atentado. Algunos críticos lo han interpretado como un intento de desprestigiar a una de las víctimas del atentado, acerca de la cual hacemos unas preguntas que, en nuestra opinión, son del todo relevantes bajo las circunstancias actuales.
Los críticos también han cuestionado el hecho de que citamos a un experto en temas de seguridad que nos dio una serie de declaraciones bajo la condición del anonimato. Nuestra respuesta es que esta es una práctica común en el periodismo y que periódicos de primer nivel mundial como The New York Times la utilizan regularmente. Nuestra decisión es proteger la identidad de nuestra fuente, y a la vez confiamos del todo en su criterio dada su experiencia en las altas esferas de su campo a nivel mundial.
Muchas de las críticas se dieron desde el punto de vista moral, teniendo en cuenta que era necesario respetar la memoria de la víctima, al igual que el buen nombre de su familia. Nuestro artículo, sin embargo, simplemente presenta una serie de preguntas que deben surgir en cualquier investigación tras un atentado terrorista.
El hecho es que, a nivel internacional, hay protocolos a seguir tras un ataque con una bomba, y uno de los primeros pasos que deben tomar los investigadores es determinar si la persona más cercana al artefacto que estalló lo cargaba o manipulaba en el momento de la explosión. Por lo tanto, la primera víctima es la primera persona cuya participación en el ataque se debe confirmar o descartar, lo cual requiere un análisis de los resultados de la autopsia. Como mencionamos en el artículo, el gobierno no se había pronunciado al respecto frente a la opinión pública hasta ese momento.
Una vez se identifican las personas sospechosas, se toman en cuenta otros factores que hayan podido llevar a uno de ellos a cometer o involucrarse en el acto terrorista (a menos de que ya haya sido identificado un terrorista reconocido). Entre estos factores están las señales de alarma que arroje cada una de las personas identificadas. En este caso, para cualquiera de estas personas su contacto cercano con personas anteriormente involucradas en la lucha armada es una señal de alarma. También lo es su presencia en un campamento de una guerrilla que ha cometido actos similares al del sábado a través de su historia. Su reciente visita a un país cuyo gobierno ha impulsado y apoyado a grupos como el ELN y las FARC también es una señal de alarma.
¿Es alguna de estas señales de alarma por sí sola una prueba contundente de culpabilidad? Por supuesto que no, y no lo insinuamos en el artículo, en el cual escribimos verbatim que Cuba es “un popular destino turístico”. Ergo una visita a esa isla no convierte a nadie en terrorista. También mencionamos que, por supuesto, “la mayoría de europeos” jóvenes que hacen trabajo social en Colombia “no se convierten en terroristas”. Se puede agregar que, obviamente, una visita a un campamento de las FARC tampoco conduce necesariamente a que uno adopte su ideología. No obstante, la presencia de las señales de alarma mencionadas en este caso se unen al factor de que la persona más cercana a una bomba en el momento de su explosión debe ser investigada, así sea para aclarar su inocencia. Esto precisamente es lo que informa el artículo.
Para otros críticos, la presencia de un familiar en el lugar en el que estalla una bomba es de facto exculpatorio para uno de los sospechosos. Lo mismo se han sugerido en términos de nacionalidad o de trabajo previo. Pero una investigación seria en un caso de terrorismo no llega a tales conclusiones de manera inmediata. De hecho, la responsabilidad de los investigadores consiste en no descartar ninguna posibilidad por ninguna razón; ni por corrección política, ni por diplomacia, ni por sentimentalismo.
El propósito de nuestro artículo no fue desprestigiar a Julie Huynh, una de las víctima del atentado, sea cual sea la verdad acerca de los culpables cuya familia merece condolencias. Tampoco declaramos que sea culpable. Simplemente presentamos un análisis experto de seguridad basado en la cercanía a la bomba de la víctima (y las implicaciones que esto tiene en cualquier investigación seria) junto con las señales de alerta. Según nuestro criterio, lo responsable es informar al público acerca del protocolo en una investigación tras un ataque terrorista y exigir que se lleve a cabo una investigación a fondo.
De hecho, según RCN, “Medicina Legal luego de prueba atómica no encontró rastros de explosivos o químicos en los cuerpos de las víctimas del Atentado en Andino”. Esta es una señal de que la investigación está avanzando y que Julie Huynh al igual que las demás víctimas no estuvieron involucradas. Esperemos que también se confirme esta tesis.
Medicina Legar luego de prueba atómica no encontró rastros de explosivos o químicos en los cuerpos de las víctimas del atentado en Andino
— RCN Radio (@rcnradio) June 21, 2017
Otra crítica a nuestro artículo se basó en información aún no confirmada, especialmente las sospechas de los hombres que, según testigos, entraron a los baños del segundo y tercer piso del centro comercial. No obstante, Blu Radio reportó el 20 de junio que “de acuerdo a los nuevos detalles de la Fiscalía, una mujer habría sido la responsable de activar el explosivo y, adicionalmente, se habría presentado un error de la programación, pues, al parecer, la activación del explosivo estaba programada para las horas de la madrugada”.
Esto confirmaría lo que argumenta nuestra fuente en el artículo del PanAm Post en términos que, si la bomba estalló en un baño de mujeres, lo lógico sería que una mujer la depositara o activara, porque al hacerlo un hombre despertaría sospechas por razones obvias. También confirmaría la tesis de nuestra fuente de que el plan de los autores no era hacer detonar el explosivo en el momento en que estalló. Nuestro artículo sugiere que el posible objetivo era que la explosión se diera en medio del centro comercial para causar aún más daño del que hizo. Según Blu Radio, la intención de los autores, e indican que las sospechas caen sobre el MRP, era que el explosivo se detonara en la madrugada, aunque no indican el lugar donde ha debido estallar según sus planes.
Pese a los avances, aún quedan muchas preguntas por resolver.