Se había anunciado con bombos y platillos desde antes de fin de año: El Gobierno venezolano iba a tomar un conjunto de medidas económicas que iba a revertir la situación oficial de recesión en la que se encuentra el país y a lograr el abastecimiento de productos, que han estado todo el año en un nivel de escasez cercano a 60%.
Pero al final, como ha sucedido varias veces en la gestión de Nicolás Maduro, los “grandes anuncios” terminan siendo un parto de los montes, y en esta ocasión no fue diferente. Lo único que hizo el presidente, este domingo en la tarde, fue anunciar que transfería a las gobernaciones de Estado los peajes carreteros (eliminados en 2008 por su antecesor, Hugo Chávez, por considerarlos “un atraco del capitalismo”) y que esa misma tarde tomaba un avión hacia China, previsiblemente, para obtener algo más de recursos frescos —endeudarse más.
El país asiático, que es el principal acreedor de Venezuela, ha prestado US$46 mil millones desde 2009, aunque, según el Ministerio de Finanzas venezolano, cerca de la mitad de esa cantidad ha sido cancelada.
En su mensaje al país, Maduro también designó a una nueva directiva en el Cencoex, el organismo encargado de “administrar” las divisas que se perciben por petróleo (casi 98% de las que ingresan al país), y agregó que de ahora en adelante, dos nuevos organismos centralizarán las importaciones.
Serán los directivos del Cencoex los que den las malas noticias, mientras Maduro esté de viaje por China y países OPEP que visitará para convencerlos de que recorten su producción petrolera. Se espera una devaluación de los tres tipos de cambio oficiales que tiene el país, aunque el cambio que rige realmente los precios —el extraoficial— es hasta 30 veces mayor que el más barato de los dólares “oficiales”. Pero en su comunicación, Maduro señaló que “jamás cambiaremos el modelo (económico)” y que podría liberar a Leopoldo López, el líder opositor encarcelado desde marzo, “canjeándolo” por el líder independentista puertorriqueño Óscar López Rivera, condenado por terrorismo en Estados Unidos y preso desde 1981.
“La respuesta chavista a los grandes desbalances económicos es más sopa burocrática de letras”, señaló el economista Orlando Ochoa en su cuenta Twitter. “Maduro y sus economistas acaban de mostrar su incapacidad para lidiar con la crisis económica; son marxistas embrutecidos hasta la médula”; y culminó: “la red de controles de compras públicas y abastecimiento enriquecerá más a la dirigencia chavista, mientras las tenazas del socialismo asfixian la economía”.
Maduro y sus chavistas van a convertir a Vzla en un gran mercado negro, asfixiado por controles socialistas, con aparato productivo postrado
— Orlando Ochoa P. (@OrlandoOchoa) January 4, 2015
La economía venezolana decreció 4,9%, 4,8% y 2,3%, respectivamente, en los tres primeros trimestres del año pasado, con lo cual está, oficialmente, en recesión, según el estatal Banco Central de Venezuela, que desde comienzos del año pasado viene emitiendo sus cifras intermitentemente; además, la inflación oficial de 2014 fue de 63% (la más alta del mundo) —180% según el proyecto Troubled Currencies— y el desabastecimiento hace que los ciudadanos pasen horas en colas, buscando productos de consumo diario, medicinas y repuestos automotrices.
Pero la principal preocupación del Gobierno, en este momento, es que, tras una década en los alrededores de los $100 por barril, el precio del petróleo se ha desplomado hasta $46. El presupuesto de 2014, calculado a $55 por barril, prácticamente fue duplicado por la vía de los créditos adicionales, y el de 2015 está calculado a $60.
Ante el panorama, el economista Luis Oliveros sostuvo en declaraciones a Radio Caracas Radio que Maduro está obligado a enfrentar dos vías posibles: Una es un recorte del gasto que tendría un efecto de contracción brutal en el desempeño económico; la otra es un incremento exponencial en la emisión inorgánica de bolívares, que, en ausencia de un programa económico coherente, podría llevar la inflación hasta 1.000% —según Francisco Rodríguez, quien fuera funcionario del Gobierno de Chávez y ahora es analista del Bank of America.
El año de los anaqueles vacíos
Comenzando el año, también a través de Twitter, los venezolanos impulsaron una protesta llamada #AnaquelesVaciosEnVenezuela, que en pocas horas se colocó como la primera tendencia en el país. Mostraba fotos y testimonios de cómo están los expendios de mercaderías a pocas horas de iniciarse el año: Completamente vacíos, y respondía a una situación registrada en la cadena de hipermercados Excelsior Gamma, que el 31 de diciembre denunció ante la Guardia Nacional a un fotorreportero que intentó tomar fotos de las filas de gente para comprar productos. La Guardia Nacional no actuó contra el periodista, y la cadena de tiendas, horas después, presentó sus disculpas, señalando, sin embargo, que sus reglas internas exigen que se solicite permiso antes de fotografiar sus establecimientos, “para proteger la privacidad de las personas que compran en ella y preservar los derechos de propiedad”.
En Venezuela, donde la popularidad de Maduro es cada vez menor (se ubicó en diciembre en 22%, según reveló el presidente de la encuestadora Datanálisis, José Gil Yépez, a final de año), hay quienes piensan que el viaje del mandatario obedece a la necesidad de no ser más asociado a los anuncios de devaluación que hará el Cencoex.
El secretario de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática, Jesús Torrealba, señaló que “el Cencoex anunciará la devaluación, el Seniat (agencia tributaria) anunciará el paquetazo, mientras él (Maduro) sale corriendo para China, muy valiente, muy responsable”. Otros, como el intelectual Ibsen Martínez, fueron más allá: Martínez expresó en su cuenta de Twitter: “Maduro, entendemos que es rudo lo que te toca, pero ¿por qué no lo dejas de ese tamaño, brother, y te vas, simplemente te vas?”.
El Gobierno sigue manejando un mensaje de optimismo, mientras que, según la misma Datanálisis, 85% de la población consideraba que las cosas iban mal (en noviembre; las cifras de fin de año aún no se han publicado), y casi 80%, que empeorarán en 2015.
El vicepresidente del país, Jorge Arreaza, yerno del fallecido Hugo Chávez, señalaba, tras la reunión de Maduro con gobernadores y alcaldes del PSUV en la que Maduro anunció su viaje a China, que “el modelo socialista venezolano garantiza estabilidad y desarrollo”. Esto, a pesar de que los indicadores del país son los peores del mundo, tanto en materia económica como de violencia.