Susana Raffalli es una de las voces más autorizadas para hablar de desnutrición en Venezuela. No solo porque tiene un trabajo, documentado y minucioso, que data de décadas, sobre el tema, sino porque ha sido una de las encargadas, por parte de la sociedad civil, de presentar ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) la situación de la alimentación en el país suramericano.
Periódicamente, y en conjunto con la Fundación Bengoa, Raffalli recorre parte del país para evaluar la crisis alimentaria que padece; y cada vez que lo hace, los datos son más alarmantes. La experta conversó con PanAm Post sobre la desnutrición que está padeciendo parte de los venezolanos, y sobre, justamente, la situación del Derecho Humano a la alimentación y la evaluación anual que del tema de los derechos humanos en Venezuela hará el Consejo de Derechos Humanos de la ONU el primero de noviembre.
¿Cómo observa el panorama de la alimentación en Venezuela en este momento?
Tenemos confirmaciones de los datos de desnutrición aguda. Ya se tienen unas primeras informaciones de los dispensarios de Cáritas, que confirman el aumento de la desnutrición aguda en la población infantil. No tenemos datos sino de cuatro estados, pero lo que se quiere con la vigilancia epidemiológica es representativo de la tendencia del deterioro.
Es mostrar cómo se comporta en el corto tiempo. Un aumento sistemático de la desnutrición aguda infantil, se ha producido en cuestión de meses. Si lo llevo a dos años hay dos indicadores que son patéticos. Del 2013 al 2016 la desnutrición aguda, que venía reportándose como en 12 %, pasó a un 19 % e incluso a 23 % en sectores rurales de Barlovento. Es decir, casi una duplicación, pero lo más grave es que esto mismo está sucediendo con el bajo peso al nacer. La cifra estaba alrededor de 10 % en 2013 y ha crecido.
Cuando un niño nace con bajo peso es el producto de una madre que pasó su embarazo con hambre, y eso es desolador, no solo por el derecho humano de esa mujer, que además de sobrellevar todos los problemas que tiene una mujer en Venezuela y sobrellevar un embarazo, encima lo tiene que sobrellevar con hambre. Es reflejo de que en las consultas de control prenatal con Cáritas en Barlovento no llega un suplemento de hierro ni de ácido fólico en dos años.
Ese niño es reflejo de una vulneración enorme, de muchísimo dolor, pero además es un indicativo de futuro muy desolador, porque un niño que ya no se terminó de formar bien y nació con bajo peso debe tener muy inmaduro su sistema nervioso, sus capacidades cognitivas, va a ser un venezolano que nació sentenciado a un rezago social, económico, afectivo, de todo tipo. Y eso es inexcusable, no se le puede perdonar a ningún Gobierno ni a ningún garante de la alimentación de un país.
Eso se constata además con la duplicación de las muertes por mortalidad materna.
Usted hablaba de la falta de vitaminas y de hierro en los dispensarios maternos. ¿Ha redundado eso en enfermedades como espina bífida, por ejemplo?
No lo hemos registrado. Estamos comenzando a monitorear anemia, son cosas que no se están haciendo como peso y talla, porque es mucho más delicado ir y sacarle sangre a los niños. Pero muy posiblemente se estén registrando casos, y debe haber también anemia en embarazadas. El impacto nutricional es donde se reflejan los impactos de todo. Antes de llegar a eso hemos tenido impactos enormes en procesos como el índice de escasez. Antes se hablaba de desabastecimiento y ya estamos hablando de escasez en productos básicos de hasta 70 %. Estamos hablando de una disminución de 20 % en la producción total de bienes alimenticios. Y si vamos al otro escalón, que es el acceso a estos productos escasos, el acceso sigue altamente constreñido: Las denuncias sobre chantaje alimentario a través de los CLAP van en aumento.
¿Cuáles son las perspectivas, de mantenerse o empeorarse, como mucha gente está previendo, las tendencias actuales?
Yo creo que lo primero que va a pasar es que va a seguir aumentando la frecuencia y la intensidad de los conflictos sociales, y de la violencia que se expresa a través de la falta de acceso a los alimentos. El Cesap, a través de su programa de Acompañamiento en el Dolor, que maneja Psicólogos Sin Fronteras, señala que los casos de maltrato en hogares por falta de comida ya desplazaron a la violencia corriente, incluso a la violencia de género.
El Movimiento Vinotinto, que es el único que está expedientando las detenciones por problemas de alimentación, maneja más de 9 mil detenciones de gente en colas, de gente en saqueos, de establecimientos y camiones. A todo eso súmale las detenciones extrajudiciales de empleados de la industria de alimentos.
- Lea más: Gobierno de Venezuela quitará “beneficio” de comida a quienes critiquen al chavismo
- Lea más: En Venezuela siguen muriendo niños por desnutrición
Prevemos que esta situación que ido asociada al aumento de violencia relacionada al hecho alimentario va a aumentar muchísimo; además, que va a seguir en aumento la deserción escolar, porque cómo va a vivir un niño, primero ya pasaron de reducir la ración a reducir los días en el Programa Alimentario Escolar (PAE), un día sí y un día no porque no hay comida en los colegios, por ejemplo, de Miranda; el poco alimento que tenían, por efecto de la inflación, da hoy para un tercio de lo que daba a comienzo de año. La asignación se la dieron pero sin proyectar la inflación alimentaria.
Ante eso, lo primero que hicieron fue bajar la cantidad y el tipo de alimentación que se le da a los niños, pero ahora no llega con eso, por lo que se la están dando un día sí y un día no.
Por último nosotros prevemos que vamos a seguir reportando más y más casos de desnutrición aguda, lo que configura un panorama social gravísimo y tendrán un enorme impacto social y en la vida de los venezolanos: desnutrición, violencia y deserción escolar. Esto va más allá del hambre, impacta a la sociedad en todos los órdenes.
Aún así hay señales de que la Misión Abastecimiento Soberano va a cumplir lo que prometió y los mercados van a estar un poco más dotados, al menos para fin de año. Hay un movimiento muy intenso de importaciones alimentarias y yo siento que vamos a ver, no solo en Caracas (más bien Caracas es la última ciudad a la que están llegando) alimentos importados.
El problema es que esos alimentos vienen dolarizados por tres. Yo estoy comiendo, por ejemplo, azúcar que traje de Ginebra, del examen anual de la ONU. Y esa azúcar la compré a 0,80 euros por kilo, cuando aquí estamos pagando hasta 3 euros por kilo. Y estas son importaciones hechas desde el Gobierno.
Otro detalle: la bolsa de los CLAP, de mayo hasta octubre, ha tenido un incremento de 1.250 %. Y esos productos se están importando a dólar de 10 bolívares. Una bolsa CLAP costaba en mayo 480 bolívares (US$48 a cambio oficial, pero 0,48 a cambio de mercado). El 17 de septiembre costaba 4.800, y además te la están vendiendo solo si compras alimentos de los que ellos llaman “accesorios”, algunas proteínas o, por ejemplo, mayonesa que ellos importan también.
Entonces no es solo el chantaje alimentario que está reportando Espacio Público, que amenazan a la gente que habla mal del Gobierno con dejarla fuera de la distribución de alimentos, sino es el chantaje también que si no compras una cosa no te dan otra.
- Lea más: “El hambre en Venezuela ya es masiva entre los más pobres”
¿Ustedes llevaron eso a Ginebra, al examen anual de Derechos Humanos de la ONU? ¿Qué reacción hubo allí?
El problema del examen es que los tiempos son muy largos. Lo que va a pasar el primero de noviembre es el penúltimo paso. Lo que nosotros entregamos a la ONU fue en marzo; entre marzo y ahora han pasado muchas cosas graves, pero se nos dio la posibilidad de, en la primera semana de octubre, hacer una actualización. Las ONG de la sociedad civil independiente nos reunimos con los Estados en una sesión plenaria, pero además nos organizamos para visitar las embajadas de todos los países de los relatores de Derechos Humanos de la Comisión.
Eso lo pudimos hacer y en realidad, aunque fuimos 16 de nosotros, llevamos la vocería de más de cien organizaciones y resumíamos más de 50 informes. Pero hay otros 400 informes de una “sociedad civil venezolana” que no sabemos quiénes son, y que cuando uno ve los informes que se presentaron, están totalmente sesgados.
¿Qué se puede esperar de la ONU más allá de recomendaciones? ¿Usted cree que entre los Gobiernos hay conciencia sobre lo que está pasando en Venezuela?
Lo primero que hemos logrado es la visibilidad. Lo segundo es que en la oficina del Consejo de Derechos Humanos y la Oficina del Alto Comisionado, y las relatorías para cada uno de los derechos, en algunos de los temas, hemos tenido tal impacto que las recomendaciones han aumentado en intensidad. Por ejemplo, en el tema de salud, que es en el que más se ha avanzado, las recomendaciones ya se han convertido en exhortaciones, a nivel de decir que nos están vigilando. Ya hay declaraciones de Ban Ki-Moon expresando preocupación por la situación de Derechos Humanos en Venezuela. Todo eso se ha logrado a través de esta visibilidad y lobby.
Uno puede decir que eso no es vinculante, pero sí hace diferencia que el Estado venezolano se sienta vigilado y monitoreado. Que el cerco internacional se te vaya cerrando. Mira lo que está sucediendo, por ejemplo, con el canje de bonos de PDVSA.