Todo cambio de administración ha sido descrito como “el fin de una era y el comienzo de otra”, al mejor estilo “muerto el rey, viva el rey”. Sin embargo, son muy escasas las situaciones en las que una asunción presidencial constituye en efecto un cambio – “cambio” es, asimismo, la palabra más bastardeada de cualquier campaña.
Para muchos, el sábado 21 de enero el mundo será un lugar sombrío, intimidante y, sobre todas las cosas, menos libre. Para otros, es el comienzo de una rebelión contra el status quo, contra un sistema indiscutiblemente en vías de pudrición que ha fallado a los ciudadanos de a pie una y otra vez.
¿Quién tiene razón? ¿De quién se despide el mundo el próximo viernes 20 de enero? Y, quizás más importante aún ¿a quién recibe? Ambas percepciones sobre el asunto son exageradas, y la exageración dista de la realidad.
A los fatalistas, basta con recordarles que el mundo, sólo en su historia más reciente, sobrevivió a los regímenes de un Hitler, de un Stalin, de un Mao. Sobrevivimos a Lenin, a dos guerras mundiales, a dos bombas atómicas, a organizaciones terroristas expertas en reclutar adherentes en cualquier parte del globo como nunca antes habíamos visto. A esas, todavía las sobrevivimos. Hoy también sobrevivimos a un Castro, a un Nicolás Maduro.
Ante este panorama, las lecturas posibles son dos:
- El mundo es, hace mucho tiempo, un lugar sombrío, intimidante y poco libre; o bien
- La humanidad es más resiliente de lo que muchos nos pretenden hacer creer: crear miedo es, después de todo, una forma macabra de crear poder absoluto.
El hombre al que despediremos (aquel que se autodefinía en su campaña como “hope” – esperanza- de mano del ya legendario “yes, we can” – sí, podemos) es probablemente el presidente más carismático de la historia de Estados Unidos, más que Kennedy, si se quiere. Al igual que JFK, Barack Obama cuenta con una esposa inmaculada, icónica, poderosa.
People are pouring into Washington in record numbers. Bikers for Trump are on their way. It will be a great Thursday, Friday and Saturday!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 17, 2017
¿Cómo es posible, entonces, que tal espécimen no llegue siquiera al 50% de aprobación? En el promedio de ambas administraciones (48%) cuenta incluso con menos aprobación que su predecesor, George W. Bush (49.4%) y es derrotado incluso por el rey de los escándalos, un hombre que mintió a los ojos de un país entero, Bill Clinton (55,1%). Seguro hay más que simples hackers rusos en estos números: el pueblo americano se siente honestamente defraudado.
- Lea más: Discurso de Meryl Streep: el hipócrita seudoprogresismo de Hollywood
- Lea más: El equipo de Trump revela su fuerte apuesta por los emprendedores
Las intervenciones militares no brillaron por su ausencia durante la administración Obama, siendo particularmente relevante aquella sucedida en Libia. Quizás no atacó a la libertad de prensa, pero sí a la libertad de expresión, Edward Snowden y Chelsea Manning son pruebas vivientes de ello, así sea en la cárcel o en el exilio. Consultado sobre su promesa de cerrar Guantánamo, Obama pudo apenas defenderse con un “redujimos su población a sesenta detenidos”.
Incluso con el Obamacare, el programa de salud insignia de su administración, 30 millones de americanos aún no tienen seguro médico. Uno de cada tres no puede pagar la totalidad de los medicamentos que debería recibir. Y si esto no es suficiente para desalentar a sus ciudadanos, la legalidad misma del Obamacare ha sido puesta en tela de juicio. Para poner el programa en marcha, el gobierno hizo uso de fondos públicos de manera inconstitucional – en otras palabras, lo que un ficticio Frank Underwood hace con America Works en la exitosa serie House of Cards.
¿Y a quién recibiremos el próximo viernes? A un magnate ególatra, sin experiencia alguna en una oficina pública que logró lo que muchos creían impensable (y sostienen indeseable): ganar las elecciones a pesar de sí mismo, a pesar de tener a toda la prensa en contra, a pesar de todos los “a pesares”.
Quienes votaron por Trump no son un grupo de rednecks, ignorantes, homófobos y racistas – más allá de que seguramente algunos de sus simpatizantes sí quepan en esta descripción.
Quienes llevaron a Donald Trump a la Oficina Oval son, en su mayoría, seres humanos cansados de un sistema que los usó y les mintió, y Donald Trump lo sabe – así lo admitió en su entrevista para 60 minutes, minuto 2:26.
https://www.youtube.com/watch?v=BxG-MCRb3i4
Sobrevivir a Obama
El próximo viernes es, en resumen, un día clave para quienes hacen política, en Estados Unidos y en el resto del mundo. Ignoro cómo será la administración Trump, pero de ser caótica, como auguran muchos, una cosa es segura: la sobreviviremos. Después de todo, también sobrevivimos a Obama.