La hipocresía es, probablemente, el defecto más abundante en el ser humano. Somos, social e individualmente, hipócritas.
Las verdades a medias (e incluso las mentiras a medias) han sido siempre más cómodas que la verdad desnuda. Los discursos emotivos, que mueven nuestras entrañas, que incluso no fallan a la hora de hacernos tanto llorar como reír son preferibles a las alocuciones meramente descriptivas: éstas últimas no son atractivas.
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Si es nuestro objetivo (social e individual) es ser críticos y racionales, deberemos aceptar entonces todo aquello que (nos) hemos querido ocultar, que elegimos, en la era de la información, no contar ni contarnos.
Una amiga mía (a quien tengo en alta estima) es una acérrima feminista. A menudo publica en las distintas redes sociales artículos y propaganda antipatriarcado. Hace unas semanas publicó un sketch al que describió como “divertidísimo” en el que, entre otras desventuras, una mujer golpeaba a un hombre: primero con su mano, luego con la plancha, y finalmente con la tabla de planchar.
Mi amiga es una buena persona, evidentemente así la considero (caso contrario no sería mi amiga), pero es incapaz de ver sus propias contradicciones, su propia hipocresía, su propia violencia y, a fin de cuentas, la miseria de su doble moral.
Es hora de incentivarnos e incentivar a la objetividad y a la razón, y para tales fines, propongo hoy una serie de sugerencias que espero nos sirvan de disparador.
1) Si criticas a Melania o Ivanka Trump por el mero hecho de ser “esposa de” o “hija de”, ten por favor la decencia de no ir a una marcha feminista, de no usar el hashtag #NiUnaMenos. Si una mujer vale más que otra a tus ojos, revisa tus valores.
2) Si en realidad estás a favor de políticas que favorezcan la inmigración en tu país, ten a bien no cometer el error de la comediante Chelsea Hendler, acusada de “immigrant shaming” después de afirmar que la actual primera dama, de origen esloveno “apenas puede hablar inglés. Espero simplemente que Hendler, al igual que Melania Trump, también hable cinco idiomas fluidamente.
3) ¿No te gusta la idea del muro entre México y Estados Unidos? En primer lugar, es menester especifiques a qué muro te refieres: ¿al que Trump promete construir o al ya existente? Sin los escándalos del actual presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, en 1993, construyó un muro de 1.100 kilómetros. Barack Obama no sólo no lo destruyó, sino que quebró récord en deportaciones, con más de 2.600.000 de indocumentados expulsados. Además, en pos de la coherencia, espero asimismo estés en contra del muro que se construye desde 2014 ante las fronteras de Guatemala y Belice. ¿Qué quién construye este muro antiinmigrantes? México.
4) Oxfam manipula, esconde o no sabe leer datos. Eso de que los ricos están más ricos y los pobres más pobres es una mentira más grande que el Taj Mahal. Los pobres son hoy más ricos y por primera vez en la historia de la humanidad, hay más obesos que famélicos, lo cual tampoco es saludable o deseable, por supuesto, pero hay menos gente muriéndose de hambre. El crecimiento de las clases altas es real, pero ha sido moderado comparado con aquél de los más pobres.
5) ¿Estás en contra del bullying, presencial o cibernéticamente? Pues bien, espero lo recuerdes a la hora de reírte de Barron Trump, un niño de diez años que no eligió a su padre ni forma parte de las decisiones, declaraciones o acciones de este último. De ignorar este principio, poco te alejarías de la comediante de Saturday Night Live, Kate Rich, a quien no le tembló el dedo a la hora de twittear un “chiste” (macabro y de mal gusto) acerca del inocente. Fue, por supuesto, “suspendida indefinidamente” por la cadena NBC y hasta Chelsea Clinton salió en defensa de Barron.
No pido que simpatices con Donald Trump: es, casi que objetivamente hablando, mucho pedir. Sí pido que no te dejes sesgar por una prensa altamente selectiva.
No pido que creas que el mundo es un lugar perfecto y justo, no lo es, y dudo lo sea en algún momento. Pero estamos indiscutiblemente mejor de lo que alguna vez hemos estado, y es gracias al capitalismo y al libre mercado.
La objetividad, la razón, la coherencia y el respeto real hacia el otro y, fundamentalmente, hacia nosotros mismos, son los únicos pilares que sostendrán a la libertad ante el sesgo, la manipulación y la mentira.