La corrección política se está apoderando del mundo entero, como las pestes pandémicas que solo Hollywood sabe recrear y acelerar, y nos está afectando más de lo que creemos, más de lo que somos capaces de darnos cuenta.
Un café en el barrio montevideano de Pocitos no escapó a tan infame tendencia y se encontró en medio de una polémica inaudita después de escribir, en su pizarra de ofertas, la frase “no se permiten perros ni mexicanos” (no dogs or Mexicans allowed). La peculiar “condición de entrada” no salió del cráneo del propietario (estadounidense) sino de la película The Hateful Eight, del director Quentin Tarantino y pretendía no sobrepasar la calidad de chiste.
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Ante todo, decir que el dueño debió haber tenido más tino. No todo el mundo vio la película y los que sí la vimos no tenemos por qué recordar la mencionada locución. Debió haber entendido también que el pueblo mexicano todo está en un contexto histórico-político de particular susceptibilidad y este tipo de humoradas (graciosas o no) pueden despertar reacciones no deseables.
El decano de Facultad de Ciencias Económicas, Rodrigo Arim, fue el primero en no entender la broma y compartió la foto en Twitter acompañada de la leyenda “Inaceptable: cartel en café ‘no se permiten perros ni mexicanos’. No es USA, es Pocitos. Propietario norteamericano. Discriminación pura”.
Arim cometió, por lo menos, tres errores garrafales. El primero es no haber comprendido que se trataba de un chiste, lo hiciera reír o no. El segundo fue compartir y viralizar una foto (siendo familiar con la figura de “difamación”) de algo que no entiende. El tercero, y quizás más grave, fue aclarar que no se trataba de Estados Unidos, sino de Pocitos, Montevideo; implicando que en Estados Unidos sí son todos racistas, lo que es evidentemente una señal de ignorancia y discriminación.
Bastaron unos pocos retweets para que el cartel se hiciese primero Trending Topic (tendencia) en Uruguay y para que el embajador de México en el país oriental se hiciese eco de las palabras plasmadas en dicho cartel.
El propietario de Coffee Shop, en su cuenta de Facebook, aclaró (tanto en inglés como en español) lo siguiente:
“No hay que ser odioso.
El furor que se generó en estos días por el contenido del cartel que tenemos en nuestra vereda, es un gran malentendido. Absolutamente nadie ha sido discriminado en nuestro establecimiento jamás.
Podemos ser distintos. Sabemos que el humor en los comentarios y las citas que rotan en dicho pizarrón a veces puede resultar impertinente o no ser comprendido, siempre hacemos lo mejor que podemos por todos los que nos visitan.
Hubo muchas citas en este tiempo, creemos que algunas son interesantes de compartir y otras que, con mayor o menor éxito, consideramos graciosas.
En este caso en particular, la frase está sacada de la película ‘The Hateful Eight’ o ‘Los 8 más Odiados’ de Quentin Tarantino, que transcurre a mediados del siglo 19.Es una muy entretenida obra de ficción que es consistente con el resto del trabajo del director. Recomendamos que la vean si aún no lo han hecho.
Entendemos que puede haber sido insultante de manera accidental, por lo que es necesario aclarar que nunca haríamos este tipo de declaración en serio.
No se dejen llevar por la histeria. No se permitan pensar lo peor de cada situación por más que esté sugerido. Son todos bienvenidos y queremos escuchar su experiencia en cuanto esta situación. Si son clientes, o potenciales clientes, tómense el tiempo de visitarnos y verlo por ustedes mismos.
Otra cosa, todos pueden dar su opinión. Si alguna de las reacciones que se han producido te parece exagerada, y sabés como el resto de nuestros clientes que nuestro café es lo opuesto a lo que se ha dicho, también podés expresarte.
Nos vemos el lunes”.
El escándalo ha sido acompañado por pedidos de cierre de local o llamados al boicot, en un brote jamás visto de sensibilidad. Entre los ofendidos se encuentran empleados de la Intendencia de Montevideo (empleados públicos del oficialismo) que no han gastado la energía de un dedo en tweets que clara e inequívocamente condene la violencia en Venezuela o denunciando los más que dudosos resultados de las elecciones en Ecuador.
El embajador de México en Uruguay, Francisco Arroyo, asegura que ningún humor justifica la ofensa y que “no estamos dispuestos a dejarlo pasar”.
Milton Romani, por su parte, exsecretario de la Junta Nacional de Drogas y exembajador uruguayo ante la OEA, exigió la difusión de la dirección del lugar, al cual calificó de “xenófobo” y mencionó que se trata de un delito de odio racial, que se traduce en 6 a 20 meses de prisión.
Qué triste, Uruguay. Qué triste haber perdido todo rastro de sentido del humor. Qué triste que para el oficialismo frenteamplista sean estas las prioridades. Y no es cierto que ningún humor justifica la ofensa. ¿Qué estaría significando “no dejarlo pasar, señor embajador? ¿Haría usted tales declaraciones en la redacción de Charlie Hebdo?
En un mundo en el que reina el caos, el humor es supervivencia. Perderlo es un lujo que no nos podemos dar.