Recientemente, en el marco de la 80ª Convención Bancaria “El Dilema Global: Liberalismo vs Populismo” Enrique Peña Nieto defendió los valores “liberales” como la única receta viable para fomentar el desarrollo del país y aseguró que estas medidas han sido las que han ayudado a países de primer mundo a afianzarse como modelos a seguir en materia socioeconómica.
Aseguró que en los valores liberales se encuentran “las estructuras, las condiciones, los pilares que han dado sustento al desarrollo y prosperidad de varias naciones” y además afirmó que México ha adoptado “varias de estas prácticas y este modelo para impulsar el desarrollo nacional”.
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Pero realmente, ¿Qué tan liberal ha sido Peña Nieto como presidente? ¿Es siquiera posible imaginar que un representante máximo del gobierno de un país pueda entender que el Estado tiende a jugar el rol de enemigo de las libertades individuales?
A más de cuatro años de iniciado su gobierno podemos identificar claramente luces y sombras cuando analizamos su gobierno desde una perspectiva liberal.
LUCES LIBERALES:
- Matrimonio igualitario: el representante del ejecutivo federal dio un giro político a su discurso bastante relevante respecto a este tema al hacer un pronunciamiento fuerte y claro en contra de la homofobia mientras enviaba una reforma a San Lázaro para garantizar los derechos de adopción y el matrimonio gay.
- Legalización de las drogas: otro cambio de discurso y propuesta de cambio de paradigma se ha dado en el mundo de la regulación con respecto a drogas como la marihuana para su uso médico y recreacional. Reconocer que la política prohibicionista que ha prevalecido desde los 70´s en el país ha fracasado es un primer paso importante para terminar con todas sus trágicas y nefastas consecuencias.
- Liberación del mercado energético: reconocer que la monopolización del mercado de hidrocarburos a manos de PEMEX es insostenible y proponer reformas estructurales para acabar con ella es un acierto económico. Aún falta ver y comprobar que su ejecución e implementación sean la correctas para que realmente los efectos sean positivos para la ciudadanía, pero al menos como planteamiento, el enfoque es digno de aplaudirse.
- Libertad de expresión: contrario al historial de expresidentes de su partido, que, fieles a las prácticas más sindicalistas y corporativistas, compraban y silenciaban a medios de comunicación, la libertad de expresión con respecto a EPN y su gobierno es prácticamente total. La salida a la luz de escándalos de corrupción en los que el mismo presidente ha estado involucrado son un síntoma positivo de este punto. Si bien esto obedece más a cambios culturales y tecnológicos, a comparación de otros países como Bolivia, Venezuela, Ecuador o ahora Estados Unidos (donde la guerra de Trump con los medios ha tomado dimensiones antes inimaginables) la relación con los medios sigue siendo adecuada.
SOMBRAS LIBERALES:
- Corrupción: la consecuencia más dolorosa de los grandes poderes de los que gozan funcionarios para manejar presupuestos y cuotas de poder, y que sigue siendo la tónica en México. Como ejemplo más resonante está sin duda el de la famosa Casa Blanca, que involucra al mismo EPN y a la primera dama, entre otros funcionarios de alto nivel. En una verdadera sociedad liberal este tipo de prácticas serían inexistentes por el simple hecho de ser jurídicamente inviables como consecuencia de la existencia del estado de derecho.
- Inseguridad: garantizar los derechos de propiedad, vida y libertad de sus gobernados debería ser la única función legitima de un gobierno liberal. Si tomamos en cuenta que se calcula que cerca de 23 millones de mexicanos fueron víctimas de algún delito tan solo el año pasado y que el 72% de la ciudadanía percibe al país como inseguro, nos damos cuenta que la seguridad sigue siendo la eterna asignatura pendiente del gobierno federal.
- Aumento del “gasto social”: el gobierno de Peña se ha caracterizado por aumentar significativamente el presupuesto a programas sociales como “prospera” que no terminan generando más que burocracia, dependencia estatal y corrupción.
- Reforma Fiscal: esta es quizá la menos liberal de todas sus reformas, cuando la economía necesita incentivos para invertir y emprender es increíble que una reforma fiscal como la propuesta y aprobada por el ejecutivo federal se lleve a cabo. Aumentar impuestos a una economía que lucha por reactivarse es hacerse un harakiri económico.
A modo de resumen, podríamos decir que el actual gobierno federal ha tenido un acercamiento tímido, pero positivo, con las ideas liberales, sobre todo en materia social, pero sigue teniendo muchas áreas de oportunidad, principalmente en lo económico. Estas situaciones se pueden convertir en bombas de tiempo cuyo detonante generalmente es la corrupción, como el caso de Veracruz y Duarte nos han demostrado.
Definir a Peña Nieto como liberal resulta temerario desde el punto de vista purista de la ideología, pero si en algo tiene razón el mandatario, es cuando define al populismo como “las posiciones dogmáticas que postulan soluciones aparentemente fáciles, pero que en realidad cierran espacios a la ciudadanía. Esto, en contraposición a la sociedad de ciudadanos libres que hemos logrado como país, en la que el papel del Estado es ser garante de esta libertad, abriendo oportunidades para su desarrollo”.
Estas declaraciones parecen tener dedicatoria para la nueva ola “progresista” que se está formando de políticos oportunistas y expulsados de otros partidos a lo largo del país llamada MORENA y liderada por el vividor más grande nuestro país: Andrés Manuel López Obrador.
Resulta muy importante señalar que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) se mantiene fiel a su política de siempre: ser camaleones políticos y actuar según el momento histórico. Definir a los militantes del PRI como liberales o incluso “neoliberales” es equivocado y basta con ver que forman parte de la Internacional Socialista (IS) para constatarlo.
Personalmente, y al revisar el historial político de EPN, dudo mucho que estas declaraciones sean fruto de una convicción personal, pero celebro que al menos sus asesores tomen medidas para que se pongan estas ideas, que son fundamentales para el desarrollo y futuro de nuestro país, como parte central de su agenda política.
Apostemos por una agenda de libertad y corresponsabilidad ciudadana; está más que comprobado que no hay otro camino para el desarrollo y el progreso.