Se encienden las alertas en Brasil tras 1.500 escuchas telefónicas en Cárceles del país. El Primeiro Comando da Capital (PCC), el poderoso cártel paulista, el mayor de Brasil, quiere adueñarse de Río de Janeiro.
Presidiarios del PCC buscan convencer a jefes encancerlados de pequeñas favelas del interior de Río a unirse a ellos.
Las investigaciones han arrojado que traficantes de São Paulo, que cuentan con empresas, abogados, gasolineras y un patrimonio inmobiliario para lavar el dinero del crimen, están captando aliados en las cárceles, centros operativos y residencias de las cúpulas del crimen en Brasil.
El PCC ofrece una estructura a sus nuevos aliados: asistencia jurídica, préstamo de armas y drogas, apoyo en todo Brasil y en los países vecinos donde el PCC tiene ramificaciones (Paraguay, Bolivia y Colombia), y mejores condiciones en las cárceles, desde televisión de plasma hasta pollo frito para cenar.
A cambio, piden fidelidad, la aceptación de los estatutos del comando y una aportación mensual de 400 reales (unos 120 dólares), que sirve para ayudar a los hermanos presos.
El objetivo es lograr una cárcel propia, donde el PCC sea el líder, y comandar desde allí las operaciones en el único gran territorio de Brasil donde los paulistas todavía no ejercen su dominio.
De acuerdo con el reportaje publicado por El País, en las escuchas telefónicas se revela que el enemigo es el gobierno brasileño.
El interés del PCC por instalarse en Río llega en el peor momento. El Estado está debilitado económicamente, tiene serias dificultades para pagar a sus funcionarios —incluidos los policías—y los índices de delincuencia continúan en aumento. La llegada de una nueva facción mucho más sofisticada que las cariocas y que controla toda la actividad criminal en São Paulo sin que las autoridades logren debilitarla es una pesadilla para cualquier experto en seguridad pública.
Fuente: El País