Venezuela cuenta con un nuevo ejército opositor; se trata de miles de jóvenes manifestantes dedicados desde hace 50 días a luchar por la democracia en el país suramericano; están “dispuestos a todo” y no los controla nadie. Se hacen llamar “La Resistencia”.
Cascos, escudos improvisados, una camisa que les tapa el rostro, bombas molotov y fuegos artificiales, son sus principales armas para defenderse ante la brutal represión del régimen de Nicolás Maduro; represión que hasta ahora ha cobrado la vida de 52 venezolanos.
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Son jóvenes, muchos de ellos menores de edad con la esperanza de crecer dignamente en Venezuela, otros muchos rondan los 20 y 25 años con mucha fortaleza y convencidos de que la lucha por la democracia se encuentra en la calle a costa de lo que sea.
El número de miembros puede llegar a superar cómodamente los 700 en cada marcha opositora; son muchachos, la mayoría de origen humilde; pero también los hay de todos los estratos. Ahí en la lucha por el país se logran congregar a todas las clases sociales con un mismo fin: recuperar Venezuela.
"MAD MAX"! #AHORA Manifestantes de la Resistencia con camión de volteo toman la Av Sur de Altamira para trancar distribuidor #22M #Venezuela pic.twitter.com/xj2SaiwVDT
— Cristian Crespo F. (@cristiancrespoj) May 22, 2017
Este movimiento civil y espontáneo que surgió con el crecimiento de la represión contra los manifestantes opositores; crece cada vez que el régimen de Nicolás Maduro impide las protestas pacíficas y las repliega con bombas lacrimógenas, perdigones, artefactos como metras (esferas metálicas) y hasta balas.
Son jóvenes que decidieron dar sus vidas para defender la democracia en el país suramericano, y están dispuestos a enfrentarse “cara a cara” contra la Policía Nacional y la Guardia Nacional Bolivariana.
“La Resistencia” se ubica adelante de cada protesta multitudinaria; es allí donde reciben las bombas lacrimógenas y las devuelven, con frascos de pintura intentan bloquear la visión de las tanquetas de guerra y con bombas molotov y fuegos artificiales buscan neutralizar la represión.
Si el régimen de Nicolás Maduro no impidiera el derecho a la protesta, convocara a elecciones y respetara la Constitución, este movimiento civil no hubiese nacido; pues es el resultado de la frustración de miles de venezolanos que exigen un cambio en el país suramericano.
“La Resistencia” se ampara en el artículo 350 de la Carta Magna: “El Pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la Libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos“.
Tras este artículo de la Constitución “La Resistencia” se declara en desobediencia civil en cada uno de los estados del país.
El principal objetivo de estos “chamos” es que Nicolás Maduro y el chavismo abandonen la presidencia, por lo que no solo acuden a las marchas opositoras convocadas por los líderes políticos; sino que también toman sus propias decisiones: instalan obstáculos en las calles, incendian neumáticos y otros materiales.
Cada golpe recibido por funcionarios, cada asesinato de un compañero, los ha hecho más fuertes y prevenidos. Impiden que la prensa les fotografíe el rostro, intentan mantenerse en silencio, no mencionan sus nombres entre sí y son solidarios entre ellos.
“La Resistencia” nace como un movimiento independiente; tanto así que en ocasiones los líderes políticos opositores se acercan a ellos y les piden no encabezar las manifestaciones; sin embargo muchas veces hasta los convocantes se frustran porque no pueden ejercer control sobre ellos. Se trata de jóvenes rebeldes que luchan por una mejor Venezuela.
Se ha hecho difícil conocer cómo se agrupan o se coordinan los miembros de La Resistencia, pero con el pasar de los días mejoran sus tácticas defensivas.
Si las fuerzas represivas les lanzan bombas lacrimógenas o artefactos con armas de fuego, los muchachos se protegen entre sí con escudos en forma de cascarón de tortuga.
Como en el ajedrez, cada uno tiene sus propias funciones: la primera línea de protección está formada por escuderos (así se hacen llamar); la segunda línea está formada por jóvenes que devuelven las bombas lacrimógenas y a partir de la tercera se ubican quienes cuentan con las bombas molotov y los fuegos artificiales que lanzan en contra de las fuerzas de Seguridad del Estado.
Como una danza, en el momento de la confrontación, entre ellos se turnan las funciones e intercambian los roles a la hora de defenderse.
Esto es algo que ninguno de sus miembros oculta, el modo de operar y de defenderse lo hacen a la vista de todos; a la vista de los miles de venezolanos que salen a exigir democracia.
Al avanzar “La Resistencia” a través de los miles de manifestantes opositores, reciben aplausos y agradecimientos; pues se han convertido en los héroes anónimos en la lucha por la defensa del derecho a la protesta.
Cabe destacar que cada día se observan más niños y jóvenes de la calle incorporándose a “La Resistencia”; chicos que descalzos, sin padres y sin hogar, deciden participar en una “guerra” por no tener nada que perder; muchachos que no conocieron otra Venezuela salvo la pobreza y la indigencia —este tema es otra historia que próximamente estaremos profundizando, situación que merece un artículo especial—.
Pero todos estos jóvenes, vengan de donde vengan han demostrado ante Venezuela y el mundo que son valientes y osados en lo que hacen; están dispuestos a desafiar ante cualquier escenario a las fuerzas represoras del régimen de Nicolás Maduro.
No muy lejos de la imaginación sería interesante presenciar una lucha en igualdad de condiciones y sin armas entre funcionarios policiales y los muchachos de La Resistencia; por el arrojo observado no dudaría de la capacidad de victoria que tendrían estos jóvenes luchadores.
Por este motivo me es fácil entender perfectamente el temor que puedan tener los miembros de la Fuerza Armada venezolana. Es tal el miedo que el régimen le tiene a La Resistencia, que recientemente prohibió la importación de cascos, máscaras antigases, chalecos antibalas y hasta bates de béisbol.