Costa Rica enfrentará este domingo 4 de febrero, unas elecciones completamente atípicas en la historia de ese país, pues por primera vez al menos cinco candidatos tienen opciones reales de llegar a la Presidencia.
Serán unos comicios en los que desde ya se puede afirmar que existirá una segunda vuelta electoral y en los que ninguno de los candidatos supera por ahora el 15% de intención de voto.
Son 13 candidatos los que se disputan la Presidencia, pero cinco tienen grandes posibilidades de ganar según las encuestas de opinión.
Los sondeos revelan cifras históricas en el porcentaje de indecisos y de abstencionistas que ronda entre el 45,2% y 56%; todo esto, en medio de un cierre de campaña caracterizado por la incertidumbre.
De acuerdo con la reciente encuesta de la Universidad de Costa Rica (UCR) para el Semanario Universidad; 36,5% de los electores que están decididos a votar, aún no saben por quién hacerlo e incluso muchos retiraron apoyo a algún candidato que en un inicio quisieron respaldar.
En otras palabras, cuatro de cada 10 ciudadanos costarricenses que irán a las urnas este domingo, no saben a quién le darán el voto.
Bajo estas circunstancias, la incertidumbre es la única conclusión apropiada y la gran cantidad de votantes indecisos puede inclinar la balanza hacia cualquiera de las opciones.
La “insatisfacción política” lleva la delantera
PanAm Post entrevistó a Asdrúbal Vargas, director de Asuntos Públicos en CLC GLOBAL y Coordinador de Juventud de la Alianza para Centroamérica, quien explicó que estas elecciones en Costa Rica están enmarcadas en la falta de confianza y en la insatisfacción con la política tras recientes casos de corrupción como el del “Cementazo“; una especie de “miniOdebrecht” que involucró a una de las grandes empresas de ese país con políticos y miembros de los tres Supremos Poderes.
El “Cementazo” es un escándalo político revelado a mediados de 2017 donde se cuestiona el préstamo de $31,5 millones del Banco de Costa Rica (BCR, un banco estatal) al empresario constructor Juan Carlos Bolaños y su empresa Sinocem Costa Rica en condiciones irregulares.
Vargas señaló que en Costa Rica se ha dado una fuerte polarización en el marco de la discusión de la idología de género y el tema de la educación sexual, una situación que ha sacado a flote un gran apoyo al conservacionismo.
Calificó la campaña como “volátil” porque los abstencionistas no pertenecen a un grupo fijo sino que ha variado con el pasar del tiempo y donde hasta ahora no hay nada seguro.
“En este momento pueden haber dos escenarios, que los partidos tradicionales ganen la elección y logren colarse en las primeras posiciones gracias a la estructura que tienen; o que el candidato del oficialismo logre ocupar los primeros puestos tras el miedo que hay de que un candidato radical como Diego Castro o un fundamentalista como Fabricio Alvarado logren la Presidencia”; señaló el especialista.
Criticó que el tema de la ideología de género, por ejemplo, haya opacado en la campaña, situaciones preocupantes como la economía del país centroamericano.
“Costa Rica enfrenta la tasa de homicidio más alta, enfrenta el déficit fiscal más alto que ha tenido en la historia reciente, enfrenta graves problemas en la liquidez de sus finanzas públicas, un desempleo que es de 8,5% pero que supera dos cifras de desempleo en mujeres y jóvenes. La situación económica del país es un tema preocupante pero ha sido invisibilizado por temas como la ideología de género”; señaló.
En Costa Rica se diluyó el chavismo
Tras el polémico tema sobre el caso Venezuela en la región, y la posibilidad de que algún candidato respalde al régimen de Nicolás Maduro, Vargas señaló que por ahora no, pues en esta oportunidad todos los aspirantes se han desligado del chavismo.
“Nadie se explica a dónde se ha diluido el voto tan grande que tuvo en la campaña pasada la izquierda en el país; en la campaña pasada el candidato José María Villalba — que llegó a defender a Nicolás Maduro — había logrado una gran posición, pero esa intención del voto parece que se ha diluido entre los conservadores”; explicó.
“A nivel presidencial no podríamos decir que es una verdadera amenaza la llegada de un candidato afín con el chavismo, incluso el candidato actual del Frente Amplio ha buscado alejarse de las ideas y acciones de Nicolás Maduro”; sentenció.
Los candidatos
Los siguientes son los perfiles de los cinco candidatos que aparecen mejor posicionados en las encuestas y que tienen opciones reales de llegar a la Presidencia. Si ninguno de ellos alcanza al menos el 40% de los votos, habrá una segunda vuelta el próximo 1 de abril entre los dos más votados .
Fabricio Alvarado: Candidato cristiano evangélico, en las últimas semanas las encuestas le otorgan un 10% de apoyo popular.
Es periodista de 43 años, casado y con dos hijas, dejó el catolicismo, abandonó su carrera de reportero de sucesos en un canal de televisión y se reinventó como predicador evangélico.
Su don de la palabra y su habilidad para la música le abrieron las puertas a una carrera de cantante, seguidamente incursionó en la política con el partido evangélico Restauración Nacional, por el cual se eligió diputado en las elecciones de 2014.
Se postuló a la presidencial en las elecciones de 2018, y tras la decisión del pasado 9 de enero de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) a favor del matrimonio homosexual, el candidato dio un paso adicional y diferente: anunció que de llegar a ser Presidente retiraría al país de ese tribunal internacional.
Antonio Álvarez Desanti: Es el candidato con mayor trayectoria política en las actuales elecciones. Fue ministro de Gobernación y de Agricultura; y estuvo dos períodos como diputado.
Los sondeos le adjudican entre 12,3% y 6,71% del apoyo popular.
Desde su juventud es miembro del Partido Liberación Nacional (PLN), el más tradicional del país; ha centrado su campaña en su experiencia como dirigente político y como empresario.
Es abogado, está casado y con dos hijas; ha sido criticado por su disposición a cambiar de postura, e incluso de partido, cuando le resulta conveniente.
En las elecciones de 2006 rompió con el PLN, al que acusó de corrupto, y lanzó una candidatura presidencial independiente que fracasó en las urnas. Poco después regresó al PLN.
Juan Diego Castro: Las encuestas le otorgan entre 11,% y 9,76% de intención de voto; es abogado penalista y se presenta como un “outsider” de la política, pese a que fungió como ministro de Seguridad y de Justicia en el período 1994-1998.
Al inicio de su campaña aparecía en público con una escoba, símbolo de su intención de barrer la corrupción y el crimen, y ese discurso de mano dura le permitió surgir en las encuestas pese a estar postulado por el diminuto Partido Integración Nacional.
En la actual campaña ha mantenido un enfrentamiento constante con los medios de comunicación, particularmente con el diario La Nación, al cual dijo que sacaría de circulación; además ha bloqueado de su cuenta de Twitter a los comunicadores que lo critican.
Rodolfo Piza: Las encuestas más recientes le adjudican entre 8,2% y 5,49% del apoyo popular, es abogado y representa al Partido Unidad Social Cristiana (PUSC).
Fue presidente de la Caja Costarricense del Seguro Social, responsable de los hospitales públicos y el mayor sistema de jubilaciones del país.
Su campaña se enfoca en promesas que van desde mejorar la infraestructura pública, la salud y la educación; hasta mejorar la situación del desempleo.
Carlos Alvarado: Es el candidato del oficialismo; pertenece al Partido Acción Ciudadana (PAC), fue ministro del Trabajo hasta que decidió lanzarse como candidato a la Presidencia; estudió Periodismo y Ciencias Políticas. Su candidatura ha presentado un gran crecimiento, pues recientes encuestas le otorgan 10,6% de aceptación.
Fue el ministro más joven del actual gabinete de Luis Guillermo Solís y de llegar al poder sería uno de los presidentes con menos edad en la historia de Costa Rica.
Ha prometido luchar por bajar el déficit fiscal, construir la primera etapa de un tren eléctrico que una las principales ciudades del país y continuar obras de infraestructura que impulsa el actual Gobierno.
La mayor crítica que le hacen sus adversarios es su poca experiencia en la función pública y la política, pero Alvarado ha dicho que es un hombre preparado.