Parecería que una gran parte de la sociedad civil tiene dificultades para dimensionar el impacto diario de los think tanks sobre sus vidas. Por este motivo, resulta crucial reconocer y comprender el papel que juegan estas instituciones en la elaboración y desarrollo de las políticas públicas que inciden en nuestro día a día, y el modo en que influyen en la sociedad.
Los think tanks —también conocidos centros de pensamiento, fundaciones o tanques de pensamiento— son institutos que fomentan el análisis político, buscan formar investigadores e intelectuales y difundir determinadas ideas mediante la realización de eventos, publicación de libros y artículos, y apariciones en los medios de comunicación.
Estas organizaciones están integradas por individuos cuyo principal interés radica en el debate de ideas y en el desarrollo de investigaciones sobre múltiples cuestiones, haciendo un vigoroso énfasis en el desarrollo de propuestas de políticas públicas, para influir y cambiar las situaciones que aquejen a cada sociedad en particular.
El término think thank comenzó a ser utilizado luego de la Segunda Guerra Mundial, principalmente para otorgarle un término especial a las organizaciones de carácter militar que realizaban análisis bélicos y geoestratégicos, además de ser los ambientes seguros en donde los estrategas de la planificación militar se reunían a trabajar.
Los centros de pensamiento emergieron en el mundo anglosajón, aunque posteriormente han logrado una colosal expansión en todos los continentes del mundo durante los dos últimos siglos. Asimismo, se observa que la explosión de los tanques de pensamiento ocurrió tras el fin de la Guerra Fría, cuando que comenzaron a fortalecerse y desarrollarse en Estados Unidos, expandiéndose luego al resto del mundo.
No debería sorprender que todo cambio político o ruptura de ciclo comienza a partir de una idea que surge en el mundo de los think tanks o en la academia.
En palabras simples, los think tanks generan investigaciones sobre problemas puntuales, fomentando el descubrimiento de soluciones a dichos problemas, o creando nuevas políticas públicas. No debería sorprender que todo cambio político o ruptura de ciclo comienza a partir de una idea que surge en el mundo de los think tanks o en la academia.
Por otra parte, según un estudio de James McGann, hoy existen más de 6.826 think tanks en todo el mundo. América Latina cuenta con aproximadamente 662, mientras que Argentina es el país con mayor número de estos institutos, 137.
Para englobar y concebir mejor qué es lo que buscan estas empresas de persuasión intelectual, debemos centrarnos en la idea principal de la promoción de cambios a largo plazo. Los tanques de pensamiento son fábricas de ideas, pero además de eso, trabajan para hacerlas trascender.
Ya en el año 1949 el economista Friedrich Hayek (1899-1992) explicaba la importancia de los intelectuales dentro de la implementación de la política, argumentando que “aún cuando la dirección de la política esté en manos de hombres de diferentes puntos de vista, la ejecución de la política en general, estará en manos de los intelectuales, y es frecuentemente la decisión sobre los detalles lo que determina el efecto neto”.
El economista John Maynard Keynes (1883-1946), a pesar de ser el rival ideológico de Hayek, expresó una idea similar en su Teoría general del empleo, el interés y el dinero (1936):
Las ideas de los economistas y los filósofos políticos, tanto cuando son correctas como cuando están equivocadas, son más poderosas de lo que comúnmente se cree […] Los hombres prácticos, que se creen exentos por completo de cualquier influencia intelectual, son generalmente esclavos de algún economista difunto […] Pero, tarde o temprano, son las ideas y no los intereses creados las que presentan peligros, tanto para bien como para mal.
Para cambiar el oxidado rumbo cultural e intelectual de tinte estatista que abunda en América Latina y en el mundo, debemos continuar con el desarrollo y el fomento de think tanks que defiendan los valores de la libertad, como vehículos para combatir el monopolio del mensaje autoritario en el sector académico, cultural e intelectual.