Recientemente Estados Unidos ha bombardeado a Siria. Hoy hablamos de las causas y consecuencias de esta decisión de la administración Trump, así como del papel que juega al-Ásad en su región. Nuestro entrevistado es Cesar Sabas, doctorando en Ciencias Políticas de la Universidad de Toulouse, Capitole.
¿Por qué Trump decidió atacar a Siria, cree usted en el discurso oficial de que quieren castigar el uso de armas químicas?
Creo que existe dentro de la actual administración Trump una creciente influencia neoconservadora, están los mismos que asesoraban al presidente Bush durante la guerra en Irak. Quien mejor representa esa tendencia es John Bolton, el actual consejero de Seguridad Nacional.
Generalmente están de acuerdo con el regime change, es decir, forzar la caída de regímenes no democráticos y no pro-occidentales. El problema con esta lógica es que a menudo no conlleva los resultados deseados, especialmente en sociedades que no están preparadas para la democracia occidental, como fue el caso iraquí; peor aun sería en Siria debido al fuerte comunitarismo existente.
Entonces vemos a un Donald Trump preso por su pasada amenaza el año pasado sobre el uso de armas químicas, a su vez preso por su diplomacia vía Twitter limitando la capacidad de maniobra de su departamento de Estado; y además está la presión de los grupos neoconservadores para impulsar un cambio de régimen en Siria. Evidentemente, él tenia que hacer algo.
No cuestiono que haya una respuesta, incluso militar hacia los crímenes de guerra, pero el problema es que aún ni siquiera hay pruebas concluyentes de que ese ataque haya existido, y en caso de haber existido tampoco hay pruebas aún de que venga del Gobierno. No creo que el Gobierno sirio sea incapaz de efectuar dicho ataque, pero es una acción que estratégicamente no le reportaba ningún beneficio sino consecuencias negativas, por lo que no le vería ninguna lógica.
Una vez que Trump había amenazado, no tenia otra opción que cumplir su amenaza, sin embargo, debido a que no estaba interesado en adentrarse en Siria sino mas bien irse retirando, el Pentagono no estaba entusiasmado con la idea de irse a una escalada militar con Rusia, y los otros dos aliados, Francia y Gran Bretaña, tampoco parecían estar dispuestos a involucrarse directamente y por tiempo prolongado en una guerra donde ya no cuentan con aliados en el terreno, Trump se decantó por hacer un ataque superficial y simbólico, tratando de mantener el poder disuasivo americano sin involucrar a sus fuerzas armadas en una guerra que no le conviene.
¿A qué se debe la respuesta tan medida de Siria y Rusia a ese ataque hecho por EEUU?
Porque el ataque también fue muy medido, fue especialmente diseñado para no afectar los intereses rusos, ni los iraníes. Ni siquiera afectó el poder militar del gobierno sirio y mucho menos cambia la correlación de fuerzas en el terreno, que ya está claramente a favor de Bashar al-Assad. Fue tan simbólico que ni siquiera el palacio presidencial fue bombardeado, como si lo hizo en su oportunidad Reagan al bombardear Libia.
El propio Secretario de Defensa de Estados Unidos, Jim Mattis, había dejado clara su preocupación de que el ataque constituyera el elemento inicial de una escalada militar con Rusia e Irán, por lo que esta acción se llevo a cabo de una forma muy quirúrgica enfocándose solamente en una base militar y un centro de investigaciones, ambos evacuados previamente.
Ni a Rusia, ni a Siria, ni a Irán, les conviene una escalada con el mundo occidental en Siria. Desde septiembre de 2015 con la intervención rusa la correlación de fuerzas fue cambiando para beneficio del Gobierno sirio y hoy los puntos estratégicos son dominados por la coalición Damasco-Moscu-Teheran. Militarmente (pero aun no políticamente) la guerra pareciera ya ganada por el Gobierno y es cosa de tiempo para que los focos rebeldes que aún quedan se rindan o sean completamente sometidos, por eso estratégicamente al Gobierno sirio, y por ende a sus aliados, no les conviene una mayor desestabilización de la situación, ni generar conmociones, sino darle tiempo al tiempo.
¿Por qué Putin defiende a al-Asad ?
Rusia defiende solo sus intereses allí donde estén. Tanto para Rusia como para Irán es conveniente la permanencia del actual régimen sirio, mas allá de quien sea que lo dirija.
Desde el estallido de la guerra en Siria la oposición se vio cada vez más representada en el terreno por grupos islamistas radicales como el Estado Islámico en Raqqa o Jabat Al Nusra (Al Qaeda) en Idlib y Alepo. Estos grupos tenían ramificaciones que llegaban hasta Chechenia, donde podían desestabilizar la zona. Para Rusia ver la creación de un Califato como es el caso de ISIS o de un Emirato cuasi Talibán (en el caso de Al Nusra) era una pesadilla a evitar.
Por otro lado hay un tema del que poco se habla y es el religioso. En Rusia el Patriarcado cristiano ortodoxo juega un papel importante para la imagen de Vladimir Putin en su población, y desde el estallido de la guerra el Patriarca había expresado su preocupación por el destino de los cristianos de Siria.
Tradicionalmente el Patriarcado de Rusia ha sido muy cercano a diferentes comunidades cristianas de Oriente Medio, y en la época soviética hubo mucho intercambio humano entre rusos y sirios. Adicionalmente, el régimen sirio esta controlado por los Alawitas, una secta bastante particular dentro del mundo musulmán que ha tenido buenas relaciones con los cristianos. El estallido de la guerra dejó a muchos cristianos desprotegidos cuando el Gobierno sirio perdió control territorial, especialmente aquellos que quedaron en territorio “rebelde”, donde muchas veces fueron torturados o masacrados.
Otro factor importante es el estratégico. Antes del conflicto ya el gobierno sirio había dejado a los rusos la utilización de un centro de abastecimiento en el puerto de Tartus, a diferencia de lo que se decía este no era una verdadera base naval, solo le permitía a los buques rusos abastecerse.
Rusia interviene para salvaguardar un aliado, sin embargo en la intervención la capacidad estratégica rusa se amplia y ahora Tartus si pasa a ser una verdadera base naval rusa y adicionalmente adquiere la base aérea de Hemeymim. Con estas adquisiciones Rusia amplía su capacidad de proyectar poder mucho mas allá de sus fronteras y lo convierte en un actor clave dentro de la geopolítica del Medio Oriente.
A su vez, al intervenir en Siria a favor del gobierno, a Moscú se le abre la oportunidad de negociar políticamente con la llamada “Media Luna Chiita”, que es el eje político militar conformado por Irán, Irak, Siria y el Hezbollah libanés, un eje influido directamente desde Teheran y que neutraliza la acción de Turquía quien es un rival regional para la influencia.
¿Usted cree que hay en Siria algún grupo que pudiera hacer un mejor uso del poder del que hace Asad, o definitivamente es el mal menor?
Durante los primeros días de la “primavera árabe” siria se escuchó un eslogan cantado por los hermanos musulmanes : “cristianos a Beirut y alawitas a la tumba”.
Lo que vimos en Egipto fue que la caída del régimen militar llevo al poder a los hermanos musulmanes, una organización radical islamista hoy considerada terrorista. Mohamed Mursi, su líder ganó la presidencia y estuvo a punto de promulgar una constitución islámica que hubiese acabado por completo la libertad religiosa en Egipto.
Su Gobierno fue tan extremo en tan corto tiempo que los mismos estudiantes que habían salido a la calle para pedir el fin de la dictadura militar con Mubarak, dos años después, pidieron en las mismas calles que los militares asumieran el control del país, lo cual terminó pasando.
En Siria existía la misma organización, “hermanos musulmanes” desde hace décadas. En 1982 los hermanos musulmanes tomaron las armas y capturaron la ciudad de Hama para iniciar un levantamiento armado, derrocar a Hafez Al-Asad (padre de Bashar) y crear un Estado Islámico en Siria. La represión del Gobierno se conoció como “la masacre de Hama”, pero el proyecto de derrocar a un gobierno laico representado por la familia Asad e instaurar un Estado Islámico perduró en la mente de muchos.
Las primeras ayudas del exterior que llegaron a los “opositores” del régimen sirio provenían de Arabia Saudita y Qatar, monarquías que han ayudado a internacionalizar la versión más fanática del Islam, el wahabismo. No es de extrañar entonces que a los meses de constituida la oposición al régimen sirio ya habían hecho un horrible atentado terrorista en la Mezquita de Zainab, a las afueras de Damasco, contra peregrinos chiitas, prendiendo las alarmas del régimen iraní.
En 2013 vimos como un jefe “rebelde” se comió literalmente el corazón de un soldado sirio muerto. Luego vimos como un grupo vinculado Jabat Al-Nursa establecía la Sharia (ley islámica) en sus zonas controladas. En 2014 vimos como nacía ISIS en las zonas que el gobierno no podía controlar y establecía su “califato”. Desde el inicio de la guerra hemos visto como las minorías religiosas, especialmente los cristianos ha sufrido las peores consecuencia allí donde el gobierno sirio ha perdido el control y ha pasado a manos “rebeldes”.
Bashar Al-Assad es el representante de un régimen que esta muy lejos de ser democrático y que no ha dudado usar la fuerza para permanecer en el poder, sin embargo, es el representante de uno de los extraños regímenes laicos del Medio Oriente, donde la diversidad religiosa es respetada. En un Medio Oriente ahogado por el fanatismo religioso no se ha visto a su esposa Asma Al-Asad usar velo nunca, los cristianos nunca han sido perseguidos ni las otras minorías, como los drusos.
Bashar Al-Asad también presenta diferencias a lo que fue su padre. El es un oftalmólogo formado en Londres, nunca se había formado para asumir la jefatura de Siria, su esposa fue ejecutiva del JPMorgan Chase, y en un primer momento buscó una moderada modernización de Siria y un acercamiento con Occidente. No creo que él vaya a democratizar Siria, pero con él se puede llegar a ciertos entendimientos.
¿Cree que Occidente debería jugar algún papel en el Medio Oriente?
Occidente ha apoyado abiertamente a una monarquía absoluta de corte feudal como Arabia Saudita, a dictaduras en Pakistán y Egipto, y mantiene relaciones regulares con países de partido único como China y Vietnam, por lo que el argumento de la falta de democracia en Siria no debería ser el impedimento de Occidente para establecer relaciones regulares con el régimen sirio.
Sin embargo, es muy difícil, por no decir imposible, pedirle a Occidente que apoye abiertamente a un régimen que mantiene una estrecha alianza con Irán y el Hezbollah, y cuyas relaciones con Israel son las de la confrontación.
El interés superior de Occidente es el fin de la guerra civil en Siria lo antes posible. Es una guerra que ha desangrado a todo un país, ha destruido a todo un pueblo, es un campo de entrenamiento de terroristas que van a Europa bañar las calles de sangre y constituye una amenaza perenne a la paz internacional.
Si bien es difícil asumir una postura publica de apoyo al Gobierno sirio es impensable apoyar a grupos que representan el ala más radical del mundo islámico. Nuestro interés como occidentales debe ser promover el fin de dicha guerra y garantizar que el poder quede en manos de fuerzas laicas, que a través de un acuerdo político permita la convivencia de las diferentes comunidades religiosas y le dé un estatus de autonomía al pueblo kurdo de Siria.