La tragedia de Venezuela es tan grande y tan aterradora que ha logrado que muchos de los que antes votaban izquierda hoy se queden sin palabras para defender esa ideología. No es para menos: una crisis migratoria que desestabiliza a la región, un país entero muriendo de hambre, escasez de medicamentos que supera el 80 % y millones de vidas destruidas.
Y es que ante nuestros incrédulos ojos, el otrora país más rico de la región, a donde emigraban los colombianos en busca de trabajo, el de los “dame dos, que está muy barato”, el país conocido como la “Venezuela Saudita”o el “millonario de América”, se desmoronó y ha caído en un abismo que parece no tener fondo.
En Venezuela, dentro de diferentes sectores de lo que se denomina “oposición”, ya hace mucho que escuchamos esa conocida idea de “esto no es verdadero socialismo”. Todos recordamos, por ejemplo, la famosa afirmación de Lilian Tintori acerca de que Maduro “dañó el legado” de Hugo Chávez.
También entre los líderes de la izquierda mundial, que ven afectada su popularidad por cuenta de la tragedia venezolana, la idea de que Maduro no es un verdadero socialista, y lo que ocurre en el país no es una “revolución”, es repetida una y otra vez.
Pero un asunto es que izquierdistas declarados y con intenciones políticas ampliamente conocidas salgan a lavarle la cara a la ideología que les da de comer, y otro es que periodistas destacados y respetados en la región, a los que la mayoría de la gente no asocia con la izquierda, aseguren que el problema de Venezuela no es el socialismo. Millones de muertos ha causado esa ideología, y tragedias brutales han ocurrido ahí donde se ha aplicado, como para que se intente una vez más lavarle la cara al socialismo.
En una columna para Foreign Affairs, en la que combinan verdades con afirmaciones falsas, el famoso periodista Moisés Naím y el analista político venezolano Francisco Toro aseguran que no es cierto que el socialismo tenga la culpa de la tragedia que ocurre en Venezuela.
Afirman que es injusto que políticos de izquierda alrededor del mundo se vean perjudicados por simpatizar con el socialismo chavista y que es un error decirle a los ciudadanos de otros países que si votan socialismo irán por el mismo camino que Venezuela.
«La causa más profunda de la implosión de Venezuela no es la adhesión doctrinaria de Maduro al socialismo sino, más bien, el deslizamiento del país hacia la cleptocracia. (…) Centrarse en que Venezuela es un fracaso del socialismo es nublar el quid de la cuestión: el colapso del estado venezolano y la apropiación de sus recursos por una confederación de criminales despiadados que actúan dentro y fuera del país (…) A fin de cuentas, estos refugiados no huyen del “socialismo” —se escapan de un gobierno infernal y fracasado».
La idea entonces es: la gente se muere de hambre en Venezuela porque los políticos roban mucho, por la corrupción, porque son unos delincuentes. No es culpa del socialismo.
Esa afirmación es muy peligrosa porque puede ser creída muy fácilmente por incautos que no sepan de historia y economía. Como digo antes, combina verdades con mentiras. Es cierto que Maduro y sus secuaces son ladrones, corruptos y todos los adjetivos negativos que se les quieran decir, pero la podredumbre de esos hombres no es la principal razón de la miseria en Venezuela.
Esto debe quedar claro: aún si el socialismo fuera dirigido por ángeles no funcionaría.
No importa si los socialistas tienen buenas intenciones, no importa si no roban, siempre, a más socialismo mayor miseria. De modo que es insulsa la discusión sobre si un socialista tiene o no buenas intenciones, no hay un solo país socialista que haya sido exitoso, por eso los izquierdistas inventan que los países nórdicos son socialistas. Como no hay en la historia de la humanidad, en ningún lugar del mundo, un país socialista que se haya sobrevivido más de unos cuantos años sin caer en la miseria, se inventan que países con niveles de libertad económica muy por encima de la media -como los nórdicos- son socialistas.
¿Qué pasa entonces? ¿El socialismo sí funciona pero todos los que han llegado al poder con esas ideas son malos? Me parece muy ingenuo creer que siempre es culpa de los socialistas que mandan y nada tiene que ver el modelo.
La verdad es que la teoría económica y los hechos, hace mucho, han demostrado lo que Ludwig Von Mises llamó “la imposibilidad del socialismo”.
Lo que ocurrió en Venezuela, y que parece que Naím y Toro ignoran, es que durante décadas se llevó a cabo un proceso sistemático y progresivo de estatizaciones, de expropiaciones, de incentivos perversos que fueron acabando con el sector privado. Cuando la bonanza petrolera se terminó, cuando ya los “petrodólares” no alcanzaron para seguir manteniendo esa opulencia ficticia en la que vivieron por años. La débil economía privada que había sobrevivido fue exprimida hasta el final y por supuesto no dio abasto.
¿Será que hay que recordarle a Naím los controles de precios que solo empeoran la escasez? No recuerdan los escritores de la columna en cuestión cómo el chavismo metía presos a los empresarios, expropiaba empresas, controlaba las divisas y ponía incluso horarios para que la gente fuera a mercar según el número de su cédula. ¡Es que el grado de estatismo llegó a ser tan brutal en Venezuela que a los panaderos les ordenaban en qué debían usar la masa!
Sumado a eso, uno de los factores más importantes es la intervención monetaria, el bolívar no vale nada, los venezolanos perdieron todos sus ahorros por cuenta de la inflación, que es causada por el aumento de la masa monetaria. Para que se entienda fácilmente: Chávez y Maduro se dedicaron a imprimir bolívares para financiar sus gastos, entre ellos los programas sociales con los que compraban votos, y con eso lograron que hubiera tanto dinero circulando que el bolívar ahora no vale nada.
El resultado de todo eso es el que vemos hoy en Venezuela y lo que siempre ocurre en el socialismo. La escasez en Venezuela no sucede porque Maduro sea un ladrón, ¡no es posible que ustedes dos, Toro y Naím, crean eso!
Esa misma escasez, las mismas filas, la gente muriendo de hambre, sucedió también en la Unión Soviética, en China, en Camboya y sucede en Cuba, y la verdad es que no importa que sus líderes sean buenos o malos, la escasez ocurre porque el socialismo, que no es más que la intervención estatal exacerbada, acaba con la empresa privada, con la generación de valor.
Quién quiere tener una empresa si de un día para otro al gobernante de turno se le ocurre expropiarla, quién va a vender algo si el delincuente que está en el poder le exige vender sus productos por debajo del costo so pena de ir preso, quién va a crear empleo si la ley obliga a pagarle a los empleados mucho más de lo que ellos aportan al proceso productivo. El socialismo acaba con las empresas privadas que son las que generan empleo y las que crean los bienes y servicios que consumimos a diario.
Lo de Venezuela no es más que la aplicación a raja tabla de las ideas socialistas de Marx. El Estado lo controla todo.
Para ser más clara, imagine el lector que mañana Maduro y sus delincuentes dejan de robar, pero el socialismo sigue, es decir, la intervención del Estado en la economía continúa. Según las afirmaciones de Naím y Toro, todo se arreglaría. En la columna se lee:
«En los últimos tres años, varias “teorías del cambio” han presentado posibles salidas a la calamidad actual de Venezuela. Pero hasta ahora tales teorías han fracasado por ver, equivocadamente, la crisis de Venezuela en términos ideológicos».
No es difícil saber que no es así. De nuevo, nadie va a invertir en un país donde el Gobierno puede expropiar, fijar precios, imponer salarios, controlar divisas y manejar la moneda a su antojo.
De modo que aunque dejaran de robar, si no dejan de ser socialistas la pobreza va a seguir ahí.
Finalmente, en medio del revoltijo de verdades, mentiras y afirmaciones confusas que se presentan en la columna publicada en Foreign Affairs, un par de líneas nos dejan claras el pensamiento de fondo de los autores.
“Maduro sigue vendiendo la retórica del socialismo, pero su gobierno autoritario ha construido no un paraíso obrero sino una guarida de ladrones”
Naím y Toro creen que efectivamente aplicando el socialismo se puede construir un “paraíso obrero”. De modo que hay que invitarlos a que traten de encontrar en la historia de la humanidad un solo país en el que se haya aplicado el socialismo y las cosas hayan ido bien. La conclusión lógica de un estudio serio al respecto es que el socialismo es miseria, es muerte y fundamentalmente es esclavitud.