Quienes somos usuarios habituales de Twitter comenzamos a notar, estos días, un cambio apenas perceptible en esa red social, “un estremecimiento en el lado oscuro de la fuerza”: Hace unos pocos días comenzaron a proliferar las cuentas twitteras de las autoridades de la dictadura cubana.
Y es que entre el 19 y el 21 de diciembre, muchas de las autoridades máximas y de los organismos oficiales y las empresas públicas de la dictadura abrieron su cuenta y comenzaron a twittear, o las reactivaron, los pocos que ya contaban con ellas.
Así lo hicieron, entre muchos otros, la Presidencia del Consejo de Estado, el ministro de Exteriores, Bruno Rodríguez, el presidente del Tribunal Supremo Popular, ministerios, embajadores. Vaya, hasta figuras icónicas como Elian González.
También abrieron sus cuentas Cubacel, múltiples escuelas, equipos de béisbol, la propia Federación Cubana de Béisbol, etc. De este modo, por ejemplo, todos los ministros de la dictadura tienen hoy su cuenta en Twitter. (Algunos con un número de seguidores que no llega ni a los dos dígitos)
Ministerios y “amigos de la Revolución” fueron llamados y convocados a dar la “bienvenida” a las nuevas cuentas, pidiéndoles seguirlas y retuitearlas, por lo que algunas, como la de la Presidencia del Consejo del Estado, obtuvieron algunos miles de seguidores en unas pocas horas, aunque sin crecer mucho más en los días posteriores. También se implementaron los primeros hashtag oficialistas, tales como #SomosCuba #MiVoluntadMiConstitucion y #SomosContinuidad, principalmente.
Adicionalmente, algunos usuarios cercanos al régimen hasta dieron a las nuevas cuentas la bienvenida a Twitter, presentándolo como una “plataforma más democrática”. (Extraña paradoja: la dictadura no puede garantizar y le teme a una real democracia en Cuba, pero aspira a usar y disfrutar la democracia virtual de Twitter)
Todo esto obedeció a una indicación directa del presidente cubano Miguel Díaz-Canel, sucesor de los Castro, que pidió a sus funcionarios incursionar en Twitter a fin de avanzar, dijo, en el “proceso de informatización” de la isla. Díaz-Canel también hizo algunos anuncios: la próxima apertura de un nuevo programa de televisión “para intercambiar con la población”, un nuevo sitio web y un canal en YouTube.
Sobre la “colonización” de Twitter, Díaz-Canel habría señalado: “No podemos ignorar las redes, donde está dándose una batalla ideológica”. Llamó a sus funcionarios a asumirse en Twitter como “combatientes del pueblo en defensa de la Revolución”. Les pidió hacer propaganda pues, en el terreno de la llamada Twiplomacy, a fin de “multiplicar los logros de la revolución”.
A unos días de iniciada la twitterización de la Revolución cubana, ya hay reportes de bloqueos por parte de los funcionarios, aunque la mayoría de los tuits de éstos son meras consignas oficialistas y retuits. También hay informes de que los trabajadores en ministerios y empresas estatales reciben diariamente un resumen de prensa y hashtags para twittear. En suma, la dictadura está avanzando en el proceso de entender Twitter y usarlo estratégicamente para sus fines.
Cuba es uno de los países con menos conectividad de la región, pues Internet solo es accesible en puntos públicos de conexión WiFi al precio de un dólar la hora (cantidad exorbitante para la capacidad adquisitiva del cubano común), así como en hogares y establecimientos seleccionados.
La conexión móvil no es generalizada, excepto para algunos funcionarios y periodistas, por ahora, aunque las autoridades han prometido extenderla a toda la isla. En ese sentido, la estrategia twittera de la dictadura tiene más que ver, por ahora, con difundir, contraatacar, disfrazarse y tratar de legitimarse en el exterior; que con buscar comunicarse y dialogar con su propia población.
Es útil detenerse en este episodio para constatar una cosa: El socialismo, para sobrevivir, tiene hoy que utilizar las herramientas y la lógica de cooperación y ampliación, proporcionadas por su adversario, el capitalismo.
La tecnología y sus usos, que posibilitan el cambio, son producto del capitalismo, mientras que el socialismo impide el cambio, tal como explicaron Mises y Hayek en su momento. Por eso es paradójico que el socialismo se vea obligado a usar esa tecnología que apresura el cambio, para tratar de detenerlo, congelarlo.
Al inicio de la Revolución, Fidel Castro aseguró que Cuba pronto superaría el nivel de vida de las sociedades occidentales. No solo nunca sucedió eso, sino que la diferencia se hizo abismal y ahora, el socialismo cubano tiene que recurrir al capitalismo y sus productos para tratar de sobrevivir, como antes lo hizo la dictadura china.
La “colonización” de Twitter por parte del post castrismo no pretende iniciar una glásnost caribeña: no busca liberalizar la crítica, ni modernizar su caduco sistema político. Es simplemente una estrategia del castrismo para hacerse oír, contraatacar a sus críticos y dar la apariencia de modernidad, mientras mantiene la censura interna de Internet y hace inaccesible su uso para la mayoría de su población.
Pero como los usuarios de las redes sociales sabemos, éstas terminan siempre por desnudar todo engaño y evadir cualquier censura, por lo que no sería raro que la tentativa del castrismo termine por volverse contra él mismo, exactamente como le sucedió a los soviéticos con su glásnost original.