Según las encuestas de salida hechas durante las elecciones de ayer del Partido Republicano en Nevada, donde Donald Trump ganó la contienda, el empresario neoyorquino también se llevó el mayor porcentaje del voto latino en el estado.
44% de los votantes que se identificaron a sí mismos como hispanos prefirieron a Trump. De esa forma, el incuestionable líder de la carrera Republicana logró casi duplicar el porcentaje alcanzado por la suma de los votos obtenidos entre Marco Rubio y Ted Cruz. Estos senadores, quienes representan a Florida y Texas respectivamente, solo obtuvieron el 29% y 18% del voto latino, pese a su origen cubano.
Este resultado ha sorprendido a los analistas políticos, pues Trump inauguró su campaña prometiendo construir un muro a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México — pagado por el Gobierno mexicano — para impedir el ingreso al país de inmigrantes ilegales.
En junio del 2015, Trump dijo que
“cuando México envía a su gente (a Estados Unidos), no están enviando a las mejores personas. Están enviando a personas que tienen muchos problemas, y ellos están trayendo esos problemas con ellos. Están trayendo drogas, Están trayendo crimen. Son violadores. Y algunos, asumo, son buenas personas”.
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La furiosa reacción que causaron estos comentarios — hasta la cantante Shakira y el rapero Pitbull se pronunciaron para denunciar el racismo de Trump — hizo pensar a muchos analistas que el magnate de Nueva York enfrentaría una gran resistencia entre las minorías étnicas.
La agencia de noticias AFP, por ejemplo, escribió en julio del 2015 que Trump había “sufrido una fuerte ola de rechazo de la comunidad latina, por sus declaraciones contra los mexicanos”.
Esta teoría, sin embargo, ha sido refutada en gran medida en las urnas de Nevada. Igualmente, los sondeos realizados entre votantes latinos, según los cuales hasta un 79% de los hispanos consideraba ofensivos los comentarios de Trump, podrían ser cuestionados en cuanto a sus consecuencias estrictamente electorales.
De hecho, Trump mismo ha dicho que va a ganar el voto hispano porque considera a los latinos “gente increíble” y, más allá, por la simple razón de que va “a crear empleos”. Sugiero que hay dos razones por las cuales el discurso de Trump, en efecto, le está generando votos entre los latinos, o por lo menos no lo está perjudicando.
En primer lugar, está el hecho de que, en sus declaraciones, Trump se refirió específicamente a los inmigrantes mexicanos o latinos ilegales. Según el economista James Kielkopf, un máximo de 15% de la población latina en Estados Unidos —la cual suma al menos 50 millones de personas—, es ilegal.
Es posible, por ende, que una porción significativa del 85% de los latinos que viven legalmente en Estados Unidos simpaticen con Trump cuando dice que su problema es con los inmigrantes ilegales, mas no con “las personas que están (en Estados Unidos) y han pasado por el proceso, aquellos que están acá legalmente”.
La estrategia electoral de Trump es ampliamente exitosa, y no solo entre blancos, racistas y xenófobos, sino también entre los latinos
De hecho, según una encuesta de Gallup publicada en septiembre del año pasado, dos de cada tres hispanos en Estados Unidos se oponen a un incremento en la inmigración legal al país. En otras palabras, se podría esperar que un porcentaje aún mayor —mínimo un 70%— de los latinos estadounidenses se opondrían a la inmigración netamente ilegal, inclusive la de otros latinos.
Por otro lado, los analistas que sugirieron que Trump iba a ser castigado en las urnas por los votantes hispanos cometieron —y siguen cometiendo— el error de ver a los latinos en Estados Unidos como un bloque homogéneo, unido e inclinado a depositar su voto exclusivamente en torno a los “asuntos hispanos”.
Esta idea, sin embargo, no podría estar más lejos de la realidad. Aparte del hecho de que “toda la política es local” y en Estados Unidos especialmente —es decir, el latino de Nevada vota pensando en Nevada, y el latino de Nueva York vota pensando en su propio estado— también hay una innegable desunión entre los latinos.
Por ejemplo, un puertorriqueño residente de Florida —y cada día hay más dado el debacle financiero de la isla— no necesariamente siente una afinidad natural con un mexicano que ha migrado recientemente a Texas de manera ilegal. De hecho, puede que el puertorriqueño, ciudadano de Estados Unidos por nacimiento, no conozca a muchos mexicanos o que ni siquiera hable español si no creció en la isla.
Así que es factible que, en las elecciones presidenciales de noviembre, el estadounidense de origen puertorriqueño vote por Trump a pesar de sus comentarios desagradables acerca de los inmigrantes ilegales mexicanos, y es posible que decida hacerlo porque piensa que el magnate en efecto creará más empleos que su rival. Cabe recordar que, según algunas encuestas, más estadounidenses prefieren a los republicanos sobre los demócratas en cuanto al manejo de la economía.
En última instancia, la incapacidad de los comentaristas de prever el éxito de Trump entre los votantes latinos surge de su mismo fracaso a la hora de entender su inmenso apoyo popular.
Como escribe Brendan O’Neill en la revista The Spectator:
El Washington Post, principal proveedor de las noticias moderadas de la política de Estados Unidos, pidió a los psicólogos dar su opinión sobre los seguidores de Trump. ¿Su conclusión? Que aman a Trump porque él les dice que sus problemas son ‘simples y fáciles de resolver “. CNN, por su lado, diagnostica al ejército Trump como presas del ‘miedo racial y económico’. Gawker prescindió de la Psicología y fue directo a la yugular de la plebe: los votantes de Trump están regidos únicamente por una ‘profunda estupidez’.
La gran ironía de este desagrado hacia los ‘Trumpistas’ es que es precisamente tal tratamiento hacia una amplia franja del electorado estadounidense como tonto o loco — o ambos — que ha hecho que muchos vean a Trump como una alternativa refrescante.
Nada de esto quiere decir que las tesis de Trump sean sanas, ni que sus propuestas económicas no partan del gravísimo error de considerar la economía un juego de suma cero, donde si uno gana significa necesariamente que otro pierde.
Pero sí es necesario reconocer que la estrategia electoral de Trump es ampliamente exitosa, y no solo entre hombres blancos, racistas y xenófobos, sino también entre latinos. Por lo menos ese fue el caso en Nevada.