Indignación, frustración, decepción y cólera son parte de la vorágine de emociones que estallan entre los militares y policías venezolanos refugiados en Cúcuta después de que el PanAm Post sacara a la luz pública pruebas sobre cómo desaparecieron los recursos que debían ser utilizados en la coordinación para la entrega de la ayuda humanitaria y atender la inédita situación que ellos viven en la ciudad fronteriza.
Son un volcán a punto de estallar. Quieren explicaciones, justicia, pero, sobre todo, están ansiosos por soluciones y que el propio presidente de Venezuela, Juan Guaidó, les dé la cara y atienda directamente su situación.
Incluso piden que el secretario general de la OEA, Luis Almagro, les ayude a encontrar salidas para el estado de casi total abandono en el que fueron dejados luego de que el 23 de febrero atendieron al llamado del presidente Guaidó y dieron el paso de honor de abandonar las filas de la dictadura de Maduro y sumarse al ejército que daría respaldo castrense al legítimo Gobierno de Venezuela.
Los venezolanos reconocemos la valentía y espíritu patriota de los más de 160 soldados y policías que el día de ayer se pusieron del lado de la Constitución.
Muchos más seguirán su ejemplo.
¡Juntos lograremos la libertad y el rescate de Venezuela! pic.twitter.com/YD8PqOEI7t
— Juan Guaidó (@jguaido) February 25, 2019
Ellos fueron justamente los primeros que alertaron que algo olía mal en Cúcuta, los que intentaron en diversas oportunidades, y mediante distintas formas, llamar la atención sobre la extraña decisión de desarticularlos y acallarlos para que sus inquietudes no tuvieran eco.
Han soportado ser señalados por gran parte de la opinión pública —especialmente por algunas figuras de poder— de “parásitos” y “oportunistas”. Incongruente acusación sobre quienes hicieron lo que millones no se han atrevido, para quienes tuvieron el valor de hacer lo correcto a pesar de que ello significó perder sus carreras, bienes y exponer a sus familias a la brutal persecución de la dictadura que lidera Maduro.
También han aguantado ser vistos como mendigos, como un grupo que se quejaba a pesar de que, supuestamente, se les estaba atendiendo a cuerpo de rey en hoteles de Cúcuta, donde, según dejaban ver las versiones oficiales, no les faltaba absolutamente nada.
Desde marzo, después de que pasaron los días de gloria cuando atravesaban corriendo la frontera colombo-venezolana, retratados por las cámaras de medios internacionales para ponerse a la orden de Guaidó, fueron vistos como una peste, unos leprosos a los que nadie se atrevía a acercarse. “No vale la pena, no era lo que esperábamos, ellos lo que buscan es plata y muchos son infiltrados del chavismo”, fue uno de los comentarios que realizó bajo anonimato un representante del Gobierno de Guaidó a este medio al ser consultado sobre la situación de los militares.
Por varias semanas la situación de esos militares eran un asunto del que nadie quería hablar, ni siquiera los funcionarios que se pueden considerar más corajudos y transparentes del Gobierno de Guaidó. “¡No, no, voy muy apurado, y yo de eso no sé nada. Busca a Kevin o a Rossana, ellos son los únicos encargados para ese tema. Tampoco puedes decir que estoy evadiendo, porque no estoy evadiendo nada, pero de ese tema no voy a hablar ahora!”, fue parte de la respuesta de David Smolansky, representante de Venezuela ante la OEA, cuando PanAm Post lo abordó para conocer sobre el caso durante una de sus recientes visitas a Cúcuta.
La reserva moral abandonada
La mayoría de los militares son miembros de la tropa profesional de los cuatro componentes de las Fuerzas Armadas de Venezuela, algunos muy jóvenes con lagunas de formación que se presentan en los hombres de armas luego de que la institución militar fue destruida por el chavismo y llevada a convertirse en una guardia pretoriana al servicio del dictador.
Sin embargo, esa carencia en formación la compensan con sus actuaciones, que los acerca más al bien de lo que estarían muchos con destacadas y largas trayectorias. Saben que el régimen es criminal, cruel, injusto y que se ensaña contra los más pobres, aunque diga protegerlos. Ellos no deseaban ser parte de eso.
“Vamos a estar claros. Hay compañeros malos, malos. Un día vi cómo uno a una señora que venía con 50 aguacates la detuvieron y le metieron 45 días de averiguación solo porque se negó a pagar, porque la doña no tenía. Pero en ese mismo punto de control pasaban todo lo que quisieran de cualquier producto, hasta cobre, lo único que tenían que hacer era pagar. ¿Cómo uno puede hacer eso? Yo no puedo, hay que ser muy malo para hacerle ese daño a alguien que lleva aguacates o comidita para tratar de sobrevivir”, confesó uno de los militares refugiados en el Hotel Villa Antigua.
Son la reserva moral, esa reserva moral que tanto claman desde la oposición venezolana para tratar de lograr el quiebre de la FAN. Pero no son perfectos. Necesitan, y ellos lo saben, liderazgo que les ayude a comprender correctamente el mundo. Requieren formación que les permita sacarse todo lo que el chavismo les inculcó.
Esa necesidad de liderazgo solo la comprenden quienes han estado en el mundo militar, y solo los hombres de armas entienden el valor que tiene que a principio de marzo casi un batallón estuviera a la disposición del Gobierno interino. Así lo explicó un militar retirado contactado por el PanAm Post:
Guaidó tuvo en sus manos un grupo de militares que debían ser comandados. No pensemos en acciones armadas, pero sí en un grupo que debía estar siendo atendido y formado, comandado.
La falta de liderazgo fue uno de los grandes errores del Gobierno Guaidó en el sector militar, pues llevó a que perdiera el apoyo que habían capitalizado y la simpatía de una gran parte de la FAN en la que podía existir la posibilidad de una rebelión.
Antes de que se conocieran detalles de cómo los militares fueron prácticamente abandonados a su suerte en Cúcuta, había conversaciones entre grupos para acciones concretas. Centenares habrían estado dispuestos a colaborar, solo que la realidad de lo que ha pasado en Colombia los desmoralizó.
De ahí las grandes preguntas sobre a qué bando jugaban los responsables de atender el tema militar en Cúcuta. ¿Estaban de lado de la libertad de Venezuela o eran fichas del chavismo que se encargaron de desarticular ese grupo de militares y dejarlos completamente inoperativos? ¿Fue solo porque estaban en actos poco ortodoxos con las finanzas la razón para el descuido y para satanizar a ese grupo de militares? ¿Fueron solo Kevin Rojas y Rossana Barrera los involucrados en los manejos de fondos?
Exigen que culpables paguen
Para esta semana está previsto que los militares ofrezcan una rueda de prensa exigiéndole al Gobierno de Guaidó respuestas ante las denuncias de presuntos desvíos de fondos que debían ser dedicados a atender la situación de quienes arriesgaron sus vidas por respaldarlo.
Esperan información clara del lugar dónde se encontrarían Rossana Barrera y Kevin Rojas, así como el general Yánez. Los militares ya no quieren enviados especiales, quieren que el propio Guaido les responda en persona sobre este escándalo.
#EXCLUSIVA | Facturas y relación de gastos de Rossana Barrera en #Cúcuta y más detalles sobre la investigación por el uso del dinero que estaba destinado a atender caso de militares refugiados y otras actividades en Colombia ? https://t.co/ogb0phO7DR por @OrlvndoA #15Jun pic.twitter.com/Z4Ta5GZJQP
— PanAm Post Español (@PanAmPost_es) June 15, 2019
“Guaidó la vez pasada hizo una videoconferencia y habló con nosotros. Ahora queremos que aparezca acá. Si él va a enviar a alguien no queremos saber ni de Yánez, ni de los diputados ni del embajador Calderón Berti, porque aunque él ahora trata de lavarse las manos, llegó a negar nuestra situación y las informaciones que los propios medios, como ustedes PanAm Post, difundieron sobre lo que estaba ocurriendo aquí en Cúcuta con nosotros”, comenta uno de los militares que prefiere mantener su nombre bajo reserva.
Los militares tienen aún más inquietudes tras la publicación realizada la semana pasada en exclusiva por Orlando Avendaño, coeditor en jefe de este portal, sobre las relaciones de gastos que Barrera habría reportado.
Quieren conocer cómo es que en ese reporte se señalan casi 30 pagos al Hotel Vasconia y unos seis al Hotel Villa Antigua, cuando esos desembolsos eran realizados por Acnur y por el Gobierno de Colombia.
Aquí el único hotel que pagaba el Gobierno de Guaidó era el Acora, por eso ahí siempre hubo problemas en retrasos de pagos a ese hotel, por eso siempre desalojaban a los militares y a sus familias que estaban ahí alojados.
También quieren conocer cómo fue posible que en la relación de gastos hubiese elevadísimos montos por 450 kits de higiene, 480 kits de vestir, pañales, leche y fórmulas lácteas, cuando a ellos no les fueron entregadas esas ayudas.
“Hubo un par de ocasiones que nos entregaron unos pañales, pero tres pañales, así como te lo decimos, ¡tres unidades! No pienses que eran tres paquetes, no. Solo tres pañales. Aquí quien vino a darnos apoyo fue el Gobierno de Colombia a través de Gestión de Riesgo, pero la gente de Guaidó desapareció, a nosotros no nos ayudaban para nada. Sabíamos que a algunos poquitos funcionarios aliados de ellos les daban apoyo, pero era para que los mantuvieran informados de lo que nosotros hacíamos y hablamos en cada uno de los hoteles”, relataron.
Los militares incluso han tenido que recibir ayuda de ciudadanos venezolanos de buena voluntad para comprarle pañales, leche y medicinas a sus hijos. Uno de esos casos fue el de Maritza Agena, quien viajó de EE. UU. a Cúcuta con el objetivo de conocer de cerca la situación de un grupo de militares y respaldarles con aportes para que pudiesen cubrir algunos aspectos básicos para los niños. En estos cuatro meses también se han presentado algunas fundaciones que llevaron algunos apoyos puntuales.
“Esos gastos nunca fueron hechos en nosotros. Más bien hasta estamos todos viendo cómo pedir ayuda mientras podemos irnos a otro país o podemos empezar a trabajar”, explica un sargento de la Guardia Nacional.
Para los militares la situación ha sido tan complicada en términos económicos que han tenido que recurrir a campañas de donación, como la abierta por un grupo de ocho exfuncionarios que están refugiados con sus familias en el Hotel Vasconia.
La campaña de recaudación a través de la plataforma GoFundMe busca conseguir los recursos necesarios para que los exfuncionarios puedan trasladarse a Chile y recomenzar sus vidas.
La petición de recursos la hacen porque lo perdieron todo al dejar Venezuela y porque aún están a la espera del pequeño aporte que les fue prometido hace más de un mes para que descartaran solicitar refugio.
De acuerdo con cifras aportadas el pasado viernes en exclusiva para PanAm Post por Migración Colombia, en Cúcuta se presentaron 1 513 exmilitares y 735 familiares, de los cuales 1 046 manifestaron su interés en quedarse en Colombia y que les entregaran el Permiso Especial de Permanencia (PEP) para poder conseguir trabajo, mientras que 155 pidieron salvoconducto para salir de Colombia con destino, en su mayoría, a Chile. Solo 17 continuaron con su trámite de refugio.
Aunque las cifras oficiales de Migración Colombia indican que la cantidad de exfuncionarios venezolanos supera los 1 500, en la actualidad en los hoteles de Cúcuta no llegan a los 1 000, porque se han marchado por sus propios medios, decepcionados por la falta de estrategia de Guaidó para el sector militar. Así lo aseguró un sargento segundo de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB):
No sé para qué nos llamaron a pasar si no tenían un plan estructurado. Mañana yo debo irme a Chile con dinero que me envió mi familia. Dar este paso, del cual no me arrepiento, me llevó a perder todo lo que tenía en Venezuela y hasta mi matrimonio. Al menos mis hijos saben que hice lo correcto, sabrán que su padre actuó con honor y decencia.
El exmilitar emprenderá su camino solo, pero no tiene ninguna garantía de poder llegar a Chile, pues viajará con recursos restringidos que le obligan a entrar a Perú, país en el que ahora les exigen a los venezolanos una visa humanitaria, y desde ahí tomar autobús a Chile. Su destino es incierto y podría quedar varado en Ecuador.
“Me cansé de esperar los aportes de dinero que nos iban a dar. Mi salvoconducto se venció el viernes. Ya no aguanto más seguir aquí sin planes, sin poder trabajar, durmiendo hacinado en el hotel y con el temor de ser blanco fácil de un ataque de la guerrilla”, comenta el militar.
Justamente una de las grandes preguntas que desean sea respondida por Guaidó es qué está pasando con la pequeña ayuda que les prometieron para que pudieran recomenzar sus vidas. Y el cuestionamiento lo hacen al presidente interino, porque él fue quien les llamó a pasar a Colombia y quien aseguró que ellos estaban siendo atendidos.
El aporte para quienes decidieron quedarse en Colombia sería de 250 000 pesos (76 dólares) por tres meses para que paguen una habitación y 100 000 pesos para alimentación por tres meses (unos 30 dólares). Para los que buscaban salir de Colombia el aporte sería de 400 000 pesos (121 dólares), lo que solo les alcanzaría para llegar a la frontera con Ecuador.
Reunión y apoyo de Almagro
Los militares quieren hablar con el secretario general de la OEA, Luis Almagro. Recuerdan que él mismo estuvo junto a Guaidó cuando se les pidió abandonar las filas de Maduro para ayudar en el ingreso de la ayuda humanitaria, la restitución de la legalidad y recuperación de la libertad de Venezuela.
Agradecen a Almagro que haya pedido la investigación por lo que pasó con los recursos, pero quieren ir más allá. El comandante Cobra, un oficial de la Guardia Nacional que prefiere se reserve su nombre y solo se le llame por su seudónimo, habló en exclusiva para PanAm Post sobre esta petición:
Estamos agradecidos con él por su valentía y coherencia. Pero necesitamos su liderazgo para que nos ayude a encontrar solución a este problema que por primera vez se presenta en la región. Nuestros políticos no han tenido la capacidad para comprender el ámbito militar y este, además, es un problema que sobrepasa a Venezuela y afecta a toda América.
Para el exfuncionario sería necesario que desde la OEA se impulsen algunas propuestas a nivel multiestatal para atender casos tan inesperados como el que más de 1 000 hombres de las Fuerzas Armadas de un país pasen a otro, no para atacar, sino en busca de refugio.
“Hoy pasó en Venezuela, pero las condiciones se están dando para que se repitan hechos similares o parecidos en países como Nicaragua, México, Bolivia. Esto no es un secreto para nadie y es necesario que nuestro caso sirva de experiencia para preparar a la región ante hechos tan atípicos”, indica.
Los militares esperan que se comprenda que ellos no pueden ser vistos como una amenaza ni como elementos de riesgo, sino como un factor distinto que debe ser contemplado en la proyección y análisis de nuevos escenarios.
“En los próximos días hay una reunión de la OEA en Medellín. Agradeceríamos mucho que nos recibiera Almagro y nos ayudara a buscar una solución a toda esta situación puntual que estamos atravesando los militares venezolanos que nos pusimos del lado correcto y que atendimos a nuestro presidente Constitucional”, señaló.
Incertidumbre y falta de respuesta
Mientras la situación se vuelve más tensa en Cúcuta, los exmilitares y sus familias siguen a la deriva, esperando que alguien realmente cumpla.
No hay claridad en los aportes que les prometieron ni tampoco en la situación que enfrentan en los hoteles. Muchos se muestran angustiados ante la posibilidad de que los desalojen, como pasó con los militares que estaban en la zona de Arauca.
PanAm Post trató de contactar a las autoridades de la Unidad Nacional de Gestión de Riesgo de Desastres de Colombia para conocer el estatus de la situación de los aportes prometidos a los militares, sin embargo, hasta ahora no se ha recibido ninguna respuesta al respecto.
Según el convenio establecido el pasado 15 de mayo entre los gobiernos de Guaidó y Duque, Colombia se haría cargo del plan de atención integral de los exmilitares venezolanos, recursos que serían restituidos por el Gobierno de Guaidó.